El ambiente en el estudio de Dorian era denso, perfumado por el leve olor a maderas oscuras y especias que impregnaban la decoración sobria y elegante. La luz de la tarde se colaba entre las cortinas, proyectando una penumbra cálida que parecía envolverse en torno a los secretos y conspiraciones que guardaba en cada rincón de su vida. Yoshiro se adentró con paso firme, sin desviar la mirada de su amigo.
—Dorian, tenemos que hablar —dijo Yoshiro sin preliminares, con una voz cargada de seriedad. Cerró la puerta tras de sí, asegurándose de que nadie pudiera escucharlos.
Dorian alzó la mirada desde unos documentos que revisaba, observándolo con su típica expresión impenetrable, un destello de curiosidad apenas perceptible en su mirada. Le hizo un gesto para que tomara asiento.
—Adelante, Yoshiro —dijo Dorian, con esa mezcla de desdén y paciencia que reservaba solo para aquellos que osaban romper el silencio de sus pensamientos.
Yoshiro se acomodó frente a él, cruzando las manos con aparente calma, aunque sus pensamientos eran de todo menos tranquilos. Había llegado el momento de lo que había descubierto sobre el Clan del Jazmín y los movimientos de Sundar. Sabía que Dorian no tomaría bien la noticia de un posible levantamiento en las sombras, pero debía ser cuidadoso en cómo presentaba la información. Bajo ningún concepto le mencionaría el encuentro con Priya. Ya había puesto su vida en peligro lo suficiente por advertirle de los planes de su propio clan.
—He descubierto el propósito de Sundar —empezó, midiendo cada palabra con precisión.
Dorian entrecerró los ojos, evaluando sus palabras con un destello de desconfianza. Se acomodó en su silla, gesticulando con una mano para que continuara.
—¿Qué tipo de propósito, Yoshiro? Está claro que busca romper el hechizo, igual que todos nosotros.
Yoshiro inclinó ligeramente la cabeza, calibrando cómo continuar sin revelar demasiado. Había aprendido a leer a Dorian con la misma precisión con la que un navegante lee el cielo, y sabía que cualquier palabra en falso podía llevar a Priya a la muerte. Optó por mantenerse en lo seguro.
—Sundar pretende romper el hechizo para sí mismo. Solo para el Clan del Jazmín. Esto implicará que si consigue su propósito, la supremacía de los suyos va a imperar sobre el resto de clanes.
La revelación de Yoshiro pareció captar la atención de Dorian, quien le dedicó una mirada aguda.
—¿Está Arav Naga metido en esto? —preguntó, con desconfianza. No puede haberlo hecho solo.
Yoshiro sentía la tensión en cada palabra de su amigo y se recordó lo peligrosa que era aquella información. Opinaba lo mismo, aunque dudaba de la implicación de Arav en el asunto, y más después de haber hablado con Priya. La joven naga sospechaba de su hermana Lila, pero no debía transmitirle su inquietud a Dorian sin estar seguro.
—Dudo que Arav esté involucrado, aunque está claro que tiene que recibir ayuda de alguien. No sé si de los suyos o bien de otro clan. Dorian asintió, sin apartar los ojos de su amigo. Sabía bien que el Clan del Jazmín guardaba sus secretos celosamente. Su mirada se agudizó, tratando de descifrar los pensamientos ocultos de Yoshiro.
—En realidad, el Clan del Jazmín no tiene aliados conocidos —inquirió Dorian—. Aunque sí que está enemistado con el Clan Sakura. ¿Quién podría estar ayudando a Sundar?
Yoshiro sabía que cada palabra podría poner a Priya en peligro. Intentó mantenerse impasible mientras pensaba en la rivalidad entre su clan y los naga. Recordó la historia de traiciones, emboscadas y el juramento de nunca aliarse con ellos. Cualquier implicación con los naga era una amenaza directa a los principios de su clan.
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El Clan de las Rosas
RomanceSerena Jensen, una implacable inspectora de policía, vive atormentada por la muerte de su esposo, asesinado en circunstancias misteriosas. Su búsqueda de justicia la lleva hasta Dorian Montrose, el líder de una antigua y poderosa organización llamad...