31 ᴅᴇ ᴏᴄᴛᴜʙʀᴇ, 2024Hacía frío, tanto que ni la gruesa chaqueta que llevaba puesta lograba sacarlo de su
cuerpo. Le había calado hasta los huesos.Pero continuó andando, pues la alternativa lograría que la poca cordura que le quedaba desapareciera, dejando a su paso únicamente la desesperación del momento y eso implicaría tener que asumir que quizás estaba llegando demasiado tarde.
Volvió a sacar el teléfono del bolsillo, y soltó un juramento al ver como tras la rota pantalla del dispositivo aparecía una notificación avisando de la poca batería restante.
Y ella seguía sin devolverle ni una sola llamada.
Un gesto de dolor cruzó su rostro cuando aceleró el paso y el movimiento hizo que sus costillas protestaran, recordándole lo cerca que había estado de la muerte.
Aunque a pesar de ello comenzó a correr, ya habría tiempo para que le revisaran después.
Le llevó unos minutos más llegar a casa, donde tuvo que ignorar la sangre que tiñó la puerta al empujarla con una de sus manos.
—¡Iris! ¡Iris! ¿Dónde coño estás?
Siguió llamándola a gritos mientras dejaba un reguero de sangre a su paso. Pero no
respondía, y, cuando llegó al dormitorio abrió el armario de un manotazo.Allí seguía toda su ropa, no faltaba nada. Al igual que pudo ver en un rincón apartada la maleta que ella solía usar cuando se iba de viaje. No se había marchado.
—Señor ¿Se encuentra bien? Dios mío ¿Pero qué le ha ocurrido?
—Iris, ¿Dónde está Iris?
—No la he visto desde que salió esta mañana señor, pero insisto debería verle un med...
No permitió que la mujer terminara de hablar, solo la apartó de un empujón y salió
nuevamente al pasillo con la esperanza de verla aparecer por la puerta. Riendo y
diciéndole que a la casa le faltaba un gato o un perro que le diera alegría.Pero no ocurrió, ante él solo estaban dos miembros del servicio que le miraban como si estuvieran viendo un fantasma.
Y quizás no estuvieran muy desencaminadas, pues a sus pies se estaba formando una oscura mancha de sangre y la chaqueta parecía haberse empapado del mismo fluido, que, mezclado con la humedad del ambiente presentaba un aspecto todavía más aterrador de lo que debería.
Recordó, con una nueva protesta de sus costillas el leve mareo que había sentido
durante todo el recorrido hacia casa. Y que seguramente era obra de la pérdida de
sangre y la conmoción provocada por el choque.—¿Señor?¿Llamamos a alguien?
Se giró hacia las dos mujeres, centrando su atención en una sola, pues era la única a la
que había visto preocuparse por Iris cuando esta estuvo enferma. Creía recordar que se llamaba Martha pero no estaba seguro. Aunque dadas las circunstancias, en aquel momento solo tenía claras dos cosas.Y en su estado no podía controlar ninguna de ellas.
—Perderé el conocimiento en unos segundos, necesito que alguna llame a un médico solo después de dar la alarma por su desaparición… y si ella no aparece, no os molestéis en intentar que yo despierte.
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Cristal
RomanceDesde el primer encuentro, Angelique y Gael fueron como el hielo y el fuego, dos fuerzas destinadas a repelerse. Aunque ninguno esperaba que una unión forzada por sus respectivas familias, con el único fin de reforzar el legado de ambos fuera a dese...