Tengo una novia.

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Ese día era viernes, fue un fin de semana muy duro, pasé todo el tiempo pensando en mi chica, pero me sentía muy bien; ahora ya tenía alguien que esperaba mi regreso, o por lo menos eso es lo que yo pensaba. Ese fin de semana quizás fue el más difícil de mi vida, largo, tedioso; no hacía nada más que estar acostado en mi cama recordando aquel beso que Martha me dio; aquellas palabras "También me gustas" no salían de mi cabeza.
Mi mente estaba llena de planes e ilusiones que tenían que esperar; jamás estuve tan emocionado; me moría por abrazar a mi novia y agradecerle por haberse fijado en mí, por darme la oportunidad de ser su novio, y sobre todo, por ser mi primer amor.

Llegó el lunes, yo estaba muy emocionado, me preguntaba las nuevas cosas que pasarían, mi expectativa era tan alta...
Pero no fue como pensé, aunque tampoco fue malo. Yo me comporté como un idiota intentando ser un caballero, intentando decir cosas bonitas, pero eran tontas, empalagosas y típicas; solo creaba momentos muy incomodos, pero no me sorprendía, después de todo era mi primera vez.
En esos momentos yo aún no quería decir "te amo" o por lo menos hasta que estuviera listo para decirlo, y ciertamente no me sentía preparado.

Un te amo es muy valioso no puedo andar por la vida diciéndolo a todo mundo, no todos lo merecen —ese era mi pensamiento.

En ningún momento del día estuvimos solos, durante las clases no me quería levantar de mi lugar, simplemente no me atrevía. Aunque no estuviera el profesor presente, me daba miedo lo que pudiera pasar. Después de todo, fui testigo de cómo dejaban a mis compañeros parados cuando eran descubiertos de pie, obvio, yo no quería eso.
Llego receso, Ximena no se separó de nosotros, no pude ni siquiera intentar besarla o abrazarla, aunque bueno, quizás sea lo que mi mente quería pensar, porque estoy seguro que, aunque Ximena no hubiera dejado solos, nada hubiera pasado.
A pesar de eso, refeccioné, sabía que no estaba haciendo las cosas bien, esto no se parecía nada a una relación de telenovela.

Al llegar a mi casa me puse a pensar en cómo ser un mejor novio, esforzarme para que de verdad esto pareciera una relación. Lo pensé mucho tiempo, a la hora de la comida ni siquiera probé bocado por todas las ideas que pasaron por mi cabeza, cuando el sol se puso, llegue a una conclusión, libertad... libertad para que pasara con sus amigas un tiempo sin que un chico esté detrás de ella molestándola como estupideces cursis.
Quizás ella necesite su espacio, —pensé.

Fue así como decidí alejarme un poco, gran parte del día la pasaba con mis amistades, de un lado a otro, hasta que en cierto momento decidía ir con mi chica a pasar lo que quedara de tiempo.
De esta manera, ella no se enfadaría de mí, y es probable que sea mejor opción que estar todo el día sobre ella, después de todo, a mí también me vendría bien un poco de tiempo para mí, y si pasábamos todo el rato juntos, terminaríamos enfadándonos uno del otro demasiado rápido— eso era lo que pensaba, sin darme cuenta de que la estaba apartando.

Al día siguiente lo intenté; no pasé mucho tiempo con ella para darle tiempo de que hiciera sus cosas con sus amigas, el poco rato que pasé a su lado fue más lindo que el día anterior, yo me sentía mucho más cómodo, porque me la pasaba bien sin tener que preocuparme por qué decir o cómo actuar, ya que los momentos eran pocos.
Los días fueron pasando, la situación se repetía, no parecíamos novios, la interacción era tan poca que muchos llegaron a pensar que ya habíamos terminado, a pesar de que me lo preguntaban, yo lo negaba.
—Solo le doy su espacio —respondía con seguridad.
Hay muchas estupideces que todo chico comete, quizás esta era mi primera estupidez importante, aquella que marca personalidad, aquel evento canónico que todo hombre debe pasar y donde nadie debe intervenir.

—Usted, señorita sentada en el fondo, recoja sus cosas y siéntese en este lugar.
Un día de repente la maestra de matemáticas la cambió de lugar, sin una razón aparente.
Desde que entramos, hasta el momento han cambiado de lugar a mucha gente por diferentes razones. Aquel "lugar perfecto" que elegí ya no me pertenecía, ahora me sentaba en el último lugar de la antepenúltima fila, mientras que Martha tenía un lugar cercano, el último lugar de la última fila, pero las cosas ya no eran así. Por alguna razón la movieron a una butaca al frente del pizarrón, muy lejos de mí. Ximena también fue cambiada de lugar, ahora se encontraba un poco distante de ambos.

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⏰ Última actualización: Nov 18 ⏰

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El Primer Amor es una Mierda: Love Days MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora