RECONSTRUYENDO LA ESPERANZA

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Harry se despertó al amanecer, con una sensación renovada de calma. Aún sentía la herida que Draco le había dejado, pero ahora esa herida estaba cubierta por algo más fuerte: la necesidad de proteger a su hijo. Esa determinación lo impulsaba a seguir adelante, a mirar hacia el futuro ya construir una vida donde ambos pudieran ser felices.

La primera persona con la que decidió hablar fue Hermione. No solo porque confiaba en ella completamente, sino porque sabía que ella tenía el pragmatismo y la claridad que él necesitaba. En cuanto escuchó la puerta de su departamento, Hermione entró y le dio un abrazo, envolviéndolo en un calor que le hacía falta.

—Buenos días, Harry. ¿Cómo estás hoy? —le preguntó, su voz suave y llena de preocupación.

Harry esbozó una pequeña sonrisa. —Mejor, creo. Necesito... hablar sobre el futuro, Hermione. Hay muchas cosas que tengo que resolver antes de que el bebé llegue, y sé que no puedo hacer esto solo.

Hermione ascendió, animándolo a continuar. —Te escucho. Sabe que estoy aquí para ti, para lo que necesitas.

Harry respiró hondo y comenzó a enumerar los pensamientos que habían rondado su mente en los últimos días. —Primero, debo encontrar un lugar más grande. Este departamento es pequeño, y... bueno, quiero que mi hijo tenga su propio espacio, un lugar que sea seguro y donde se sienta cómodo.

Hermione emocionada, encantada de ver a Harry tan comprometido y decidido. —Eso tiene sentido. Puedo ayudarte a buscar opciones en un vecindario tranquilo, y estoy seguro de que Ron también querrá echar una mano.

Harry agradecido. Ron había sido una constante en su vida desde Hogwarts, y aunque no siempre había sido tan perspicaz como Hermione, su apoyo y lealtad siempre habían sido inquebrantables.

—Gracias, Hermione. Y además... necesitaré ayuda con los preparativos para el bebé. Todo esto es tan nuevo para mí —admitió, con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Hermione se rió suavemente. —No te preocupes, Harry. Todo es nuevo para cualquiera en esta situación. Pero tienes tiempo, y estoy aquí para ayudarte con cada detalle, desde la cuna hasta los pañales. Vamos a crear un espacio hermoso para ti y para el bebé.

La mención del bebé hizo que Harry volviera a acariciar su vientre, como lo hacía cada vez que pensaba en la vida creciendo dentro de él. No podía evitar imaginar cómo sería su hijo: ¿tendría su cabello desordenado? ¿O los ojos de Draco? Esa última idea le provocó una punzada en el pecho, pero la apartó rápidamente. No importaba cómo se viera; lo que importaba era que estaría lleno de amor.

—Lo que más quiero es que este bebé sea feliz —murmuró Harry, en voz baja pero con una resolución firme—. Quiero que crezca rodeado de amor y sin dudas de que es deseado.

Hermione caminando, apoyándolo con un gesto lleno de comprensión. —Y lo será, Harry. Vas a ser un padre maravilloso. Además, nunca estarás solo en esto. Tienes una familia en nosotros, y nunca permitiremos que te sientas abandonado.

Sus palabras le dieron a Harry el impulso final que necesitaba. A partir de ese día, comenzó a enfocarse en lo positivo, en el futuro que estaba construyendo. Junto a Hermione y Ron, empezaron a organizar su nueva vida.

Los días pasaron y Harry fue descubriendo un mundo completamente nuevo. La búsqueda de una nueva casa, aunque agotada, le proporcionaba una especie de esperanza renovada. Finalmente, encontró un lugar encantador, una pequeña casa en el campo, lejos del bullicio de Londres, pero lo suficientemente cerca de sus amigos y de todo lo que necesitaría para criar a su hijo.

Hermione y Ron lo ayudaron a hacer la mudanza, y pronto el nuevo hogar de Harry se llenó de risas y muebles que habían seleccionado con cariño. La casa tenía un jardín soleado y una habitación luminosa que pronto se convertiría en la habitación del bebé. Harry decoró las paredes con tonos suaves y cálidos, imaginando cómo se vería cuando su hijo estuviera allí, jugando y creciendo.

Hermione también lo convenció de asistir a clases de preparación para padres. Al principio, Harry se sentía algo fuera de lugar, rodeado de parejas que esperaban ansiosos a sus bebés. Pero pronto comprendió que esa experiencia lo estaba preparando, no solo para el nacimiento, sino también para el amor incondicional que estaba creciendo en él.

Cada vez que acariciaba su vientre o sentía el movimiento del bebé, sentía cómo su dolor y sus dudas se disolvían. Se dio cuenta de que, aunque su relación con Draco hubiera terminado de la peor manera posible, no estaba solo. Este bebé era su nueva razón para vivir y, poco a poco, eso fue llenando cada rincón de su corazón.

Una tarde, mientras terminaba de colocar la cuna en la habitación del bebé, alguien tocó a su puerta. Al abrir, encontró a Ron, quien sostenía una caja envuelta en papel azul con un lazo blanco.

—Es un regalo de parte de nosotros —dijo Ron, sonriendo tímidamente—. Hermione insistió en que te lo trajera de inmediato. Dice que es algo importante para el bebé.

Harry tomó la caja y la abrió con curiosidad. Dentro, encontró una pequeña manta tejida a mano, de color azul suave y con delicadas estrellas bordadas. La manta era cálida y acogedora, perfecta para envolver al bebé en sus primeros días.

—Gracias, Ron —dijo Harry, conmovido—. Esto significa mucho para mí.

Ron se rascó la cabeza, avergonzado. —Es lo mínimo que podíamos hacer, amigo. Sabemos que todo esto ha sido difícil, pero... estamos aquí, ¿sabes? No tienes que cargar con todo solo.

Harry ascendió, sintiendo una calidez en el pecho. Sabía que siempre podría contar con sus amigos, que nunca estaría verdaderamente solo. Ese pensamiento le dio la paz que tanto había buscado.

Los meses pasaron, y el día del nacimiento finalmente llegó. Hermione y Ron lo acompañaron al hospital, y Harry, entre nervios y emoción, finalmente conoció a su hijo al que llamo Asher Potter.

Era perfecto. Pequeño, con una mata de cabello negro y unos ojos grandes y curiosos. Harry lo sostuvo entre sus brazos, sintiendo cómo todo su ser se llenaba de amor y protección. En ese momento, supo que había tomado la decisión correcta, que este bebé era todo lo que necesitaba.

—Bienvenido al mundo, pequeño Asher —susurró, acariciando su mejilla—. Prometo que siempre estará a tu lado, que te protegeré y te amaré incondicionalmente.

Hermione y Ron observaban desde la puerta, conmovidos por la escena. Sabían que Harry había encontrado finalmente su propósito, que había dejado atrás el dolor para abrazar el amor en su forma más pura.

Desde ese día, la vida de Harry cambió para siempre. Aunque su corazón aún llevaba las cicatrices de su relación con Draco, el nacimiento de su hijo le dio una nueva razón para vivir, una razón para sonreír y mirar al futuro con esperanza. Su amor por su hijo era ahora el centro de su vida, y con eso, se sentía completo.

Harry había encontrado en su hijo el amor que siempre había buscado

ENTRE PROMESAS Y MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora