El Camino De Un Rey

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Las cosas nunca fueron como ella quiso, y eso siempre fue evidente. Las veces que realmente fue feliz fueron muy pocas y nunca duraron mucho. La primera vez fue cuando su padre estaba vivo y vivía con ella y sus hermanos, y ese tiempo fue realmente corto. Él se fue, y se quedó sola con sus hermanos. Eso realmente la dejó con una gran tristeza, pero eso no importaba. Ella era la mayor y, como tal, debía cuidar de sus hermanos menores. Aunque no era fácil, tuvo que tomar siempre las decisiones, y ellos no se lo dejaban fácil.

Tuvieron que deambular por muchos lugares diferentes y exóticos, y sinceramente, había unos muy buenos, tanto como para quedarse, pero nunca pudieron. A pesar de eso, ella consideraba que fueron los segundos mejores momentos donde fue feliz. Pero, como todo, no duró.

Al pasar el tiempo, fueron creciendo y madurando, unos para bien y otros se convirtieron en un desastre. Hacían lo que querían, se desaparecían y, luego de unos días o semanas incluso, era que volvían. La situación se puso difícil y, viéndolo, los confrontó. Todo terminó en una pelea que terminó dividiéndolos.

Todos se fueron por su lado y ella quedó sola. En ese momento, se preguntó qué hizo mal. Ella solo quería cuidarlos, que estuvieran juntos y ser felices, pero no se pudo.

Con el tiempo todos se alejaron y no supo de sus hermanos. En cuanto a ella, solo siguió deambulando por todo el mundo, explorando y descubriendo muchas cosas. Así por mucho tiempo, hasta que los humanos empezaron a atacar. No importaba a dónde iba, apenas era vista, la atacarían. Usaban el mismo poder que su padre les concedió para hacerle daño, y no importaba qué hiciera. Si huía y no se mostraba hostil, simplemente la seguirían. Con el tiempo, se llenó de odio, lo que terminaría con una matanza desenfrenada. Si ellos no tenían compasión, ¿por qué ella sí? Los humanos eran horribles y harían las cosas más atroces por lo que querían. No tenía por qué evitarlos. Si ellos le hacían daño, ella los mataría a todos

Parecía que el tiempo solo le daba la razón sobre los humanos. Ya no importaba si los evitaba, ellos mismos la cazarían para acabar con ella. Eran verdaderamente ilusos si creían que la matarían. Aunque eso disminuyó, al parecer lo importante ya no era matarla, sino matarse entre ellos mismos.

Presenció mucho de lo que posteriormente sería llamado la guerra entre clanes. Las matanzas eran el pan de cada día y los campos de batallas destruidos, los cuerpos tirados junto con las armas y los cuervos devorándolo todo era una vista muy común y con ellos conocería por primera vez a los humanos que más odiaría en su vida, los malditos Uchiha.

Los bastardos se la pasaban peleando con los Senju, sin importar que eran los dos clanes más fuertes, y cada vez que en una batalla había uno, era seguro que estaría el otro para contrarrestarlo y dejarían un mar de cadáveres para los cuervos.

Sin saberlo, esas guerras le traerían un poco de paz. Pensó que, si los humanos se mataran entre sí, no sería tan malo; al final, tendría paz. Pero no pasó. Al final, el mundo entró en otra etapa: la de las aldeas ninja, y sin saberlo, los últimos años de libertad que tendría.

Los Senju y Uchiha se terminarían uniendo para formar lo que en el futuro sería la primera aldea ninja, y con eso se unirían más clanes. Claro que no sería tan fácil; esa unión representaba un gran peligro para los demás clanes, por lo tanto, intentarían destruirlo. Y sin importar cuánto intentaron, no funcionó, y ante sus fracasos, los otros clanes también se unirían, creando sus propias aldeas.

La vida, por fin, parecía pacífica para el mundo, y ella tal vez este sería considerado su tercer mejor momento, donde solo había tranquilidad, pero sin duda este sería el más corto. Mientras todos estaban uniéndose a las aldeas, Madara Uchiha despertaría de Konoha en busca de poder.