𝑅𝐼𝑆𝐴
004
El pub estaba en un caos inusual. Mauro, el jefe, había reunido a todas las chicas antes del cierre para anunciarles la fiesta privada que se realizaría esa noche. No era la primera vez que organizaban un evento exclusivo, pero esta vez parecía distinto. Había mencionado que asistirían varios nombres importantes de la escena musical y del espectáculo argentino, y esperaba que todo saliera perfecto.
Morena e Isabella se miraron, algo recelosas. Sabían que una "fiesta privada" implicaba trabajo extra, más presión y, seguramente, clientes que podían ser aún más demandantes. Mauro les había dejado claro que él esperaba que ellas mantuvieran a los invitados "contentos" en todo momento, lanzándoles una mirada que dejaba poco a la imaginación.
—¿Qué te parece todo esto? —preguntó Isabella en un susurro, mientras se ajustaba el maquillaje frente al espejo.
Morena frunció el ceño, mirándola a través del reflejo.
—Me parece una forma de explotación —respondió, con tono seco—. Pero, bueno, necesitamos el dinero.
Isabella asintió, resignada. Ambas sabían que renunciar no era una opción en ese momento.
Poco después, comenzaron a llegar los primeros invitados. Morena e Isabella observaban el ambiente con cautela mientras atendían la barra. Reconocieron a algunos músicos y actores famosos, a quienes normalmente solo veían en televisión o en redes sociales. De pronto, entre las luces tenues y el bullicio, vieron entrar a Guido y su grupo de amigos, quienes parecían haberse convertido en clientes regulares del pub.
Morena intentó ignorarlo, como siempre, enfocándose en su trabajo. Sin embargo, no pudo evitar notar que Guido la miraba desde la distancia, con una mezcla de curiosidad e interés.
Mientras la noche avanzaba, la atmósfera se tornaba más intensa. Varios famosos se acercaban a la barra para pedir tragos o charlar brevemente con ellas. Entre ellos, un músico muy conocido en la escena del rock argentino, que no dejaba de hacerle comentarios subidos de tono a Isabella, mientras ella trataba de mantener la compostura.
Guido, observando la situación, decidió acercarse al músico para hablar con él. Morena se dio cuenta de la escena y, sin saber por qué, sintió una mezcla de alivio y nervios. Guido no parecía el tipo que se involucraba en conflictos ajenos, pero esta vez estaba actuando de manera protectora.
—Che, tranquilo, hermano. No está bien acosarlas, están trabajando —le dijo Guido al tipo, con voz firme pero controlada.
El músico se rió, claramente pasado de copas, pero dio un paso atrás, levantando las manos en señal de rendición. Isabella lanzó una mirada agradecida a Guido antes de regresar a su puesto en la barra.
Guido aprovechó el momento para acercarse a Morena.
—Lamento el comportamiento de mis "colegas" —dijo, con una leve sonrisa—. Son unos boludos cuando toman.
Morena lo miró sin decir nada por un momento. Sus ojos eran una mezcla de desconfianza y curiosidad. Había algo en él, en su actitud relajada pero protectora, que la desconcertaba.
—Gracias... Supongo —respondió finalmente, manteniendo su mirada firme.
Guido sonrió y sostuvo la mirada, examinándola de una forma que la hizo sentirse vulnerable y, al mismo tiempo, intrigada. El ambiente entre ellos se volvió pesado, lleno de una tensión inexplicable. Pero antes de que pudiera decir algo más, uno de los amigos de Guido le llamó, y él se despidió con un leve asentimiento.
La noche continuó, pero ese momento quedó rondando en la mente de Morena. Algo había cambiado. Tal vez, esa no sería la última vez que sus caminos se cruzarían de una forma inesperada.
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𝑅𝐼𝑆𝐴 | 𝑮𝑼𝑰𝑫𝑶 𝑺𝑨𝑹𝑫𝑬𝑳𝑳𝑰
أدب الهواة𝑆𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑛 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑎́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑚𝑖́𝑎 𝑦 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑚𝑎́𝑠...