Suicida {Harry Styles}

Capitulo cuatro.

Capítulo tres.

El camino a casa era largo y un poco doloroso; no quería estar con un desconocido que solo me tenía lastima, quizá en unos días más iba a ser un estorbo para él y como toda persona, se iba a terminar cansando de mi.

Voltee a mi derecha y vi a aquel joven. Su mirada estaba perdida en las luces de la ciudad. Sus ojos parecían dos rubíes que brillaban con tanta intensidad que se podían perder entre las luces de la ciudad.
Y ahí me quede, analizando cada detalle de su rostro, desde sus labios color cereza, hasta los pequeños lunares que tenía en el rostro.

Y uno un instante en el cual me perdí, todos mis miedos se iban con tan solo ver su rostro, estaba en un momento en el que solo quería estar viendo sus ojos para poder olvidarme de todo el desastre que tenía dentro de mí.
Fue ahí que vi como aquellos grandes ojos estaban viéndome, sus ojos y los míos estaban cruzados; mis mejillas se sintieron arder y rápidamente baje la mirada.

Los minutos siguieron avanzando y estar con él en aquel taxi se había vuelto incomodo.
Después de un largo camino, el auto dejo de avanzar quedando frente a un gran edificio.
Y mi cuerpo se quedo ahí, inmóvil. Ahora era cuando podía redactarme y decir que de verdad tenía una familia y quizá hasta un hogar, que solo estaba bromeando. Pero era obvio que no lo tenía y tampoco él iba a creer tal mentira.

Salí del taxi a paso lento, mientras le daba las gracias al chofer, camine hasta la entrada del edifico, y me pose a unos cuantos pasos de aquel chico.
Mientras él trataba de abrir la puerta de aquel lugar, fue que supe. Ni siquiera sabía su nombre, que tal si era un asesinó o quizá un violador. Hasta podría ser un matón y la policía lo esta buscando.

-¿Como dijiste que era tú nombre? - Pregunte mientras entraba por fin tras de él.
-Nunca lo dije. - soltó una pequeña risa, mientras entraba al elevador, entre junto a él, esperando a que dijera su nombre, pero parecía que lo quería esconder. - Mejor dime el tuyo.

-¡Oh! Mi nombre es Sky Hemmings
-Buen nombre, Sky
-¿No me dirás el tuyo? -mire al ahora denominado por mi, idiota, como le divertía mi ignorancia.
-Sky, yo soy Harry, Harry Styles.
-Oh.

Y fue lo único que dije antes de que las puertas del elevador se pararan en el cuarto y último piso. Caminamos a lo largo del pasillo hasta que paramos frente a la puerta de color blanco marcada con el número 4-A

Harry abrió la puerta he hizo que pasara antes que él.
Mire el apartamento, era blanco con algunos detalles color negro. Tenía una gran sala y frente a ella una gigantesca ventana que daba a la ciudad.

-¿Tienes hambre?- negué,lo único que quería era dormir o quizá tomar un baño caliente. -Bueno, entonces te enseñare donde dormirás.

Camino por un gran pasillo y aviso que lo siguiera y así fue. Camine detrás de él, entramos a una habitación.

En medio de ella estaba una gigantesca cama y algunos utensilios más a su alrededor.

-Creo que aquí estarás cómoda.
-De verdad, lamento si estoy causando molestias, prometo que en unos días me iré. Solo dame tres días de verdad.
-No me molesta para nada, creo que le vas a dar un toque interesante y algo raro a mi aburrida vida.- reí agradecida y le di las gracias - Supongo que estas cansada, ponte cómoda y cualquier cosa, estoy en la habitación de frente. Descansa, buenas noches.
-Gracias de verdad.

Me dio una última sonrisa y salió de la grande habitación.
Quizá iba a ser una gran ayuda para mí. Podría comenzar una nueva vida desde ahora.
Junto a él

«Muérete, no mereces nada, no mereces que este chico te ayude. No mereces a nadie. Deberías de morir, haz ese favor y ve mátate ahora»

Desperté, mientras sentía como las gotas de sudor bajaban por mí rostro, trate de que mi respiración se tornara estable.
Mire el reloj que estaba en el Buró de mi derecha, 3:25 am.

Levante mi cuerpo de la cama y camine por la habitación, gire la puerta y el frío que entraba por el pasillo invadió mi cuerpo.
Camine a paso lento por la casa en busca de un baño, me sentía mal; mi cabeza daba vueltas, mientras que el cuerpo me pesaba. Si iba a morir, esto era doloroso y horrible.
La casa estaba en un silencio absoluto y solo estaba yo. Tratando de que el dolor que me estaba comiendo por dentro terminara.
Encontré el baño al final del pasillo y entre. Abrí el grifo del lavado y metí mi rostro, no podía de borrar todas aquellas imágenes que me estaban perturbando, las voces se iban, pero las imágenes permanecían dentro de mi.
Mi cuerpo no estaba lastimado, era mi alma la que dolía; era mi pasado lo que me atormentaba.