Ella le vio antes de que él la viera a ella. Era difícil no hacerlo, incluso sentada al otro lado del restaurante. Un jersey naranja brillante. Un mechón de pelo rubio sobre la cabeza. Hombros anchos y cuerpo en forma. El joven se sentó en la barra y pidió un tazón de ramen con una cerveza. La forma en que engullía los fideos y sorbía el caldo le hacía parecer una especie de demonio. No miraba la tele ni esperaba a un amigo. Sólo hambre. Se limpió la barbilla, se bebió la cerveza y pidió otro tazón.
Mirándole, Tsunade pensó en el porno. El más reciente que había visto era "¡¡¡Ama de casa de grandes glúteos debuta en AV a los 50 años!!!". Anoche, la primera escena la hizo correrse tan fuerte que se quedó dormida con los dedos aún dentro del coño. Estaba deseando llegar a casa y ver el resto. Pero ahora la visión de un chico guapo comiendo ramen le hizo apretar los muslos.
No era justo, pensó, que esas viejas zorras del porno se llevaran todas las pollas grandes y jóvenes. Buen trabajo si puedes conseguirlo. Tsunade no podía dejar de imaginarse al rubio del bar desnudo. Por la forma en que las mangas de su jersey se arremangaban sobre sus anchos antebrazos, supo que tenía un cuerpo musculoso. Tenía, como lo llamaban los jóvenes, energía de polla grande. Se imaginó una escena en la que él se acercaba a su cabina, le cogía la mano sin decir palabra y le follaba hasta dejarla sin cerebro en el baño.
Luego empezó a pensar en una película audiovisual en la que la chica tiene un huevo vibrador dentro de ella en público y tiene que aguantarse los gemidos. Era un restaurante de ramen como éste. La chica acabó chorreando por toda la silla y la echaron por la puerta. Tsunade apretó los muslos bajo la mesa y se bebió la cerveza sólo para tener las manos ocupadas.
Vació el vaso, cerró los ojos y dejó escapar un jadeo ardiente. El alcohol era una buena forma de embotar los pensamientos intrusivos. Si no, se quedaría pensando por qué seguía soltera a su edad. ¿Sería por la extraña marca de nacimiento que tenía en la frente? ¿Era el hecho de que sus pechos eran, médicamente hablando, demasiado grandes para un solo hombre? ¿O es que los hombres sabían que era una degenerada de mal genio, amante del porno y adicta al gatcha?
Cuando abrió los ojos, el joven rubio del bar estaba sentado frente a ella.
"Hola, perdona. Espero que no te importe que me meta en tu mesa un ratito".
"¿Perdona?" Ella parpadeó un par de veces. De cerca era aún más guapo. "¿Quién eres?"
"Me llamo Naruto. Vi a unos conocidos que entraban por la puerta principal y quise esconderme en algún sitio antes de que me vieran. No te molesto, ¿verdad?".
"No. En absoluto. No pasa nada". Su mente seguía un poco confusa. Miró por encima de su hombro hacia la barra. "¿Estás bien? No tienes problemas, ¿verdad?".
Naruto se rió entre dientes. "Sí. Es sólo algo estúpido. ¿Ves a esa chica de pelo rosa y al chico con el que está que es demasiado guay para el instituto? Son mis amigos, pero también están saliendo. He venido aquí para disfrutar de mi ramen, no para que me vean y convertirme en su tercera rueda. Aunque es una putada que haya tenido que dejar mi cuenco".
Tsunade miró a la pareja y asintió. Ella sabía lo que era eso. Ser joven y estar en un triángulo amoroso con tus amigos. La desconocida que tenía ante ella parecía amable y preciosa. Como un gato callejero que necesita cobijo. Aquellos grandes ojos azules. Sólo una pizca de bigotes en la cara. No estaría de más complacerle. O a ella misma.
"¿Quieres beber algo?"
"No, señora. Gracias". Tsunade sintió que un interruptor se encendía en su interior. No podía ser mucho mayor que él. Su cerebro quería enfurecerse con el chico. Por otro lado, su coño se estremeció. "Siento no haber oído tu nombre -le dijo.
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Naruto - Lo suficientemente mayor para ser tu madre ✔️
RandomFue un encuentro imprevisto. Ella era médico. Él era licenciado universitario. Ella estaba ligeramente ebria. Él estaba algo excitado sexualmente. Tsunade tenía 45 años. Naruto tenía 22 años. Cuando se conocieron en un restaurante, se formó una cone...