El aire se volvió más denso, y la presión de su advertencia se clavó en mi pecho, robándome un suspiro. No sabía qué tipo de monstruo era Marcus Huxley, pero la forma en que la diosa dorada lo mencionó, con tal gravedad, hizo que cualquier impulso de desafío por escapar de la maldición se desvaneciera al instante.
Asentí en silencio, sin atreverme a cuestionarla más. Su mirada fija y seria era suficiente para convencerme de que este lugar no era un simple reino de sombras, sino algo mucho más terrible, mucho más profundo. ¿Qué había hecho mi madre para que yo estuviera aquí?
La niebla a nuestro alrededor se espesaba a cada paso que dábamos, el suelo parecía tragarnos con cada pisada. Y entonces, al final de un camino invisible, se erguía la puerta. No era una puerta normal, ni mucho menos. Era más bien un umbral oscuro, como si fuera una herida en el propio tejido del mundo, una rendija por donde todo lo sombrío y malvado podía filtrarse. Estaba tallada en piedra negra, con símbolos que brillaban débilmente en un tono rojo oscuro, como si sangre hubiera sido utilizada para esculpirlos.
La espalda de la corte se adentró en completo silencio, a su lado, Darcel caminaba con una elegancia que parecía fuera de lugar en este entorno de terror y desesperanza. Me detuve un paso antes del umbral, y la sensación de que algo estaba observando cada uno de mis movimientos se intensificaba.
Sabía que aquella advertencia no era para tomársela a la ligera. El silencio que nos rodeaba era espeso, opresivo, como si el mundo mismo estuviera conteniendo la respiración. La corte Ushyx no era como los libros describían la fantasía, era un lugar terrorífico, donde un pequeño error podía provocarte una muerte letal. ¿Qué sucedería si mirara a los ojos de Marcus Huxley?
Un sonido bajo y profundo emergió desde el interior de la puerta, una vibración que recorría el suelo y hacía que los huesos resonaran. Una figura se materializó lentamente a través de la niebla, una sombra que parecía distorsionarse, como si fuera parte de la misma tiniebla. Y allí, de pie, en lo alto de una escalera de mármol negro, apareció él.
Marcus Huxley
Su presencia era abrumadora. No era solo la forma en que su figura se alzaba sobre nosotras, ni la manera en que la luz moría a su alrededor, esparciendo sombras más densas a su paso. Era algo mucho más profundo, más primordial, como si toda la oscuridad del mundo hubiera decidido concentrarse en un solo ser. Llevaba una capa de terciopelo negro que brillaba con un resplandor casi sobrenatural, y en sus manos sostenía un bastón tallado en obsidiana, con un cráneo de animal en la parte superior, decorado con piedras preciosas que brillaban con una luz maligna. Sus ojos, de un color ámbar deslumbrantes, atrayentes, seductores, no me miraban, pero sentí el peso de su mirada atravesando mi piel, perforando mis pensamientos.
Darcel y la amazona, con una reverencia sutil, dieron un paso atrás, la de orejas puntiagudas me empujó hacia delante. El aire se volvió más denso, como si la propia corte se cerrara alrededor de nosotras. El miedo se apoderó de mí.
«No lo mires a los ojos» Las palabras de la Nahual vinieron a mi mente, pero mi cuerpo no reaccionó a tiempo. Sin querer, di un vistazo fugaz, pero él ya me estaba mirando, y en ese instante, el mundo a mi alrededor se detuvo. Aquellas palabras volvieron a resonar en mi cabeza, como un eco lejano: «No lo mires a los ojos, o encontrarás la muerte en ellos». El aire se cortó, y la oscuridad pareció tragárselo todo. Sin embargo, algo dentro de mí resistió. Algo en mi interior, un resquicio de humanidad luchó por no sucumbir por completo al abismo al cual yo misma me había lanzado. Forcé a mis ojos a apartarse de su mirada, y cuando finalmente lo logré, el dolor comenzó a menguar, aunque una sensación de vacío persistió, como si algo profundo y vital me hubiera sido arrebatado.
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El llamado de las sombras
FantasyHoy en día todos creen saber sobre la mitología, pero solo sabemos lo que ellos quieren que sepamos. Se ocultan tras las sombras, conviven entre nosotros, fingiendo ser uno más. ¿Pero son capaces de sentir?, ¿Son como las películas o relatos los cue...