Capitulo 2: El Pueblo

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De repente, un sonido gutural y cercano hace que Ryan y Steve se congelen en sus pasos. En el borde del resplandor de las antorchas, pueden ver los ojos brillantes de un esqueleto, un monstruo esquelético que dispara flechas de fuego.

-Quieto -susurra Steve, levantando su hacha.- No hagas movimientos bruscos.

El esqueleto da un paso más cerca, sus huesos chirriando con cada movimiento. Ryan siente su corazón latiendo con fuerza en su pecho, sudor frío corriendo por su espalda.

-¿Y ahora qué hacemos? -pregunta Ryan en un susurro.

-Mantén la calma -respira Steve, su voz apenas audible.- Cuando te lo indique, corre hacia el árbol más cercano y sube. Yo me encargaré de esto.

Ryan asiente, apretando la antorcha con fuerza. Sus músculos están tensos, listos para la acción.

De repente, Steve se lanza hacia adelante, su hacha brillando en la luz de la luna. El esqueleto emite un chillido agudo y comienza a disparar flechas de fuego, pero Steve esquiva con habilidad, golpeando al monstruo con su arma.

-¡Ahora! -grita Steve.

Ryan no pierde tiempo. Corre hacia el árbol más cercano, subiendo por el tronco con agilidad sorprendente. Desde su percha, puede ver a Steve luchando contra el esqueleto, su hacha brillando con cada golpe.

El combate es breve pero intenso. Steve logra derrotar al esqueleto, que se desmorona en un montón de huesos. Luego, se dirige hacia el árbol donde se encuentra Ryan.

-¿Estás bien? -pregunta Steve, mirando a Ryan con preocupación.

Ryan asiente, bajando del árbol con cuidado. -Sí, estoy bien. Gracias por salvarme.

-No es nada -dice Steve, sonriendo débilmente.- Eso es lo que hacemos aquí. Nos ayudamos mutuamente para sobrevivir.

Ryan mira hacia el camino por delante, hacia la dirección del pueblo. -¿Cuánto falta para llegar?

-No mucho -responde Steve, apagando su linterna y guardándola en su bolso.- Tal vez una hora más, si mantenemos el ritmo.

Ambos comienzan a caminar de nuevo, esta vez con más precaución. La noche es tranquila, pero Ryan puede sentir los ojos de los monstruos observándolos desde la oscuridad.

Mientras caminan, Steve le cuenta más sobre este mundo, sobre los diferentes biomas, los materiales que se pueden encontrar, las criaturas que habitan la tierra. Ryan escucha con atención, tratando de absorber toda la información posible.

De repente, una luz en el horizonte capta su atención. Es tenue al principio, pero se va haciendo más brillante a medida que se acercan.

-El pueblo -susurra Steve, señalando hacia la luz.- Lo logramos.

Ryan siente una mezcla de alivio y emoción. Por fin, un lugar seguro donde podrían descansar y planear su próximo movimiento.

Cuando llegan a las puertas del pueblo, son recibidos por un aldeano con una espada en la mano. -¿Quién va? -pregunta, mirándolos con desconfianza.

Steve se adelanta, explicando quiénes son y de dónde vienen. El aldeano los mira con desconfianza, pero después de escuchar la explicación de Steve, se relaja un poco.

-¿Estás bien? -pregunta Steve, mirando a Ryan con preocupación.

Ryan asiente, bajando del árbol con cuidado. -Sí, estoy bien. Gracias por salvarme.

-No es nada -dice Steve, sonriendo débilmente.- Eso es lo que hacemos aquí. Nos ayudamos mutuamente para sobrevivir.

Ryan mira hacia el camino por delante, hacia la dirección del pueblo. -¿Cuánto falta para llegar?

-No mucho -responde Steve, apagando su linterna y guardándola en su bolso.- Tal vez una hora más, si mantenemos el ritmo.

Ambos comienzan a caminar de nuevo, esta vez con más precaución. La noche es tranquila, pero Ryan puede sentir los ojos de los monstruos observándolos desde la oscuridad.

Mientras caminan, Steve le cuenta más sobre este mundo, sobre los diferentes biomas, los materiales que se pueden encontrar, las criaturas que habitan la tierra. Ryan escucha con atención, tratando de absorber toda la información posible.

De repente, una luz en el horizonte capta su atención. Es tenue al principio, pero se va haciendo más brillante a medida que se acercan.

-El pueblo -susurra Steve, señalando hacia la luz.- Lo logramos.

Ryan siente una mezcla de alivio y emoción. Por fin, un lugar seguro donde podrían descansar y planear su próximo movimiento.

Cuando llegan a las puertas del pueblo, son recibidos por un aldeano con una espada en la mano. -¿Quién va? -pregunta, mirándolos con desconfianza.

Steve se adelanta, explicando quiénes son y de dónde vienen. El aldeano los mira con desconfianza, pero después de escuchar la explicación de Steve, se relaja un poco. -Está bien, entren. Pero tengan cuidado. La noche es peligrosa.

Ryan y Steve entran en el pueblo, que parece estar compuesto por casas de madera y piedra, todas con tejados de paja. Las calles están iluminadas por antorchas, y los aldeanos se mueven entre ellas, realizando sus tareas nocturnas.

El aldeano los guía hacia una casa más grande en el centro del pueblo. -Aquí pueden quedarse -dice, abriendo la puerta.- Es seguro y hay camas.

Dentro de la casa, Ryan y Steve encuentran varias camas de paja, una mesa grande y una chimenea encendida. El calor del fuego y la sensación de seguridad que emana del lugar hacen que Ryan suspire aliviado.

-Gracias -dice a Steve, extendiendo la mano hacia él.- No sé qué habría hecho sin tu ayuda.

Steve sonríe y estrecha su mano firmemente. -Eso es lo que hacemos aquí. Nos ayudamos mutuamente para sobrevivir.

Ryan se acerca a la chimenea, sintiendo el calor en su rostro. Mira las llamas bailando, hipnotizado por su danza. De repente, una voz suave lo saca de sus pensamientos.

-Hola, soy Alex -dice una joven rubia, acercándose a él con una sonrisa amistosa.- Soy la herrera del pueblo. ¿Necesitas algo?

Ryan la mira, sorprendido por su belleza y su amabilidad. -Hola, soy Ryan. Acabo de llegar a este mundo y no tengo ni idea de qué hacer.

Alex lo mira con simpatía. -Entonces eres uno de esos que aparecieron de repente, ¿verdad? No te preocupes, hay muchos como tú aquí. Este mundo puede ser confuso y aterrador al principio, pero con el tiempo aprenderás a sobrevivir.

Ryan asiente, sintiendo una mezcla de alivio y esperanza. -Es un alivio saber que no estoy solo en esto.

Alex sonríe, acercándose más a la chimenea. -Sí, hay muchos aquí que te ayudarán. Yo misma puedo enseñarte a forjar armas y herramientas si quieres.

Ryan mira la espada que aún sostiene en su mano, la que encontró en el arroyo. -Eso sería genial. No tengo ni idea de cómo usarla.

-Perfecto -dice Alex, extendiendo la mano para recibir la espada.- Te mostraré cómo forjarla y hacerla más fuerte.

Mientras Ryan le entrega la espada, el resto del pueblo comienza a despertar. Los aldeanos salen de sus casas y se reúnen en la plaza central, conversando y preparándose para el día.

Steve se acerca a Ryan y Alex, mirando a la joven herrera con respeto. -Hola Alex, es bueno verte. ¿Cómo estás?

-Hola Steve, estoy bien -responde Alex, devolviéndole la sonrisa.- Siempre es bueno ver a un viejo amigo.

Ryan mira a los dos, intrigado por su relación. Parecen conocerse bien, como si hubieran pasado por muchas aventuras juntos.

De repente, el aldeano que los recibió anoche entra en la casa, con una expresión de preocupación en su rostro. -Steve, Alex, necesitamos hablar.

Continuara.

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