La luz de la cocina ilumina la mesa donde ella, su mamá y su papá están sentados, pero la tensión es palpable. Los padres apenas se miran, y Maya no muestra mucho interés en la conversación que se desarrolla.
— ¿Cómo te fue en la clase de ballet hoy, Maya? Dijo mi madre tratando de romper el hielo.
— Bien, mamá. Como siempre. Dije sin levantar la vista del plato.
— ¿Vas a seguir con esa actitud? Ya lo hemos hablado, Sandra. Digo mi padre enojado, sin mirar a mi madre.
— No me digas cómo debo actuar. Ya estoy harta de que me digas todo el tiempo lo que tengo que hacer. Dijo mi madre de manera molesta y algo cansada.
— Ya basta, por favor. No tengo ganas de escuchar esto ahora. Dije antes de soltar un suspiro.
— Tú también, ¿eh? Te la pasas todo el tiempo en tu mundo, con tu ballet y tus tonterías, pero ¿qué hay de la realidad?. Dijo de forma molesto, era algo nuevo por que normalmente no me gritaba....
— ¡Oh, claro! Como si fuera tan fácil vivir en la "realidad" que tú has creado, ¿verdad? Siempre tienes una excusa. Dijo mi madre de forma sarcástica mirando a mi padre.
— ¿Realidad? No sé por qué siguen peleando por cosas que no tienen solución. Es cansado. Dije de forma monótona, levantando la vista un segundo.
— ¿Eso es todo lo que tienes para decir? ¿Ni una opinión, ni una respuesta?. Dijo mi mi padre levantando la voz e irritado.
— ¿Y qué quieren que les diga? ¿Que todo va a mejorar? No lo va a hacer. Ya no importa. Dije con frialdad dejando los cubiertos en el plato.
— ¿De verdad no te importa lo que está pasando entre nosotros?.Dijo mi madre exasperada.
La miré levemente y sacudí un poco la cabeza en forma de negación.
— Ni siquiera sabes lo que nos cuesta esto, Maya. Dijo Con tristeza en los ojos.
— Lo sé. Y no me importa. Buenas noches. Dije sin emoción levantándome de la mesa.
Salí de la cocina dejándolos en medio de su discusión, mientras se quedaban en silencio, enfrentando el vacío entre ellos.