Mi mente estaba en una nebulosa difícil de explicar. No entendía cómo una simple mirada podía llevarme tan lejos de mí misma, pero al mismo tiempo, me hacía retroceder a aquellos momentos oscuros donde perdí por completo mi autoestima y mi amor propio. Era un viaje confuso y doloroso, una mezcla de sentimientos que me atrapaba y me hacía enfrentar mis mayores miedos y debilidades. Pero quizás, en esa tormenta, podría encontrar la fuerza para reconstruirme.
Y es que yo estaba comprometida con esa persona que me rompió el corazón. No solo en lo que la palabra respecta, sino que jugó con una parte de mí que desde pequeña había soñado. Me pidió matrimonio mientras estábamos de viaje, en la intimidad de nuestra habitación, y luego me hizo el amor. Fue un momento que debería haber sido mágico, pero se convirtió en un recuerdo agridulce, una mezcla de amor y traición que aún me persiguia.
Recuerdo que habíamos planeado unas vacaciones cortas lejos del bullicio de la ciudad, pero tal vez debería empezar por aquella conversación. Le dije que no estaba interesada en nadie que me hiciera perder el tiempo. Quería enamorarme de verdad, formar una familia, vivir el "felices para siempre". Era un sueño que llevaba en el corazón desde siempre, y no estaba dispuesta a conformarme con menos.
- Debo ser muy directa al respecto- llevábamos saliendo únicamente un par de semanas, pero debía sin duda dejar claras mis expectativas.
- Dime, creo que estoy preparado- su sonrisa no desapareció, por el contrario se hizo más grande, como si nada pudiera asustarlo de mí
- Yo no estoy dispuesta a perder más mi tiempo- suspire y jugué con el popote de mi bebida- si quieres solo jugar sin un propósito en la relación creo que sería mejor que me lo dijera y de esa forma ambos nos divertimos
- ¿A que te refieres cuando dices objetivos?- quizá esa debió ser mi primera advertencia, puesto que era claro, aún así me armé de paciencia y le expliqué
- Es decir, que si la finalidad no es tener una relación seria, comprometida y que sea para un matrimonio o estar en pareja me gustaría estar enterada- lo miré y su cara no me decía nada, pero sus ojos brillaban era como si jamás nadie le hubiera dicho lo que quería escuchar- ¿y bien?
- Mi idea es la misma que la tuya, como sabes no quiero que nada de esto se termine jamas- me beso suavemente en la frente un gesto que me volvía loca- eres la mujer de mis sueños y quiero que se vuelva realidad
El recuerdo me llenaba de nostalgia, no porque lo añorara, sino porque fueron días muy felices. A partir de ahí, nos centramos en "hacer crecer" la relación, aunque ahora veo que no de la mejor manera. Nuestra relación se basaba en el placer inmediato que podíamos darnos, no solo en lo carnal, sino también en las fiestas, los regalos y los momentos de éxtasis. La mayoría de esos momentos sucedieron en medio de las fiestas, donde todo parecía perfecto, pero en realidad, solo estábamos escapando de la realidad.
Y así fue como llegamos a esas cortas vacaciones, donde una vez más me di cuenta de que no era normal tener que pedir permiso con mentiras. Él tuvo que decir en su casa que era un viaje "familiar", no una escapada de pareja solo para nosotros dos. Pero para mí, era perfecto, porque ya me había anticipado que tenía el anillo de compromiso. Esa conversación también me llenaba de nostalgia, una mezcla de emoción y tristeza por lo que podría haber sido.
—Adivina de dónde vengo —era el tipo de juegos que me encantaban, y más porque tenía una ligera idea de lo que vendría.
—No lo sé —me hice un poco la tonta—. ¿De algún mandado?
—Sí y no —sabía que estaba sonriendo mientras me escribía—. Vamos, sé que puedes adivinar.
—¿Fuiste a buscar algo? —entré en el juego de adivina quién y sentía una euforia creciente.
—Sí —respondió sin darme más pistas.
—¿Algo que yo quiero? —pregunté, acercándome al objetivo.
—Sí —otra sonrisa se posó en mi rostro—. Vamos, cada vez estás más cerca.
—Dime, ¿con eso viviremos felices para siempre? —ahora suena muy tonto, pero era un juego tan nuestro que no me importaba sonar como una niña pequeña que creía en los cuentos de hadas.
—Definitivamente —veía cómo seguía escribiendo a través de los mensajes—. Acabo de llegar de la joyería.
Recuerdo que mi corazón se volvió un halo de luz, sentía que no cabía en mi pecho. Finalmente, había creído que mi vida sería como en las películas románticas, donde atraviesas miles de obstáculos pero, al final, de la manera más inesperada, encuentras al amor de tu vida. Y a partir de ahí, todo sería simple y perfecto, como en un sueño hecho realidad.
Ahora, cuando volví allí, me di cuenta de todo lo que estaba mal desde ese momento. En ningún punto de la relación él tomó la iniciativa; sencillamente se dejó llevar con la corriente que yo había marcado. Y es que, el día que lo confronté, fue justamente lo que me marcó y determinaría el resto de mi vida.
—¿Me puedes explicar por qué me has mentido durante todo este tiempo? —me levanté de la silla. Ninguna lágrima se asomaba por mis ojos—. ¿No era más sencillo decirme que no querías estar conmigo?
—¿Cómo, si solo me cuestionas todo, me obligas a todo? —una sonrisa irónica se posó en sus labios, al igual que en sus ojos.
—¿Qué te cuestiono todo? —alcé los brazos, me sentía completamente fuera de mí misma—. Perdón por querer saber qué haces, qué sientes.
—¿Sabes cuál es el verdadero problema? —esta vez alcé la ceja, que él bien entendía era sinónimo de cuestionar sin hablar—. ¡Que me obligaste desde el día 1 a decidir que tenía que comprometerme contigo, me obligaste a decir que sí a todo, a decirte que sí a ti, y yo no lo quería!
—Perfecto —bajé la voz, ya traslucía la frialdad que sentía, traslucía cómo había apagado mis sentimientos—. Eres libre, no me debes nada ni quiero nada. Tan solo vete, pero si algún día te arrepientes, quiero que sepas que no te voy a conocer.
Mi corazón se apagó y se rompió. En ese momento decidí que jamás volvería a entregarme, a confiar, a dejar que alguien tuviera acceso a esa vulnerabilidad que sabía que existía dentro de mí. Prefería que nadie jamás me viera de nuevo con esos ojos de ironía, de asco, de desdén, solo porque sabían que en sus manos estaban mis sentimientos.
Pero la vida, como siempre, se burló de mis planes. Me dejó un regalo disfrazado de lobo, ese hombre que me tentaba con su hermetismo, con ese deseo que sabía que sentía por mí. Tal vez, en esta ocasión, pondría a prueba mi voluntad y se encargaría de quebrarla.
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Unfinished stories of our love
RomanceÉl, un hombre casado y exitoso, con un mundo perfecto a sus pies. Ella, una joven rebelde y soñadora, buscando escapar de su realidad. Un encuentro casual enciende una chispa que se convierte en una pasión ardiente, un amor prohibido que desafía tod...