Capítulo 4: El demonio

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Naruto se tumbó en el regazo de Tsunade con las tetas de ella en la cara, el pezón de ella en la boca y la mano de ella acariciándole la polla.

"Sé que has tenido un día duro en la escuela, cariño". Tsunade utilizó la mano libre para pasarle los dedos por el pelo. "Esas niñas tontas no pueden manejar una polla de 20 cm como yo. Deja que la Abuela ordeñe todos tus problemas hasta que estés tranquilo y vacío. ¿De acuerdo?"

Asintió con la cabeza. En el fondo de su mente sabía lo jodidas que estaban. Pero cuando son las cinco de la mañana y sientes que tus genitales están ardiendo, la lógica siempre pierde frente a la calentura. Un solo pecho le cubría toda la cara. Si abría los ojos, sólo vería debajo de las tetas. Su nariz apenas encontraba espacio para respirar. Si su asfixia maternal era su fin, qué manera de morir asfixiado por una almohada carnosa.

Tsunade se sintió gotear sobre las grietas del sofá. El porno tabú era tan excitante por lo mal que sonaba. No tenía por qué tener sentido ni basarse en la realidad. Era primitivo. Una reacción química imparable. La boca alrededor de su pezón sensible se lamía con desesperación. Ahuecaba las mejillas intentando robarle aunque sólo fuera una gota de leche. La polla en su mano palpitaba de gratitud mientras su mano se deslizaba arriba y abajo con velocidad resbaladiza. Cada vez que llegaba abajo, sus dedos rozaban sus gordos cojones. El contacto piel con piel con un poco de juego de rol hace maravillas en el cerebro.

"¿Cómo sigues tan duro ahora? Le empezaban a doler los dedos, en parte por lo corpulento que era.

Naruto dejó que su pezón cayera de su boca, un hilo de saliva los conectó.

"¿Cómo eres tan hermosa?"

"¿Acaso puedes ver algo ahora mismo?" Tsunade se rió. Le quitó el pecho de la cara. "Peakaboo". Sus increíbles ojos azules la miraban fijamente. El corazón le dio un vuelco. Naruto tenía realmente el encanto del chico de al lado. En lugar de dejar que la viera sonrojarse, volvió a dejar caer la teta sobre él. "Deberíamos dormir un poco. Ya ha pasado tu hora de dormir, jovencito".

Tsunade sabía que no se le daba bien improvisar palabras obscenas, pues la mayoría de las veces las copiaba de AV o del hentai que veía, así que se apresuró a acercarse a la cama. Se arrastró hasta el colchón de matrimonio, se tumbó boca abajo y hundió la cara en la almohada. Las almohadas del hotel eran suaves y gruesas, pero también lo eran sus propias tetas, que la sostenían.

Naruto se tumbó a su lado. Cogió sus dedos y bailó ligeramente en la parte baja de su espalda. Le encantaba la destreza de sus manos, cómo podía doblar y separar los dedos para tocar incluso puntos distantes de su piel. Era como un lenguaje de signos que le decía cuánto la deseaba. Le encantaba la hendidura de su columna y sus hoyuelos de venus, sintiendo cada curva de cada músculo. Tsunade giró la cabeza sobre la almohada para mirarle, sonriendo por las cosquillas.

"¿Qué haremos mañana?", preguntó.

"¿Nosotros?"

"Lo siento. ¿Voy demasiado deprisa? ¿Pero puedes culparme? Eso es lo que me dijiste que hiciera en la ducha. ¡Más rápido Naruto! Como un tren bala".

Le mostró una amplia sonrisa.

"Mañana voy a necesitar dormir todo el día", explicó. "Estaré luchando contra la resaca, la falta de sueño y mi coño necesita descansar porque apenas puedo andar. Y todo antes de trabajar en el turno de noche".

"Joder. Pues buena suerte".

Tsunade le arrugó la nariz. "¿Qué vas a hacer cuando te despiertes?".

Naruto le deslizó los dedos por la columna hasta el cuello. "Pensar en cuándo volveré a verte".

Naruto - Lo suficientemente mayor para ser tu madre ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora