Capítulo 3.

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NAMI

Mis brazos me duelen mientras
mantengo la señal que tengo sobre
mi cabeza. La gente pasa por aquí,
mirándome de forma extraña.
¿No han visto a nadie protestando
antes? Unas cuantas personas
conocidas me sonríen al pasar. Me
quito un mechón de pelo de la cara.
No pensé en el calor. Hace tanto
calor aquí que me voy a derretir. Es
bueno que no me haya maquillado
esta mañana. Incluso el pegamento
está empezando a ablandarse y las
palabras se están convirtiendo en
un desastre en mi cartel. No dejo que eso me moleste y sigo paseando
de un lado a otro frente al cuartel
general del enemigo. Estoy en la
primera línea de esta guerra de la
cafeína.

-¿Café helado o bocadillo?- Me
volteo para mirar a Bell-mère, que
está apoyada en el costado de su
edificio mirándome.

Todavía lleva puesto el delantal del
trabajo. Están a punto de cerrar por
hoy. Ella está sosteniendo mi pastel
favorito y apuesto a que hasta lo
guardo para mí. Siempre se venden
rápido. Ella sabía que yo estaría
aquí fuera sin prepararme.

-Estoy ocupada protestando- le
recuerdo mientras miro el delicioso
cielo en sus manos. Está tratando de quebrarme.

-Así que es una huelga de hambre también- Mueve la cabeza como si
no pudiera creerlo.

-Nunca- jadeo. Haré muchas
cosas, pero dejar de comer no es
posible.- Tal vez debería tomar
las dos cosas. Que la gente sepa
cuál es mi posición. Ese pastel será
comido para mostrar mi lealtad a
tu cafetería y no porque necesite un
bocadillo-

Dejo caer mi letrero, caminando
hacia ella. Me da el café y el cielo en
un palo. Soy capaz de sostenerlos y
el cartel también. Bueno, al menos
puedo tomar el café. Me como el
pastel de un mordisco gigante antes
de devolverle el palo. Bell-mère se ríe de mi locura pero puedo ver el amor en sus ojos. Aunque piense
que estoy completamente loca,
está orgullosa de que defienda su
negocio.

-Tienes brillo por todas partes-

-Lo sé. No puedo evitar ser
brillante- Tomo un sorbo del café
helado para bajar el pastel.

Dios, puede que sea una mierda
haciendo carteles y protestando,
pero hago golosinas asesinas. No
nos quedaríamos sin cosas en venta
si tuviéramos más espacio. Quiero
caminar y patear el edificio en el
que ya han empezado a construir.
A estas grandes corporaciones
les encanta entrar y sacar a las
más pequeñas del negocio. Estoy
decidida a defender al pequeño.
Nadie vá a entrar en nuestra casa
y nos la va a quitar. Tendrán que
pasar por encima de mí primero.

-Eso no es brillante, es un desastre
caliente- Ella extiende la mano,
metiendo un pedazo de cabello
detrás de la oreja.- ¿Tienes protector solar puesto? Vas a
quemarte- Mi piel está empezando
a calentarse. No pensé en ponerme
nada. Me voy a arrepentir de eso.
Apuesto a que mi piel clara ya tiene
un bonito tono de rosa. Si no hay
dolor, no hay ganancia.

-El sol se está poniendo- digo
para eludir su pregunta.

Intenta provocarme para que
vuelva a entrar varias veces. La
oferta de la cena casi me hace
quebrar, pero me mantengo fuerte.

-Tomaré eso como un no- Ella
pone los ojos en blanco y sé que está luchando para ir a traer algo para ponerme.- Tengo que recoger a los niños. ¿Vas a mantenerte alejada de los problemas?- Su ceja se levanta mientras espera mi respuesta.

-Por supuesto. Esto es propiedad pública. No estoy haciendo nada
malo- Le digo lo mismo que le he
dicho a los contratistas que siguen
ladrándome para que me aparte de
su camino mientras intentan entrar
y salir del edificio.

Me estoy interponiendo en su
camino a propósito. Algunos
eran francamente malos y otros
demasiado buenos. Fue una lucha
para saber de qué manera saltar y a
quién molestar. Creo que tengo un
buen equilibrio entre ambos. Me
besa en la mejilla.

-Asegúrate de pasar a cenar
después-me dice. Es sábado y
siempre voy a cenar.

-Sí, caminaré en unas horas-

-Voy a hacer noche de pizza-

-Eres buena- Entrecierro los ojos ante ella. Se encoge de hombros,
sabiendo exactamente lo que esta
haciendo. La noche de pizza es la
mejor. Todos extendemos nuestra
propia masa y la llenamos con lo
que queramos. -Estaré allí en un
momento- me rindo. Me besa en la mejilla antes de salir. Me tomo
el café helado antes de volver a mi
protesta.

Realmente no lo pensé bien.
Necesito folletos para repartir o
algo así. Nadie sabe de qué estoy
hablando y mi cartel no tiene
sentido. Necesito pensar en algo
mejor.

-Tu pequeña perra- grita cuando
me encuentro con un pecho de gran
vientre. Reboto en él, cayendo al
suelo. Doy un pequeño grito. -Esa
es tu maldita culpa-

El hombre me señala con enojo. Creo que es el tipo encargado
del equipo de construcción. Al
menos ladra todas las órdenes. Se
agacha, agarra mi letrero. Trato de
alcanzarlo, pero mi mano cae en
su cinturón. Ambos jalamos y casi
se tropieza con su trasero. Emite
una serie de maldiciones mientras
rompe mi cartel por la mitad.
Nunca he sentido ira como la siento
en este momento. Está recorriendo
mi cuerpo por la falta de respeto de
este imbécil no sólo por una mujer,
sino por mi propiedad. Mi único
consuelo es que cuando miro su
gran espalda, tiene brillo por todas
partes. Definitivamente gané por
hoy.

-No puedes destruir mi propiedad
-le grito. Me ignora, tirando mi
cartel al suelo.

Me levanto, corriendo a recogerlo.
Agarro las llaves que saqué de
su cinturón en la mano antes
de meterlas en el bolsillo de mis
vaqueros, esperando que no se dé
cuenta. No está diciendo nada sobre
ellas, así que sé que me he salido
con la mía. Ya está muy ocupado
entrando al edificio. Me voy a mi
casa antes de que se dé cuenta de
que tengo sus llaves.

No es hasta que estoy de vuelta
en mi lugar que me doy cuenta de
que no se puede salvar mi letrero
y mis rodillas están sangrando. Me
limpio y voy a casa de Bell-mère a disfrutar de una pizza. No voy a
dejar que un idiota me desanime de
mi causa.

Mañana es un nuevo día y ahora
estoy más decidida que nunca.

Brillo (Adaptación Namixrobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora