3. El verdadero comienzo

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             Me desperté el viernes por la mañana, abrí los ojos y me quede viendo el techo por un momento, di la vuelta aún recostada en mi cama y tomé el móvil: 8:05 a.m; aún recuerdo la hora en la pantalla. Revisé los mensajes en busca de alguna cancelación; nada. Me frote los ojos, me senté al borde del lado de mi buró y me puse unas sandalias. Salí de la cama y camine a la cocina para preparar mi desayuno.
             Tomé un puñado de fresas y algo de papaya, lo coloqué en un plató hondo y fui también por unas rebanadas de pan para preparar un emparedado de jamón y queso que saqué de la nevera; además de una jarra con jugo de naranja que había preparado el jueves. Dejé listo todo y me dirigí a preparar mi ropa y calentar el agua para tomar un baño; volví al comedor y desayune, cepille mis dientes y me metí al baño.
             No podía dejar de pensar en él; todas las horas siguientes luego de hablar con ella fueron un fierno. Recordaba todo lo que había pasado desde la última vez que la vi; después de todos esos años el recuerdo seguía latente, como una herida que no pudo sanar. Se llamaba Alejandro, y el verdadero comienzo de toda esta historia fue cuando lo vi por primera vez. Debo decir que no recuerdo el día o la fecha exacta, ni siquiera haberlo notado en realidad. Pero hubiera deseado no coincidir jamás con él en mis días.
Era el año 2013, yo estaba por comenzar los estudios del nivel medio superior; asistía a cursos propedéuticos en la institución a la cual ingresaría. Mi madre estaba empeñada en que yo me inscribiera en ella por el nivel académico; aunque debo aclarar que lo mío jamás fue sacar buenas notas, en fin...esa es otra historia. Cada sábado a las ocho de la mañana asistía como un día más de clases aparte de la secundaria.
             No siempre fuí quien soy ahora, en esa época tenía novio, se llamaba Fernando y tenía veintiún años, mientras que yo estaba por cumplir a penas los quince. Pero ahora no viene al caso dónde y cómo conocí a un joven mayor que yo. Era feliz, y aunque quizás no sea creíble esto, yo era una chica alegre, amorosa y romántica. Él iba a la salida a recogerme de la secundaria y en ocasiones a mis cursos.
             Pero la verdad de todo eso esque nuestra relación de año y medio se encontraba en medio de una crisis, ya estaba por terminar en realidad, pero ambos seguíamos luchando porque creía amarlo; quizás si lo amé realmente, pero no de la manera en que amé a Alejandro. Uno de los días que estábamos en clases de matemáticas en la preparatoria, entró al salón el coordinador con tres chicos a su espalda; explicó que había un error en la distribución y que ellos pertenecían a nuestro grupo. Si, como os dareís cuenta, no poseían una buen organización; ya que los transfirieron cuando estaban por culminar los cursos.
Entre esos chicos estaba: "sin nombre",-en realidad era el menos interesante de los tres y nunca lo memorize-Alejandro y-quien tiempo después descubrí que era su hermano-Jonathan. Y lo lógico sería que hubiera visto a Alejandro entrar por la puerta y de inmediato haberme enamorado de él,-que expresión más cursi-pero no; yo no me enamoré de él a primera vista, el chico que llamó mi atención-el único en realidad-fue Jonathan, parecía tan fuera de todos que no pude evitar mirarlo.
             Cerré la llave de la regadera y me puse una toalla, me dirigí a mi habitación y busque ropa para ir a encontrarme con ella, como había prometido. Me miré al espejo y pasé el cepillo para intentar arreglarme el cabello; me miré a los ojos, por un momento me pareció recordarme a mi misma de la manera en que fui en aquel entonces; evité llorar. La misma apariencia, seguía siendo una chica de baja estatura, flacucha,-había incluso bajado más de peso-las ojeras se habían acrecentado y tenía recientes las marcas en el brazo; intenté cubrirlas con maquillaje y me coloque cientos de pulseras en la muñeca derecha.
Tomé rápidamente mi bolso con solo lo indispensable: la cartera, las llaves de mi auto; mis gafas de sol y el móvil. Salí al estacionamiento para preparar el auto, debían ser cerca de treinta o cuarenta minutos hasta allá. La preparación tambien era mental; por fin me enfrentaría nuevamente con los fantasmas de mi pasado.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2015 ⏰

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