𝓣wo 𝓟lanets 𝓞ne 𝓛ove. ★

★⃟⃤ ─ 𝒯e gustaría salir?

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El planeta se encontraba pensando, con un regalo en sus manos, y otro planeta cerca de él, solo podía pensar en si lo aceptaría. Saldría de sus pensamientos hacía al mundo real trás escuchar que lo habían llamado, curiosamente era el planeta rojo; el cual había puesto su mano en el hombro de su contrario.

─ Oye, ¿estás bien? Has estado viendo ese obsequio por más de 30 minutos ─
Le preguntó amablemente junto a una sonrisa, para luego dejarle su espacio.

─ Si, estoy bien, no hay necesidad de preguntar, ¿sabes? ─
Un poco molesto contestó, para sólo mirar a otro lado.

─ Bueno "señor cascarrabias", yo solo preguntaba ─

El planeta solo se alejó acercándose al habitable, mientras que el de tonos rojizos anaranjados se sentía de buen humor, pues no tenía tiempo para preocuparse por el miedo de alejar a los demás; junto a un nudo en la garganta se pondría firme para luego ir a la órbita del verde-azul.

El chico recibiría a su contrario con una sonrisa, viendo que junto a él traía un regalo muy colorido de lazo azul; el planeta tóxico, aunque lo conocía desde siempre, temía decir alguna cosa boba u otra que lo deje quedar en ridículo. Cada vez que lo miraba a los ojos, sentía como su corazón palpitaba; hasta que el planeta habitable agarraría de la mano a su contrario, un leve sonrojo lo delataría, aunque ambos planetas estaban nerviosos, amaban tener esos pequeños momentos de contacto físico.

─ Oye... Bueno, t-te había traído algo, pero- ─

─ ¡Hm! ¡Basta, amo cuando haces eso..! ─
Rió levemente, a su vez interrumpiendo al que se encontraba ahí.

─ ¿Eh..? ¿Qué cosa? ─
Su vista solo se enfocó en él, junto a un curioso rubor que se había presentado en ese momento, aunque le agradaba su risa se encontraba confundido.

─ ¡Tartamudear...! Eso me gustaba desde hace tiempo... Y si te soy sincero, sigo amandolo, ¡hm! ─
Él solo le sonrió mientras reía amablemente.

El de tonos rojizos anaranjados, por un momento, se pondría apenado, pero al mirar a otro lado y pensarlo un poco se pondría firme y se acercaría paso por paso.
Al sentir la calidez de la atmósfera del planeta tóxico, un rubor aparecería, para luego mirarlo a los ojos. Ese color amarillento y rojizo rubí le encantaba a plena vista, el brillo de sus ojos que la luz cálida del Sol reflejaba. Dando vueltas en un ciclo sin fin y lleno de compañía; los dos se habrían perdido en un resplandor en el que nadie los podría sacar, o al menos parecía.

─ P-Perdón... Pero ya sabes, em... ─
Se alejaría un poco al ver que su contrario quería abrazarlo. Quería, pero no podía.

El calor del planeta tóxico hirviendo los océanos del verde-azul, con ese pequeño acercamiento que tenían, podían sentir la atmósfera de cada uno.

─ Hey... ¿Alguna vez me has visto de la forma en la que yo lo hago? ─
Junto a un tono suave pero claro, y entre cerrando sus ojos con una mirada resplandeciente, le preguntó, no tenía nada que esperar de él más que solo una respuesta clara.

─ Pero... Hm ─
Colocó su mano derecha en la barbilla, para luego mirar a otro lado y empezar a reír de repente ─. ¡Claro que sí, tontito! ¿Sabes lo mucho que me encanta tu forma de actuar y de ver al mundo? Es lo más hermoso... Incluyendo tu apariencia, los rayos del Sol la hacen resplandecer más de lo que ya es ─

Su contrario solo se quedaría sorprendido, esas palabras tan lindas viniendo de él, el cual antes era un planeta inseguro incapaz de mostrar su afecto a los demás de su alrededor. Junto a un sonrojo, y una leve sonrisa, empezaría a apreciar como la luz resplandeciente que los rodeaba cada día afectaba los colores del verde-azul, convirtiéndolos en una hermosa paleta de colores que era linda de apreciar mientras "acariciaba", un poco lejos de su atmósfera, su mejilla.

─ ¿Qué te parece... Sí los dos vamos por ahí, tú y yo..? ─
Preguntó el de tonos rojizos anaranjados mirándolo a los ojos, un poco confiado, extendió su mano para poder recibir la del habitable.

─ ¿Tú y yo? Hm... Suena lindo, Vee ─
Le sonrió, pero sin darle la mano a su contrario, pues no le gustaría quemarse de nuevo.

Mientras caminaban, el planeta habitable solo no podía apartar su vista del que lo acompañaba, aunque no se alcanzaba a ver perfectamente, se podían notar las mezclas de colores rojos y anaranjados junto a amarillentos bajo esa atmósfera blanca cual nevada invernal.

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