El sol se estaba poniendo en Konoha, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados. Naruto caminaba por las calles de la aldea, con una ligera sonrisa en el rostro, mientras pensaba en lo que había planeado para ese día. Sabía que Sasuke no era muy bueno mostrando sus sentimientos, pero quería hacerle saber lo mucho que significaba para él.
Finalmente, llegó a la casa de Sasuke. Sintió algo de nerviosismo en su estómago, algo que no experimentaba con frecuencia. Había pasado mucho tiempo desde que Sasuke regresó a la aldea, pero a veces sentía que todavía había cosas no dichas entre ellos, emociones que ambos guardaban sin mostrar.
Naruto tocó la puerta con suavidad y esperó. Después de unos segundos, la puerta se abrió, y allí estaba Sasuke, con su mirada de siempre, pero algo diferente en sus ojos.
—¿Naruto? ¿Qué haces aquí? —preguntó Sasuke, su tono habitual, aunque con una leve curiosidad.
—Eh... quería verte —respondió Naruto, rascándose la nuca de manera incómoda. —Y... traigo algo para ti.
Sasuke arqueó una ceja, sin saber qué pensar.
—No necesitas hacer esto, Naruto —dijo, aunque no podía evitar sentirse un poco curioso.
Naruto sonrió ampliamente y, sin más, sacó de su mochila un pequeño paquete envuelto con cuidado. Sasuke miró el paquete y luego a Naruto, algo confundido.
—Es solo... algo que hice para ti —dijo Naruto con una sonrisa tímida, sintiendo un leve sonrojo en sus mejillas.
Sasuke tomó el paquete y lo abrió lentamente, encontrándose con una bufanda tejida a mano. Era sencilla pero cálida, y aunque no era algo lujoso, el gesto era genuino y lleno de cariño. Sasuke sintió una calidez que no estaba acostumbrado a experimentar.
—¿La hiciste tú? —preguntó Sasuke, sorprendido por el detalle.
—Sí —respondió Naruto, mirando a otro lado para ocultar su sonrojo—. Pensé que te gustaría tener algo... que te recordara a mí. No me importa que no sea perfecta, solo quiero que sepas que siempre estaré aquí, incluso cuando no digamos nada.
Sasuke, por primera vez, sintió una profunda emoción en su pecho. No era solo la bufanda, sino el hecho de que Naruto había hecho todo eso pensando en él. En ese momento, las palabras de Naruto parecían resonar en su corazón, y Sasuke no pudo evitar sonreír suavemente.
—Gracias, Naruto —dijo Sasuke en voz baja, con un tono más cálido que de costumbre.
Naruto se sorprendió al escuchar la suavidad en su voz. Sasuke, tan frío y distante, ahora parecía un poco más cercano. Sin decir nada más, Sasuke tomó la bufanda y se la puso, dejando que Naruto viera cómo la llevaba con una ligera sonrisa.
—Siempre será un regalo de alguien especial para mí —dijo Sasuke, mirando a Naruto.
Naruto sonrió de oreja a oreja, satisfecho por el gesto, y se sintió más cercano a Sasuke que nunca. No necesitaban palabras grandiosas para expresar lo que sentían; a veces, un simple regalo era todo lo que se necesitaba para mostrar lo mucho que significaba alguien.