Compañeros de clase.

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            —Ayer soñé que Martha estaba en mi cama desnuda ofreciéndome su vagina mojada, entonces yo la lamí de arriba abajo, mientras ella gemía de placer.

Jonathan era un compañero con capacidades diferentes; él era el juguete de muchos al ser bastante explicito en sus sueños o fantasías; contaba cómo se imaginaba teniendo relaciones con chicas del entorno o con aquellas que nunca en su vida conocería, de una manera bastante detallada, lo cual causaba risa a los demás. Mientras yo los escuchaba, sentía incomodidad de la manera en que los chicos se expresaban de las mujeres.

Un día, raramente, Jonathan se acercó a mí para charlar amistosamente; aunque al principio lo rechazaba de una manera bastante clara por la forma en que se comportaba, tiempo después lo acepté como amigo. A pesar de ser un pervertido, me recordaba a mí, mendigando amistades, acercándome a aquellas personas que me ignoraban, mientras solo quería un poco de cariño. Quizás él vio algo en mí que le gustó para una amistad, no lo sé.
No tardé mucho en darme cuenta de sus gustos. Era un chico bastante especial, con sueños e ilusiones. Le encantaba la música, en especial el rap, tenía a sus artistas favoritos, incluso a aquellas personas a las que admiraba, y por todo esto no era muy raro verlo dirigirse a los demás con saludos o rimas con una tonadita de canto, pero a la vez de charla, todo muy peculiar de él.

Él también amaba dibujar, y era bastante bueno en eso; quizás su pasatiempo favorito era el ilustrar a su manera sus personajes favoritos, sin importar que su estilo era dibujar personas teniendo sexo, mayormente personajes animados, lo cual lo hizo bastante popular, pero no de una buena manera.

Era un chico que me caía bastante bien; siempre tenía algo que contar, y aunque muchos lo rechazaban o discriminaban por sus pasiones, esto no lo hacía sentir mal; al contrario, se tomaba todas las críticas a juego; siempre sonreía con sus grandes dientes que lo caracterizaban.

—Deberían decirle que se baje de ahí, está llamando mucho la atención.
Martha se veía preocupada; Jonathan estaba siendo rodeado por toda la escuela; todos lo observaban de una manera sorprendente; no había persona que no le prestara atención a sus rimas e improvisaciones. Era difícil saber las intenciones de aquellos que lo rodeaban, pero todo ese espectáculo sirvió para que él se hiciera conocido en toda la escuela, al grado de ser saludado por alguien siempre al salir del salón.

Raramente no fui el único que terminó en esta escuela, tal como yo creía. Mi salón lo compartía con dos chicos que iban en mi mismo ex salón de la primaria que yo. Ambos eran niños bastante rebeldes, quizás uno más que otro, pero en general eran buenos compañeros. Cuando los vi llegar al salón aquel primer día, sentí un gran alivio, ya que no estaría completamente solo. En cuanto tuve oportunidad, me dispuse a saludar a uno de ellos, Josafat. Él era un chico algo corto de estatura, pero bastante simpático y alegre. En la primaria no tuvimos mucha comunicación, solo de vez en cuando nos hablábamos para cosas sin importancia, nunca para socializar, pero aun así siempre nos tuvimos un respeto mutuo, ya que nuestras mamás eran amigas desde mucho antes.
El otro chico se llamaba Juan; quizá no era muy simpático a primera vista, pero caía bien, aunque sí llegaba a ser bastante pesado en ciertas ocasiones.

Aun así, ellos no eran los únicos excompañeros que irían en la misma secundaria: había más que pertenecían al grupo F. Antonio y Miguel, aquellos que me hacían siempre de menos, a aquellos chicos a los que les daba asco mi sola presencia; varias veces nos encontrábamos en receso y no la pensaban dos para acercarse a molestar, con apodos o frases hirientes.

Los primeros días de clase me juntaba mucho con Josafat, hacíamos los trabajos juntos e incluso nos acompañábamos mutualmente a todos lados.

A los pocos días conocí a Ricardo. me habló de la nada; quizás le parecía simpático o incluso estaba en busca de nuevas amistades, lo cual dudo porque él conocía a gran parte de la escuela, algo parecido a Jonathan, solo que sin necesidad de un concierto en vivo.
Gracias a Ricardo conocí más amigos, Agustín, Bernardo, Ángela y David, siendo este el último que llegó al grupito de amistad. Él era bastante pesado con sus chistes y bromas, pero esto parecía divertirle mucho a Ricardo.
Teníamos un grupito sólido de amigos que funcionaba; siempre había un plan o algo que hacer; en los trabajos nos dividíamos las actividades para acabar antes y, de una u otra manera, todo funcionaba bien.

El Primer Amor es una Mierda: Love Days MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora