La noción de tiempo es algo extraño cuando estás atrapado en un lugar como este. Al principio, intenté medirlo. Contaba los pasos que daba, las respiraciones que tomaba, los latidos de mi corazón. Pero muy pronto me di cuenta de que no servía de nada. Cada paso parecía llevarme a algún lugar nuevo, pero igual de vacío, igual de sin sentido. Cada respiración se mezclaba con ese eco constante, y los latidos de mi corazón se volvían un ruido de fondo, como el zumbido omnipresente en este espacio.
No había relojes, no había sol, no había ciclos. Solo un brillo eterno y uniforme que no cambiaba jamás.
El centro comercial abandonado que había encontrado tras cruzar la puerta blanca parecía extenderse más de lo que debería ser posible. Las tiendas seguían apareciendo, aunque sus interiores variaban. Algunas estaban completamente vacías, otras tenían maniquíes extraños, y unas pocas contenían objetos inquietantemente familiares: una bicicleta oxidada que parecía idéntica a la que tenía de niño, una mochila que juraría haber perdido en sexto grado, un álbum de fotos cuyos bordes estaban desgastados como si lo hubiera usado toda una vida. Pero el álbum estaba vacío.
“¿Qué es este lugar?”, murmuré por lo que debía ser la décima vez. Mi voz sonaba cansada, aunque mi cuerpo no lo estaba. Ese era el primer detalle que noté. A pesar de llevar lo que sentía como horas—o incluso días—caminando, no sentía hambre, ni sed, ni fatiga. Al principio lo atribuí al estado extraño del lugar. Tal vez era parte de algún sueño prolongado. Pero entonces comencé a prestar atención.
No me había sentido cansado desde que llegué. Mi cuerpo no se quejaba, no sudaba, no dolía. Todo lo contrario: parecía estar en perfecto estado. Mis músculos estaban firmes, como si acabara de salir de una sesión intensa de entrenamiento. No podía negarlo más: algo raro estaba ocurriendo.
Decidí poner a prueba mi teoría. Me senté en el suelo, apoyando la espalda contra la pared de un escaparate vacío, y cerré los ojos. **Voy a descansar un rato**, pensé. Intenté dormirme, pero no pude. No era insomnio. Simplemente no sentía la necesidad. Era como si mi cuerpo hubiera olvidado lo que era el cansancio.
Abrí los ojos y me puse de pie, sintiendo la misma energía intacta. El tiempo avanzaba—si es que realmente lo hacía—y yo seguía igual. Sin hambre, sin sed, sin sueño. Como si el reloj de mi cuerpo hubiera dejado de funcionar.
Fue entonces cuando encontré al hombre.
Era la primera persona que veía desde que llegué aquí. Al principio pensé que era otro maniquí, pero mientras me acercaba, me di cuenta de que estaba respirando. Era un hombre de mediana edad, con cabello corto y canoso, sentado en el suelo frente a una fuente seca. Llevaba un traje gris desaliñado, con la corbata aflojada y las mangas arremangadas. Sus zapatos estaban cubiertos de polvo. Parecía tan perdido como yo, aunque su expresión era extrañamente tranquila.
“¡Hey!”, grité, mi voz sonando desesperada incluso para mí. Corrí hacia él, esperando respuestas, esperando algo.
El hombre levantó la mirada lentamente, como si cada movimiento le costara un esfuerzo tremendo. Cuando nuestros ojos se encontraron, sentí un escalofrío. Había algo en su mirada… algo apagado, como si hubiera dejado de importar.
“Llegaste aquí también, ¿verdad?” Su voz era ronca, pero no parecía sorprendido de verme. Como si hubiera estado esperándome.
“Sí… no sé cómo. Estaba jugando voleibol y luego…” Me detuve, dándome cuenta de lo absurdo que sonaba. “¿Dónde estamos? ¿Sabes cómo salir de aquí?”
El hombre dejó escapar una risa seca, amarga. “Salir… No hay salida, chico. Esto es todo. Esto es lo que queda.”
“¿Qué significa eso?” pregunté, sintiendo que la desesperación volvía a apoderarse de mí.
“Significa que estás atrapado. Igual que yo, igual que todos los demás.” Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. “Este lugar… no sé qué es. Pero no hay tiempo aquí. No hay envejecimiento, no hay muerte, no hay nada. Solo esto.”
Sus palabras cayeron como una piedra en mi estómago. ¿No había tiempo? ¿No había muerte? Traté de procesarlo, pero mi mente se resistía. “Eso no puede ser cierto. El tiempo siempre pasa. Es… es cómo funciona el universo.”
El hombre negó con la cabeza. “No aquí. Este lugar está fuera de todo eso. ¿Cuántos días crees que llevas aquí?”
Abrí la boca para responder, pero no pude. **¿Cuánto tiempo llevaba aquí?** No podía estar seguro. Los minutos, las horas, todo se desdibujaba. Miré mis manos, buscando algún signo de desgaste, alguna pista. Pero seguían iguales. Mi piel estaba tan limpia como el día en que cumplí 18. Incluso una pequeña cicatriz en mi muñeca, producto de un accidente de bicicleta cuando era niño, parecía haber desaparecido.
“No cambias aquí, chico. Nada cambia. Eres como una mosca atrapada en ámbar.” El hombre se puso de pie lentamente, estirándose como si llevara siglos en la misma posición. “Te acostumbrarás, supongo. O no. Algunos no lo hacen.”
“¿Qué pasa con ellos?” pregunté, aunque no estaba seguro de querer saber la respuesta.
“Se pierden. Se desvanecen.” Me miró con una mezcla de lástima y resignación. “No físicamente. Pero su mente… simplemente se apaga. Se quedan aquí, caminando sin rumbo, sin pensar, sin sentir. Como sombras.”
Mis piernas se sintieron débiles, aunque mi cuerpo seguía fuerte. No quería aceptar lo que decía, pero una parte de mí sabía que tenía razón. Este lugar no era normal. Y el tiempo, o la falta de él, era la clave.
“¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?” pregunté en voz baja.
El hombre se encogió de hombros. “Podrían ser días. Podrían ser siglos. Perdí la cuenta hace mucho.” Me lanzó una mirada penetrante. “Pero te daré un consejo: sigue moviéndote. Porque si te detienes demasiado… bueno, ya sabes lo que pasa.”
Me quedé allí, viéndolo alejarse lentamente, hasta que desapareció entre los pasillos infinitos.
Solo entonces me di cuenta de algo aterrador: no había visto su sombra.
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¿Hay alguien aquí?
ParanormalBlade Smirnov, un chaval de 18 años se desmaya después de darse un golpe en la cabeza al jugar voleibol, y despierta en un espacio liminal oscuro... ¿logrará escapar? o... ¿Encontrará a alguien?