Theo había regresado a Beacon Hills con la intención de encontrar a la manada McCall. Sin embargo, entre sus planes no estaba revivir el interés que una vez sintió por Jack Stilinski.
Pero aquello resultó inevitable. Ambos compartían los mismos sent...
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Jack ajustaba las cadenas que aseguraban a Liam, mientras que, a unos metros de distancia, Stiles y Scott permanecían sentados en el Jeep, conversando en voz baja.
—Esto es terriblemente incómodo. Y lo peor de todo es que me abandonas —protestó Liam, haciendo un puchero con los labios.
—No seas tonto, Dunbar. Aquí estarás más a salvo —dijo Jack.
Desde que el alfa había mordido al joven rubio, Jack había estado a su lado tanto como le era posible, adoptando una actitud casi paternal. Pero no podía evitarlo, Liam le recordaba tanto a Isaac. Al principio eran rudos, pero siempre acababan desahogándose en los brazos del castaño.
—De verdad, Jacky, puedo hacerlo. Solo me llevas dos años, no soy un crío, y estoy bien.
—Oye, no es que no confiemos en ti —dijo Scott, acercándose con las llaves de las cadenas junto a Stiles. Probablemente habían escuchado la conversación entre los dos betas.
—Yo no confío en ti —aclaró Stiles, levantando un poco la mano. Su hermano no dudó en darle un pequeño golpe en la cabeza, indicándole que se callara.
—Pero después de la última luna llena... —continuó Scott, provocando una risa de Jack al recordar aquella noche tan extraña como divertida.
—Eso fue un error —se apresuró a decir rápidamente Dunbar, un poco avergonzado—. E-r-r-o-r.
—¿Un error? —replicó el de lunares, incrédulo—. ¿Una docena de llamadas a la oficina del sheriff sobre un "niño-perro-monstruoso" corriendo desnudo por Beacon Hills es un error?
—Y recordemos que luego se coló por la ventana de mi habitación y se quedó durmiendo en mi cama —añadió divertido Jack, ganándose una mala mirada del rubio.
—¿Por qué ibas desnudo?
—Hacía mucho calor esa noche, ¿sí?
—¿Y por qué entraste a la habitación de mi hermano? —preguntó Stiles, entrecerrando los ojos. Cualquier chico que se acercara a su hermano era una clara amenaza.
—Porque... olí su aroma desde lejos y es muy agradable —dijo Liam, un tanto avergonzado y con las mejillas sonrojadas. Mientras tanto, Scott desencadenaba al chico.
Las cadenas cayeron al suelo, y Stiles las recogió para guardarlas en la bolsa. Scott dio una palmada en la espalda de su amigo, y ambos se dirigieron de vuelta al Jeep, dejando a Liam y Jack unos pasos atrás.
—¿Te encuentras bien, Li? —preguntó Jack con suavidad, tomando la mano del menor con delicadeza. No le sorprendió encontrar las marcas que las garras de Liam habían dejado en su propia piel, pero no le importó.
