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Jake estaba en ese momento del mes en que debería tener su celo de no ser por los supresores, lo que equivalía a ser una bola sensible que no hacía más que comer, dormir y jugar con Riki cuando no estaba llorando.

Realmente intentaba ser un adulto y recomponerse frente a Riki, porque el pequeño no tenía la culpa de que su madre sea un maldito dependiente de un alfa que le había dado un céntimo de atención, pero no ayudaba en nada que cada media hora su hijo pregunté por el alfa que súbitamente desapareció y dejo de contestar los mensajes.
¿Lo había cansado acaso? ¿Habían sido demasiado los mensajes a diario? El alfa seguramente solo estaba haciendo amable con ellos los primeros días en el pueblo y se había dado cuenta de que no valían la pena.

Mentira. Riki era una persona que siempre valía la pena conocer, pero Jake sabía que él podía llegar a ser insoportable y ese debía haber sido el dilema del alfa.

Pero su...el alfa le había regalado flores...

Flores que ahora decoraban su mesa y que emocionaban y hacían doler el corazón de Jake cada vez que las veía, frescas y perfumadas como el día en que Heeseung se las obsequio junto al regalo de Riki, otro recuerdo de como había alejado al alfa.

Riki llevaba a Deunggie, el dinosaurio, a todas partes, comía en la mesa con ellos, dormía en la cama y Jake lo había convencido de que los dinosaurios no necesitaban bañarse como los humanos cuando había intentado meterlo en la bañera y que si llegaba a ensuciarse mucho el mismo le prepararía un baño especial para dinosaurios (la lavadora).

El cachorro preguntaba a cada rato cuando iría Heeseung a jugar con ellos, con el pretexto de que Heeseung, él y Deunggie habían acordado una dino fiesta del té, que era cierto porque Jake había sido invitado.  Pero Heeseung había desaparecido en el aire.

¿Por qué le prometería cosas a su... al cachorro si no las cumpliría?

Sería que... pero no era posible, o si y Jake había sido un iluso, pero Louis no podía saberlo... o si...

¿Y si se había enterado y odiaba profundamente a Jake?

Oh dios tenía que hablar con él, necesitaba oír su verdad y que luego lo odie todo lo que quiera y lo despache de su vida, pero Heeseung debía saberlo de su parte y culparlo a él y solo a él, Riki no tenía la culpa de la estupidez de su mamá y no debía perder a su papá por esta.

Si tan solo hubiera sido más inteligente y no tan egoísta tal vez Heeseung se hubiera enterado por él y no por quien sabe dónde, aunque lo más probable es que fuera deducción propia de solo comparar sus facciones con las de Riki.

¿Y si él rubio que lo había seguido era su novio y Heeseung había estado tonteando con ellos? Eso tendría sentido aún cuando le dolía mucho pensarlo.

No, Jake había visto sus fotos y eran demasiado parecidos, debían ser parientes.
¿Y si ese pariente le había abierto los ojos a Heeseung y advertido de que no se metiera con él? Jake no había hecho nada malo pero no tenía idea como podría reaccionar la familia de Heeseung ante él.

Tenía la tendencia de arruinar familias, ¿La familia de Heeseung desconfiaría de él? No lo conocían, no podían juzgarlo por redes sociales pero el alfa le había contado que era el único alfa en su familia y desde que su padre se había ido, él estaba a cargo, así que no le sorprendería de que desconfiaran de él considerando que...

Ya estaba pensando bobadas, como si Heeseung le prestará atención real, él solo era un antiguo conocido y la mamá de Riki, el cachorro del cual Heeseung se hizo amigo y ese sería su puesto para siempre, ni más ni menos.

– Mami, ¿Estás bien? – la voz de Riki lo interrumpió, el niño fruncía la nariz y Jake se dió cuenta del aroma a angustia en el aire.

No, no estaba bien, pero igual sonrió a su bebé.

– ¿Me das un abrazo, bebé? Estoy bien pero quiero un abrazo para sentirme mejor – pidió, suspirando cuando su cachorro corrió a sus brazos.

Trepado en su regazo con su carita en su cuello, rodeándolo con sus bracitos, Riki comenzó a mecerse encima suyo, sus manitos en su cabello lo acariciaban con cada movimiento, estaba imitando tiernamente la nana con la que él lo ayudaba a dormir. Jake lo abrazó con fuerza y se dejó mimar.

– ¿Quieres que me acueste contigo así puedes descansar, mami? – quiso reír al oírlo pero una especie de sollozo salió de su boca.

¿Qué había hecho bien en su vida para merecer a Riki?

– Si, cielo, ¿Quieres dormir un rato conmigo? Prometo llevarte por un helado luego – Riki acepto, pero algo le decía que hubiera dicho que si sin el helado.

Pronto estuvieron acurrucados en la cama grande, su cachorro abrazaba su costado y se durmió antes que él, su respiración suave y sus suspiros risueños le sirvieron como somniferos y pronto estuvo sumido en un mundo dónde no le importaba la realidad y dónde junto a ellos había un alfa mimándolos.

Beach Boys - HeejakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora