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Ken "Okarun" Takakura siempre tuvo problemas con las palabras. Bueno, más específicamente , le costaba pronunciar las palabras que realmente quería decir: se confundían durante el viaje desde su cerebro hasta su boca y, en la mayoría de los casos, lo llevaban a situaciones complicadas.
Por eso estaba tan, tan nervioso en ese momento; ni siquiera el dulce viento del verano podía calmar sus nervios, no podía alejar la ansiedad que temblaba en su piel.
Okarun había querido hacer esto desde hacía mucho tiempo . Había hecho simulaciones en su cabeza una y otra vez, había calculado y recalculado, había considerado y tanteado hasta altas horas de la noche.
" Sé natural ", resonaron las palabras de Momo en su cabeza. "Deja que tu corazón te diga qué decir ".
Para ella fue fácil decirlo, no se esforzó tanto como él .
El crujido de la puerta hizo que Okarun mirara hacia adelante y su corazón dio un vuelco cuando te deslizaste por el hueco, luciendo absolutamente impresionante con tu uniforme. Le sonreíste suavemente mientras te acercabas, con las mejillas ligeramente rosadas y el cabello sedoso y, oh , ese era tu perfume.
Era un aroma tan dulce , que le obstruyó la nariz mucho después de que la fuente ya había dejado su compañía.
—¡Oye, Okarun! ¿Dijiste que querías hablar? —Te atreviste a decir alegremente, en un tono amistoso y abierto, como siempre le hablabas, incitándolo a conversar, incitándolo a querer conversar sin límites.
—Oh, um, sí, lo hice —Okarun tropezó, con las palmas de las manos chorreando sudor y las mejillas ardiendo bajo el peso de tu mirada sobre él.
"Quería decirte algo. Q-quería decirte que..." Okarun te miró a los ojos, amable y cálido, y se quedó sin aliento. Ken "Okarun" Takakura siempre tenía problemas con las palabras; nunca decía lo que realmente quería decir, y eso conducía a malentendidos y resultados no deseados.
Por eso Okarun no usó ninguna palabra esta vez.
En cambio, se adelantó y plantó sus labios sobre los tuyos: fue casto, fue torpe, fue ansioso, puede que incluso haya sido desastroso; pero dijo todo lo que quería decir sin ninguna confusión, sin ninguna divergencia confusa.
Era un mensaje que no podía ser malinterpretado ni malinterpretado, el más claro de todos. Y cuando él se apartó y te miró nerviosamente, no tuviste ningún problema en decir:
" A mí también me gustas, okarun " .
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