Conocimientos.

5 1 0
                                    

* * *

Confusión.

Eso es lo único que sentí al descubrir que no había ni un puto habitante en mi ciudad. Todos desaparecieron sin dejar rastro, sin una notita donde pusiera "volveremos en algún momento, quizá pronto."

¡Pero no! Se fueron sin decir nada. Literalmente, hace unas horas había estado en casa de mi madre para cenar ese día de la semana con ella. Pero hoy en la mañana, cuando iba a despedirme de ella para irme a mi casa, no la encontré por todo el lugar. Había salido de casa pensando que se había ido a trabajar temprano, y que no me despertó porque sabe que me gusta dormir la mañana tranquilo. Para cuando me levanté eran las doce y media del mediodía y no había una sola alma en la calle. Y por un momento creí que era lógico por el sol que había, el cual estaba calentando mi piel a tal manera que pensaba que se iba a derretir.

Caminé apurado hasta mi casa y cuando llegué, escuché algo que no había escuchado nunca. Era un gruñido, pero no tanto, parecía más un suspiro áspero con un toque de furia. Ni siquiera me alerté ya que estaba acostumbrado por mi profesor de idioma. Ese tipo siempre tenía mala cara y un vocerrón del diablo. Lo que si llamó mi atención era que se escuchaba demasiado cerca de mí, como si estuviera haciendo ese sonido en mi nuca.

Nunca fui alguien que tuviera miedo de cosas, pero me pones en un lugar pequeño o me acercas algo grande, créeme que te odiaré por el resto de mi vida.

Tengo claustrofobia y megafobia. El médico me dijo que la vida me odiaba, y creo que tenía razón cuando tenía que elegir todo con un tamaño medio. Nunca podía tener una habitación pequeña, porque me daba claustrofobia, o una habitación muy grande porque me daba megafobia. Mi madre siempre trató de buscar lugares que se acoplaran a mis fobias.

Que mierda de vida.

Fue lo primero que dije cuando comencé a cansarme de esa situación.

Mi casa, aparte de tener muy buenas cosas, tiene un tamaño perfecto para mí. Mi salón no es tan grande, pero tampoco tan pequeño. Y así con el resto de la casa.

Como iba contando, el tercer sonido si llamó mi atención y me percaté de que había salido de la cocina. Cuando me acerqué a la puerta, ¿a qué no adivinan lo que me encontré? ¡Un monstruo gigante de dos metros y medio comiéndose toda mi reserva de pudín!

¡Mí pudín!

Y me hubiera quedado a darle con la silla de no haber sido porque en ese instante el pánico me invadió. Salí corriendo sin que se diera cuenta de mi existencia y terminé en el parque central donde conocí al segundo protagonista de esta historia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Escapando de Nuestro DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora