CAPÍTULO 1 LUCES Y SOMBRAS

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Las vidrieras góticas de las ventanas de la biblioteca nocthulis proyectaban un sombrío mosaico de colores sobre los estantes de los polvorientos libros, el viento enfurecido se hacía sonar por toda la sala, me quede observando como las gotas de lluvia golpeaban el viejo vidrio.

"—¿Y qué son? ¿Qué son los fríos?

Sonrió sombríamente.

—Bebedores de sangre—replico con voz estremecedora—. Tu gente los llama vampiros.

Permanecí contemplando el mar encrespado, no muy segura de lo que reflejaba mi rostro." 

Oh, vamos, Bella, hasta un ciego sabría que Edward es un vampiro, pensé, mordiéndome el labio para contener una sonrisa irónica. Suspiré, mis dedos acaricio la orilla desgastada de la novela, contando cuantas páginas me quedaban para terminar el capítulo, y por un momento me perdí en la idea de lo tentador que debía ser creer que algo tan extraño y hermosos como los vampiros podría realmente existir. Algo en mí, en el fondo, tintineó curioso, deseoso de ser parte de ese mundo peligroso, cruzar el umbral y encontrarme en medio de sombras susurrantes de criaturas que acechan en la oscuridad, esperando... ¿qué? ¿A una bibliotecaria que sueña despierta con que un vampiro buenorro se enamore de ella?  

Puse el marcapáginas entre las páginas del libro antes de cerrarlo y meterlo en el bolso, la hora del descanso había terminado, y el papeleo de los registros para los nuevos libros que había llegado me esperaban, pero mis pensamientos estaban en otra parte, atrapados en la intensidad de ese amor frenético que Edward sentía por Bella, un amor que desbordaba cada página y dejaba un eco en mi pecho que no podía ignorar.

¿Por qué algo tan irreal y peligroso resultaba tan seductor? ¿Por qué, en la seguridad de mi biblioteca, sentí una nostalgia inexplicable, como si mi vida cotidiana careciera de ese fuego desbordante? Me apoyé en la silla, y una sonrisa soñadora se escapó de mis labios. Quizás todos los que leemos anhelamos, en el fondo, una historia que nos saque de la rutina, que nos haga sentir que hay algo en el mundo que vale la pena arriesgarlo todo.

—Amy, no te preocupes por los registros, ya me encargo —dijo mi jefa, Teresa, apoyando suavemente una mano en mi hombro—. Esta semana ya has hecho demasiadas horas extras, además, hoy es viernes. Sal y diviértete.

—Gracias, Teresa, pero... no tengo grandes planes. De hecho, prefiero hacer horas extras, el tratamiento de mi madre es caro y necesitamos el dinero. —mencione encogiéndome de hombros. 

Podía notar en los ojos de Teresa un destello de compasión, pena, o quizás ternura.

—Entiendo, Amy —respondió suavemente—, pero una chica de tu edad no debería de tener que hacerse cargo de estas situaciones —suspiro sentándose a mi lado, su mano acariciaba mi espalda suavemente— ¿No sabes nada de él?

Negué con la cabeza. Papá no ha vuelto a aparecer por casa desde que a mamá le dio el último episodio psicótico hace al menos tres meses. Y cada vez son más recurrentes. Las alucinaciones son más intensas, y su recuperación, cada vez más lenta, parece una batalla perdida. Se está consumiendo, y no puedo hacer absolutamente nada. Limpie las lágrimas que se habían desbordado por mi mejilla con el dorso de mi mano.  

—Estaremos bien.

Mentí. No podría permitirme derrumbarme en el trabajo, ¿Qué imagen daría eso de mí?

Mire a Teresa, que acariciaba mi mejilla. Sus ojos se mantenían abiertos, luchando contra las lágrimas que querían escapar. Sonrió levemente, dejando ver sus tierno hoyuelos, tan llenos de pecas.

El llamado de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora