EXTRA: LA ÚLTIMA CONVERSACIÓN ENTRE HARRY Y DRACO

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Días después de la noticia del compromiso de Draco, el aire estaba más pesado que nunca en el departamento de Harry. A pesar de haber tomado la decisión de seguir adelante por el bien de su hijo, el dolor seguía intacto. Todo lo que Harry había esperado, todo lo que había creído, ahora se desmoronaba como un castillo de cartas. Y sin embargo, había algo más: una creciente curiosidad y rabia por la inevitabilidad de lo que se avecinaba.

Era una tarde gris cuando, por fin, Draco apareció en la puerta de su departamento. Harry lo miró desde la ventana antes de abrir, sintiendo la tensión acumulada en su pecho. Había soñado con este momento muchas veces, pero nunca de esta manera.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Harry, su voz apagada pero firme. No estaba seguro de si su corazón latía por la ira o por la tristeza.

Draco, a pesar de la batalla interna que seguramente estaba librando, lucía sereno, casi frío. Estaba vestido con su habitual elegancia, pero sus ojos delataban algo más: confusión, dolor, y quizás, algo de arrepentimiento.

—Harry... —dijo con voz suave, como si las palabras fueran un peso demasiado grande para él—. Necesito hablar contigo.

Harry no lo invitó a entrar. Estaba cansado de ser la víctima, cansado de vivir en la sombra de las decisiones de Draco. Sin embargo, algo dentro de él, algo que nunca había dejado de amar, lo impulsó a escuchar lo que Draco tenía que decir.

—Habla —respondió, cruzando los brazos sobre su pecho.

Draco se quedó quieto, mirando al suelo durante un largo momento, como si las palabras no pudieran encontrar el camino adecuado. Finalmente, levantó la mirada, y Harry vio en su rostro una expresión que nunca había imaginado: arrepentimiento.

—Sé lo que has visto en el periódico —empezó—. El compromiso con Astoria... Sé que te duele, Harry. Créeme, lo sé.

Harry cerró los ojos, intentando no dejar que las lágrimas se asomaran. No quería mostrar debilidad ante Draco, no cuando él había sido quien lo había dejado en el rincón de la oscuridad durante tanto tiempo.

—Te duele... —repitió Harry, con una amarga sonrisa. —¿Y cómo crees que me siento yo, Draco? Tres años, tres años esperando una señal, esperando que al final fueras tú quien tomara la decisión. Pensé que todo lo que me decías, todas las promesas... eran reales. Pero ahora, aquí estamos, y no sé qué soy para ti. No sé quién soy.

Draco dio un paso adelante, pero Harry lo detuvo con un gesto de la mano. No quería estar cerca de él, no ahora. No después de todo lo que había sucedido.

—¿Sabes qué? —continuó Harry, su voz volviéndose más firme, más decidida—. Yo... Yo estaba esperando que fueras el hombre que siempre me prometiste ser. El que me cuidara, el que me amara... Pero eso nunca pasó. Y ahora, ¿qué me dices? ¿Vas a casarte con ella? ¿Vas a seguir con tu maldita vida de familia perfecta y dejarme atrás?

Draco se sintió como si lo golpearan en el pecho, pero no podía hacer nada para detener las palabras de Harry. No podía cambiar lo que había hecho. Estaba atrapado en las expectativas de su familia, en los hilos invisibles que lo ataban a Astoria y a todo lo que representaba. Pero su amor por Harry no era algo que pudiera desechar tan fácilmente. Era más fuerte que nunca, aunque ya no tuviera el derecho de pedir algo a cambio.

—No quiero casarme con Astoria —murmuró Draco, su voz quebrada—. Pero lo estoy haciendo. Porque es lo que mi familia quiere, y porque lo que te di... lo perdí. Te perdí, Harry. Y lo peor es que ni siquiera tengo derecho a arrepentirme.

Harry sintió un nudo en la garganta, y por un momento, le costó respirar. ¿Por qué había venido Draco? ¿Qué quería lograr ahora? Había tomado sus decisiones, y Harry se había quedado con el corazón roto. Ya no había espacio para la esperanza.

—¿Lo perdiste? —preguntó Harry, en un susurro. Sus ojos brillaban con la tristeza que se negaba a desaparecer. —¿Crees que es tan fácil, Draco? Yo te di todo. Yo confié en ti, me entregué completamente... Y ahora, por tu culpa, voy a ser madre. Y tú... tú ya no estás en mi vida. ¿Te das cuenta de lo que has hecho?

Draco miró a Harry con la desesperación reflejada en su rostro. No sabía qué decir, cómo hacerle entender que, aunque todo parecía perdido, él sentía el mismo dolor. No había forma de remediar lo que había sucedido.

—Harry, yo... —comenzó, pero las palabras se atragantaron en su garganta. No podía decir lo que su corazón realmente sentía porque ya era tarde. —Escuché lo del bebé...

Harry lo miró con incredulidad. ¿Cómo lo había sabido?

—Te enteraste, ¿verdad? —preguntó Harry con amargura. —¿Vas a quedarte allí con tu novia, con tu futura esposa, mientras yo crío a nuestro hijo solo? ¿Qué esperas de mí, Draco? ¿Que lo acepte, que te perdone? ¡No puedo!

Draco hizo una pausa, su mirada fija en Harry, como si estuviera luchando contra una tormenta interna. Finalmente, tomó aire, sintiendo cómo todo el peso de su amor perdido y su culpa lo aplastaba.

—Lo siento, Harry. Lo siento tanto. Pero yo nunca quise que esto sucediera. Y ahora, me doy cuenta de lo que he perdido. He perdido a la persona que amaba más que a nada. Y un hijo... un hijo que no sé si merezco ser parte de su vida.

Harry cerró los ojos, sintiendo cómo la angustia lo invadía. Podía escuchar la sinceridad en la voz de Draco, pero ya no podía darle el consuelo que tanto buscaba. Su amor por él ya no era suficiente para borrar la herida que había dejado atrás.

—No te equivoques, Draco —dijo, levantando la vista, sus ojos brillando con determinación. —Lo que perdiste no fue solo un amor. Perdiste una familia. Y yo... yo voy a ser un padre. No necesito que tú estés aquí. No necesito tus disculpas.

Draco dio un paso atrás, el dolor reflejado en su rostro mientras las palabras de Harry caían como un martillo sobre su corazón. Él había perdido, y lo sabía.

—Adiós, Draco —dijo Harry, con un tono definitivo.

Y sin dar lugar a más palabras, cerró la puerta, dejando a Draco frente a la fachada que alguna vez pensó que podría ser su futuro. El frío que sentía ahora era más profundo que nunca, y sabía que, por su propia elección, había perdido no solo a Harry, sino a su hijo, y tal vez a su propio destino.

Harry se apoyó contra la puerta, las lágrimas cayendo lentamente. Sabía que este era el final de una era, pero también sabía que, por fin, estaba listo para comenzar una nueva vida. Una vida donde el amor de su hijo sería lo único que necesitaba.

ENTRE PROMESAS Y MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora