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En el instante en que los ojos de Okarun se posaron en el moretón que te atravesaba el antebrazo, supiste que te esperaba un mundo de interrogatorios frenéticos y preocupados.
—Señorita (t/n), ¿qué pasó? ¡Eso se ve muy mal! ¿Duele? ¡Diablos! ¿ Alguien hizo esto ...?
Okarun simplemente se estaba acelerando con todas sus preguntas, la ira chispeando en sus ojos y el olor a ozono filtrándose en el aire mientras esos sonidos de crujidos demasiado familiares resonaban en sus manos.
—Okarun, ¡estoy bien! —chillaste, agarrando sus muñecas antes de que su transformación pudiera alimentarse de su ira y tomar todo su cuerpo. Okarun parpadeó y sonreíste suavemente.
"Me tropecé y me golpeé el brazo contra la encimera de la cocina mientras caía. Prometo que nadie me hizo esto", explicaste, suplicando internamente que su actitud protectora le permitiría creerte; era la verdad, después de todo. Eras la persona más torpe del mundo; Okarun lo sabía.
Un bonito rubor coloreó las mejillas de Okarun mientras suavemente soltaba su muñeca de tu agarre para ajustar sus lentes nerviosamente.
—Oh, um, bueno... solo quería asegurarme, ya sabes... —no pudiste evitar sonreír, con el corazón revoloteando en tu pecho ahora que el miedo a una transformación inminente había pasado.
Okarun te protegía tanto que a veces no estabas seguro de cómo manejarlo, pero de una cosa estabas seguro : realmente te gustaba .
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