Novia por contrato

Capítulo 18 - No te vamos a fallar

...

La mujer entró en la habitación como un huracán contenido. Cada paso que daba retumbaba con un propósito inconfundible, su tacón resonaba en el suelo como un metrónomo marcando su irritación. Su postura era impecable, rígida, como si llevara sobre los hombros una autoridad que nadie en la habitación se atrevería a cuestionar.

Mía, Mar y Cler estaban sentadas, inmóviles, intentando hacerse pequeñas en sus sillas. Ninguna se atrevía a hablar, sabían que el silencio era su único escudo en ese momento. Los ojos de Camila recorrían la sala, de vez en cuando se detenía cerca de alguna de las chicas,  causando un escalofrío en ellas, como si sus ojos pudieran perforar con solo mirarlas. Ella apretó los labios, y su respiración, aunque controlada, parecía cargar con la fuerza de una tormenta que amenaza con estallar.

Caminaba de un lado a otro, con las manos cruzadas detrás de su espalda. No es el tipo de enfado que grita, sino el que pesa, el que hace que cada segundo de espera sea más incómodo que cualquier reprimenda. De vez en cuando, se detenía y lanzaba una mirada afilada hacia las chicas, pero volvía a moverse antes de que ninguna pudiera reunir el valor de sostenerle la mirada.

Finalmente, se detuvo en el centro de la habitación. Su presencia dominaba el espacio, y el aire parecía volverse más denso. Sin levantar la voz, pronunció las primeras palabras, con un tono frío como el filo de un cuchillo:

- Espero que al menos una de vosotras pueda explicarme como hemos llegado a este punto.

Mar y Mía estaban sentadas una al lado de la otra, sus dedos entrelazados nerviosamente, mientras intentaban explicar lo inexplicable. La tensión en el aire era casi palpable, como una cuerda tensa a punto de romperse. Se miraban entre sí, buscando apoyo, una señal de quién debía hablar primero. Finalmente, una de ellas, con el cabello revuelto y el rostro enrojecido por los nervios, tomó la palabra.

- No queríamos... no queríamos que nadie se preocupara - dijo Mía, su voz apenas era más alta que un susurro. Jugaba con el borde de su manga, incapaz de mirar directamente a Camila. - Sabíamos que de un momento a otro la cosa se descubriria pero, no teníamos elección.

Mar, más tranquila a primera vista, aunque su pie daba golpecitos contra el suelo, intervino rápidamente, como si las palabras se le escaparan antes de que pudiera detenerlas.

-¡Intentamos buscarla por todos lados! O sea, sabíamos dónde estaba. Bueno...no, pero... - Su voz tembló un poco, y su mirada se aguó cuando recordó los momentos en los que no tuvieron noticias de Cler. - Inventamos cosas para cubrirla, pero... era por su bien.

- Y por el nuestro - murmuró Mía, con la cabeza agachada. - Si alguien se enteraba, nosotras también tendríamos problemas... y así ha sido.

Sus voces chocaban con el silencio, y ambas sentían el peso de sus propias palabras. Por un momento, todo parecía detenerse mientras esperan un juicio que, en el fondo, sabían que no podían evitar.

Cler las observaba en silencio, cruzada de brazos y con una expresión difícil de descifrar. Había un fuego contenido en sus ojos, una mezcla de incredulidad y algo más profundo, más doloroso: decepción. Permitió que el silencio se alargara, dejando que las palabras de las otras dos chicas siguieran resonando en la habitación.

Finalmente, exhaló un suspiro lento, cargado de emociones que no podía articular de inmediato. Inclinó la cabeza hacia un lado, como si estuviera analizando cada una de sus explicaciones. Cuando se decidió a hablar, su voz era baja, pero cortante, como un filo que no busca herir pero tampoco evita hacerlo.

- ¿Por su bien? - repitió, con un leve temblor en la voz, aunque sus ojos no parpadearon. - ¿Y en qué momento pensasteis que cubrirme con mentiras era realmente "por mi bien"?¿Por qué no le contasteis la verdad?