Cuando Jaiden llegó a la mesa con sus padres, su emoción era como una corriente de energía que parecía iluminar su rostro. Sin poder contenerla, se paró frente a ellos con una gran sonrisa, pero las voces alrededor del comedor parecían difuminar su felicidad. Su corazón latía con fuerza, acelerado por la emoción.
—¡Mamá, papá! —gritó, los ojos brillando de felicidad—. ¡Miren!
Jelissa frunció el ceño y Yael lo miró sorprendido, observando lo que su hijo tenía entre sus brazos, abrazándolo con ternura, como si fuera un tesoro.
—Jaiden, ¿dónde agarraste eso? —preguntó Yael, en un tono de extrañeza que se mezclaba con desaprobación
Jaiden intentó hablar, pero su garganta se sintió seca, y las palabras parecían no encontrar el camino correcto.
—Me lo…
—¿Qué te dije hace rato, hijo? —preguntó Jelissa, con un tono serio, contrario a lo que Jaiden esperaba al enseñarles su regalo.
—Mamá… es que…
—Jaiden, ya habíamos quedado en algo —señaló Yael y les mostró una mirada seria, que apagó de golpe la alegría de Jaiden.
—Papi, me lo regaló mi…
—No importa —Yael volvió a interrumpir, su tono sonaba más duro—. Ahora mismo vas y devuelves eso. Te dije que no iba a comprarlo.
La sonrisa de Jaiden se desvaneció lentamente, como un dibujo borrado por la lluvia. Sus dedos se aferraron a la cajita, como si temiera que al soltarla desaparecería.
—No, me lo regaló mi tío Emi —respondió, con la voz temblorosa.
—¿Qué? —preguntó Yael, sorprendido, mirando de reojo a su esposa, quien le devolvió una mirada cargada de reproche.
Jelissa cruzó los brazos, sin ocultar su molestia, y soltó un resoplido.
—Ya ves lo que te digo… Emiliano siempre entrometiéndose y mal consintiendo a tu hijo.
Yael apretó los puños, sintió que de alguna forma Jelissa tenía razón, aunque sus palabras resonaban como un eco molesto, pero lo que más le dolía era la sensación de que algo irremediable se estaba rompiendo entre él y Emi. Algo que no había sentido antes.
—Jaiden, mi amor, te dije que no estuvieras pidiendo cosas —le dijo, con una voz que intentaba ser calmada pero que aún contenía el filo de la desaprobación.
En ese momento, la voz de Emiliano resonó detrás de ellos, interrumpiendo la tensa escena.
—No hay necesidad de que lo devuelva —dijo con calma.
Yael giró lentamente, y la expresión en su rostro pasó de sorpresa a incomodidad. Al ver a su mejor amigo, sintió una mezcla de resentimiento y nostalgia, como si ambos sentimientos se debatieran en su interior.
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Amigos Inesperados - 18 Años Después
Fiksi RemajaHan pasado los años para Emi y sus dos inesperados mejores amigos. Ahora son adultos y padres. Pero cuando los conflictos entre los niños comienzan a poner a prueba la amistad que unió a sus familias, la tensión crece y las relaciones se tambalean...