Capítulo 12: Cora y las apariencias

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     Ese día en el set me sentí como si estuviera viendo una escena ajena, un juego en el que, sin quererlo, había quedado atrapada. Intentaba concentrarme en mi trabajo, pero cada vez que los veía juntos, algo dentro de mí se crispaba. Cora estaba aprovechando cada oportunidad para acercarse a Liam, deslizando sonrisas, miradas largas, incluso risas contenidas mientras él le respondía con esa misma amabilidad que lo caracterizaba. Por momentos, lograba convencerme de que era solo eso: cortesía. Pero luego venía esa duda persistente, esa pregunta que no dejaba de hacer eco en mi mente, y me preguntaba si lo que había sentido entre Liam y yo había sido una ilusión, algo creado solo en mi mente.

     Al final de la jornada, Cora se me acercó con su típico aire despreocupado, pero esta vez parecía contener algo de excitación, como si estuviera ansiosa por compartir alguna gran noticia. La vi acercarse y ya presentía lo que venía, aunque una parte de mí se negaba a creerlo.

     —Vega —dijo, con un tono que parecía deliberadamente casual—, Liam y yo saldremos esta noche. Creo que le gusto.

     Me quedé en silencio, sintiendo una presión en el pecho que traté de disimular. La observé, intentando mantener la compostura mientras ella me contaba los detalles. No podía negar el nudo que se formaba en mi estómago. Ella siguió, tan natural y segura como siempre, mientras mis pensamientos se arremolinaban.

     —Es un encanto —continuó—. No sé, siento que tiene una forma especial de mirarme.

     Esas palabras, esa idea, me golpearon como una ráfaga de viento frío. Algo se rompió en mi interior. Forcé una sonrisa, intentando que mi voz sonara neutral mientras asentía.

     —Me alegra mucho por ti, Cora. Suena... interesante.

     Cora pareció satisfecha, y por un segundo sentí que tal vez, solo tal vez, estaba viendo algo donde no lo había. O tal vez era simplemente mi propia inseguridad, la creciente inseguridad que me hacía dudar de lo que había sentido entre Liam y yo. Al fin y al cabo, ¿qué había sido? Miradas, alguna conversación con un tono más cercano, pero nada que pudiera afirmar con certeza. Tal vez solo había sido una cortesía suya, y nada más.

     Mientras Cora se marchaba, quedé sola en el set, observando la escenografía en la que había invertido tanto tiempo y esfuerzo. De repente, el lugar se sentía vacío, como si el espacio mismo reflejara ese vacío que estaba empezando a instalarse dentro de mí. Sabía que, en algún punto, tendría que confrontar a Cora, a Liam, o al menos, confrontar mis propios sentimientos. Pero no sabía cómo ni por dónde empezar.

     De camino a casa, cada paso se sentía pesado. Las palabras de Cora resonaban en mi mente: "Creo que le gusto. Es un encanto..." Me preguntaba si en algún momento Liam habría hablado de mí con alguien más, con esa misma naturalidad que Cora usaba para hablar de él. Y, aunque lo intentaba, no podía recordar nada que confirmara ese interés especial que alguna vez había creído ver en sus ojos.

     Esa noche, sola en mi departamento, intenté concentrarme en cualquier cosa menos en ellos. Me repetía que nada de esto debería afectarme, que Liam era solo un actor con quien compartía algunos días en el set. Pero cada vez que cerraba los ojos, aparecía su rostro, esa sonrisa que parecía cargada de una complicidad que, al parecer, yo había imaginado. Traté de convencerme de que esto solo era un error, una confusión pasajera. Pero, aun así, sentía una herida en mi orgullo, en mi corazón, como si el hecho de perder esa posibilidad con él significara también perder una parte de mí misma.

     No pude evitar preguntarme si lo que Cora veía era algo real o si, como yo, solo estaba interpretando las señales según su propio deseo. Sin embargo, una pequeña voz en el fondo me decía que no importaba. Había tomado una decisión al poner distancia, y tenía que asumir las consecuencias, aunque eso significara quedarme al margen, siendo una simple espectadora de lo que estaba ocurriendo entre ellos.

     La noche se hizo larga y densa, llena de pensamientos que giraban en círculos sin sentido. Mientras miraba al techo en la penumbra, supe que, por mucho que intentara escapar, los sentimientos no se disiparían tan fácilmente.

Rescatando el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora