Liga de la Luz.

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La base de la Liga de la Luz estaba escondida bajo un edificio anodino de una biblioteca abandonada en el centro de la ciudad. El exterior era lo suficientemente normal para pasar desapercibido: ladrillos desgastados, una entrada bloqueada por tablones rotos, y un letrero medio caído que rezaba "Biblioteca Municipal Gómez Morán". Pero, al cruzar una puerta secreta detrás de una falsa estantería de libros, se revelaba un espacio moderno, lleno de tecnología avanzada y rincones diseñados específicamente para cada miembro del equipo.

En el comedor de la base, los héroes de la Liga de la Luz compartían una cena improvisada. El aroma de la pizza y las risas llenaban el ambiente, aunque de vez en cuando, una chispa de tensión recordaba que no estaban del todo seguros del paradero de Ruslana.

Violeta Hódar, la líder del equipo, estaba sentada al extremo de la mesa. A sus 23 años, ya imponía con su presencia. Su cabello pelirrojo caía sobre sus hombros en rizos desordenados, y sus ojos oscuros siempre estaban atentos a cualquier detalle, como si nunca pudiera relajarse del todo. Era conocida por su capacidad de generar luz pura, una energía que podía sanar, iluminar o destruir. En ese momento, sin embargo, sus manos descansaban sobre su regazo mientras observaba a los demás con una mezcla de cariño y autoridad.

-¿Alguien sabe algo de Ruslana? -preguntó, rompiendo el bullicio.

-Dijo que iba a salir un rato, ¿no? -respondió Martin Urrutia, un chico de 19 años con el cabello desordenado y una sonrisa que siempre parecía estar a punto de soltar un chiste. Su habilidad para manipular la tierra y el metal lo hacía esencial en las misiones, pero ahora estaba inclinado sobre su plato, tallando con un cuchillo pequeño una figura en miniatura de piedra que había sacado de su bolsillo.

-Sí, "salir un rato" -repitió Almudena Ruiz, arqueando una ceja. A sus 21 años, era la estratega del grupo. Su cabello rubio caía en una coleta alta, y su actitud directa solía intimidar a los demás. Su poder, la habilidad de controlar las corrientes de aire, le daba una ventaja única en combate. Estaba inclinada sobre un mapa holográfico proyectado en la mesa, moviendo pequeñas partículas de aire para organizar las misiones futuras-. Todos sabemos lo que significa eso.

Juanjo Bona, de 20 años, rio mientras se recostaba en su silla, cruzando los brazos detrás de la cabeza. Era el más relajado del equipo, con cabello castaño corto y un físico robusto que hacía que pareciera intimidante hasta que hablaba con su tono siempre despreocupado. Controlaba el agua con una precisión que era tanto devastadora como útil en misiones.

-Violeta, si crees que está con su novia, probablemente lo está. Pero, seamos sinceros, Ruslana siempre vuelve.

Violeta suspiró y apartó un mechón de cabello de su rostro.

-Lo sé. Pero la relación con Nerea es peligrosa, y lo sabes.

Martin levantó la vista de su escultura.

-Peligrosa y... ¿romántica? -bromeó, sonriendo.

Almudena le dio un golpe en el hombro con el dorso de la mano.

-No es gracioso. Si los demás héroes descubren que Ruslana está viendo a una villana, la Liga de la Luz estará en peligro.

En ese momento, las luces de la base parpadearon. Violeta inmediatamente se puso de pie, extendiendo una mano que brilló con un suave resplandor blanco.

-¿Qué fue eso?

Juanjo también se levantó, moviendo las manos ligeramente mientras el agua de su vaso comenzaba a levitar.

-No lo sé, pero estoy listo.

Un ruido metálico resonó desde uno de los pasillos laterales. Almudena giró la muñeca, y una ráfaga de viento cerró la puerta del comedor con fuerza.

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⏰ Última actualización: Nov 17 ⏰

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