prólogo

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        Jungkook observaba con atención el camino mientras manejaba hacia el pueblito donde supuestamente, su manager lo estaría esperando. El día había sido bastante agotador y movido, el pelinegro se encontraba saliendo de la ciudad en donde había dado un concierto hacía veinticuatro horas atrás. Su manager le había pedido que porfavor no levantara sospechas a la hora de manejar y que evitase rutas muy transitadas si es que no quería verse en un englobamiento de fans.

        Aún que al alfa eso no le molestaba, había decidido desviarse de la ruta e ingresar por un camino viejo, uno que el Google Maps si le marcó el recorrido. La tarde estaba haciéndose oscura, el invierno ya había llegado hacía dos días atrás y dejaba verse con naturalidad. Una sensación térmica de -2° obligaba a las personas a ponerse ponchos abrigados o salir con la calefacción prendida en el auto.

        Jungkook era el único loco que no podía dejar la ventanilla del auto cerrada y es que, el pánico y la ansiedad que le provocaba verse encerrado en algo tan chico que solo le permitía estar sentado, era muy desesperante y para nada gratificante. Sin embargo, esa tarde, Jungkook había notado la nieve caer y las goteras de agua adueñarse del parabrisas del vehículo, así que no tuvo más remedio u opción que cerrar la ventanilla, para evitar algún resfriado, en una semana tendría una gira mundial y tenía que cuidar su garganta.

       Min Yoongi, el manager y amigo del alfa, era un alfa introvertido que le gustaba estar con Jungkook creando o planificando música futura, al igual que guiándolo para que no cometiera un mal paso en su trayectoria musical. Yoongi tenía años de experiencia, era músico también y un muy demandado productor, ya que era reconocido por toda la industria musical y se adueñaba de varias miradas a la hora de los premios. El mismo, se encontraba en Hilts, un pueblito que se encontraba en las afueras de la ciudad, solían frecuentarlo mucho las personas que poseían una suma importante de dinero, ya que era un pueblo privado, donde solían ir de vacaciones famosos o hacían reuniones gentes de mucho poder, gente con mucho dinero.

        Jungkook, aún no podía entender, porque la necesidad de viajar una hora hasta esa ubicación cuando podrían tener esa charla en la oficina de su manager, sin embargo, no iba a cuestionar nada, él sabía lo que hacía y el porqué, Jungkook solo era un chiquillo empezando a caminar y Min Yoongi, el padre con experiencia que te brindaba una mano o curaba tus heridas al caer.

        — No, no —Kook habló para si mismo con desesperación al escuchar el motor del auto apagándose de a poco—. Aquí no —casi que súplica, puesto que el automóvil se quedó muerto a mitad del camino.

        Bajó a observar que sucedía, por suerte, la calle por donde transitaba tenía luz. Revisó el motor, no había nada raro en él. ¿Combustible? Nah, solía llenar el tanque cuando tenía que salir a cualquier lugar, incluso, recordaba haberlo llenado ayer en la tarde antes de ir a realizar su concierto en Seul. Jungkook se quedó pensando mientras revisaba bien que demonios podría llegar a ser, sin embargo, no encontraba una solución o respuesta a lo sucedido.

        Suspiró con desesperación, volviendo a ingresar al auto. Quizo marcar a Yoongi, sin embargo, su celular murió en el momento que quizo apretar el botón verde en la pantalla. Rendido, buscó en su mochila, la cual llevaba en el asiento de al lado. No había nada.

        Rebuscó entre los asientos y el piso del auto, sin embargo, no había rastro alguno de su cargador. Rebuscó y rebuscó, dió vueltas todo, sin embargo, nunca apareció.

        Rendido ante su mala suerte. Miró alrededor con atención. No habían casas, no notaba ni siquiera una cerca de dónde él se encontraba. La nieve caía con más intensidad sobre el piso y bastaba tan solo una hora para que esta le impidiera mover el carro, así que lo empujó, con mucho cuidado metió parte de su cuerpo y tomó el volante. La otra mitad, se encontraba afuera, con los pies sobre la tierra llena de nieve. Hizo fuera y logró acomodarlo en un costado, lo estacionó mejor y buscó la manera de cubrirlo para que no fuera tan llamativo.

        Y como si de un hada madrina se tratase. De lejos observó una cabaña, era pequeña y Jungkook creyó que quizás vivían dos personas juntas. Así que no tardó en tomar sus cosas del carro; el celular sin batería, la mochila que solo tenía adentro una muda de ropa cómoda para dormir y la billetera donde tenía su identificación, permiso para conducir y entre otras cosas más. Caminó hacia esa dirección después de ponerle el seguro al auto, observó que la cabaña de lejos parecía pequeña, pero en realidad era grande. Tenía un patio adelantero lleno de flores y una huerta bastante cuidada.

         No supo si entrar, ya que tenía un portón pequeño de madera. Kook miró a su alrededor y en un movimiento extraño, un olor a chocolate y frutilla inundó sus fosas nasales, generándole un escalofrío extraño en el cuerpo. Miró nuevamente a su alrededor e ingresó, tocó el timbre de la casita y esperó afuera impaciente. La nieve caía con más brusquedad, los tomates y pimientos empezaban a tomar un color blanquecino.

        Del otro lado, escuchó unos pasos, luego, una risa que al parecer provenía de una mujer y luego, la puerta se abrió dejándole ver a una muchacha de sonrisa tierna. Llevaba puesto un pijama, Jungkook sintió pena y se sintió un pesado por molestar a este horario.

         — Hola —saludó la chica del otro lado, sonriendo aún—. ¿Qué te trae por aquí? ¿Puedo ayudarte en algo? Los vecinos no vienen a comprar tan de noche porque suele ser algo peligroso, sin embargo, ¿Cuánto quieres? Te lo traigo enseguida.

        Jungkook alzó las cejas, evitando sonreír. Negó con la cabeza algo avergonzado y se rascó la nuca. Luego, se armó de valor para hablar.

        — Hola. Lamento molestar a este horario. Mi auto se averió, no tengo como comunicarme con mis... Amigos para que pasen a buscarme. ¿Podrían prestarme un cargador así pueda comunicarme con ellos?

        — ¿Cargador? —de lejos, una voz más cálida y chillona sobresalió—. ¿Qué es eso?

        — No usamos eso... —la chica sonrió avergonzada—. ¿Tienes el contacto de tu amigo así lo llamamos por el teléfono de aquí?

        — Está en mi celular —soltó avergonzado.

         — Oh...

        — Lily, hazlo entrar —la otra voz se escuchó más cerca—. Hace mucho frio, ese chico podría pillar un resfriado.

        — Abuela. Es un hombre... —la muchacha habló asustada por tal invitación de su abuela.

        Jungkook sintió algo de incomodidad, sin embargo, rebuscó en su pantalón la billetera y le mostró su identificación a la chica, esperando ser reconocido como la estrella mundial que era. Sin embargo, la rubia, lo miró y se hizo a un costado dejándolo pasar al lugar. No se emocionó, no gritó, no corrió a pedir un autógrafo, no.

        — Esperame aquí, te traeré algo caliente para tu estómago —soltó con calidez, dándole una sábana y guiándolo al sofá—. Puedes quedarte hasta que puedas contactar a alguno de tus amigos. Soy Lisa.

        — Gracias —Kook sonrió sin mostrar los dientes, por algún motivo, se sentía cálido—. Yo soy Jungkook.

        — Bien. Jungkook —Lisa le sonrió, saliendo un poco por el marco de la puerta—. Iré por chocolate caliente y vuelvo. Mientras tanto, no nos robes nada de aquí, ¿Si?

        Kook la miró casi que ofendido, pero se rió cuando la anciana ingresó riéndose por el chiste que su nieta había hecho. Sin duda alguna, eso se sentía como estar en casa.

      

serendipia | JjkkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora