Extra

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Décadas pasaron y el reino Domus Aurea se convirtió en un lugar de exhibición. Venerado y fotografiado por la nueva Generación. Entre ellos se encontraba Gulf Kanaprassi, de veintinueve años, un chico que ahorró para comprar las entradas con su mejor amiga. A quién esperaba afuera del baño. —¡Oye! ¿Ya terminaste? 

—¡No me apresures! Yo nunca te apresuro.

—Mi memoria dice lo contrario.

La puerta del baño se azotó abierta. La esperada amiga lucía cansada y sudada. Se apoyó en la puerta como si no tuviera fuerzas para sostenerse así misma. Gruñó en bajo y se abrazó así misma.

—Ay no, June, ¡¿Te estás muriendo?!

—Cállate.

—No puedes morir sin mí. No me dejes. — Gulf la abrazó, lloriqueando en su pecho y restregando sus mejillas en ella. Ella gruñó.

—Tonto. No voy a morir. 

Le apartó la cara y ambos estallaron en risas. Entregaron sus taquillas y tan pronto como entraron al lugar quedaron sorprendidos. Incluso recibieron escalofríos. Los viejos muros del castillo junto a sus ventanas rotas se sintieron nostálgicos. Todo se sentía así.

—Qué extraño. Siento dejá vu. — Gulf menciona.

—¿Me repites qué es eso?

—Sentir que ya has estado en este lugar.

—Ah, sí, sí. Yo también lo siento.

Ambos recorren el castillo viendo las exhibiciones clausuradas en cristal. Se detiene frente a una tiara de oro quebrada. Abajo leía “La Tiara de la hija de los reyes”. Por alguna razón le dolió el corazón ver esa tiara. La historia de la tiara ya era desgarradora de por sí.

La hija de los emperadores había sido elegida como sacrificio para un bien mayor, pero ella se levantó contra todos y mató a más de cien hombres por su libertad. Llegó a reinar, pero murió al dar a luz.

Con sólo acariciar el cristal recibió una imagen. Una en la que su antepasado tiempo atrás abrazaba a un recién nacido y se abrazaba a un hombre fornido por cuyos ornamentos deducía era un rey.

—Disculpe, está prohibido tocar. — Un empleado recalcó.

—Sí. Lo siento. — Gulf salió del trance, conmocionado. Al mirar al empleado este le preguntó si estaba bien. Al chico le extrañó, pero la respuesta llegó con la caída de lágrimas. Él volvió a disculparse antes de limpiarse las lágrimas.
—Qué extraño. ¿Por qué estoy llorando?

—Amigo. — Al mirar a su amiga esta también había llorado. Ambos se señalaron con los dedos.

  —¡¿Tú también?!

  Al salir del lugar, caminaban por el estacionamiento hacia el auto. —Eso de allá fue extraño. Pero no en el mal sentido más bien, se sintió bonito. — Gulf opinó.

—Sí, fue raro-bonito. Oh por Dios, las rimas suenan como un shippeo. ¿Es posible shippear dos palabras?

Gulf rió con las elocuencias de su mejor amiga. Definitivamente era la mejor. Se conocieron en la escuela y desde ahí han sido inseparables casi como hermanos. —Y bien, ¿Estás listo para mañana? Es tu primer día en mi trabajo. Ya te conté que mi jefe es algo raro, pero te lo repito por si acaso: No lo mires por demasiado tiempo. Hagas lo que hagas. No le gusta.

—Me contaste. Es porque tiene una cicatriz, si bien recuerdo.

—Así es. Después de que hagas bien el trabajo, todo estará bien, Gulf. — Ella sonríe y Gulf siente que todo estará bien. Las sonrisas de esa mujer eran angelicales.

Ingresaron al auto con destino a sus hogares.

En el mismo estacionamiento estaba el jefe del que hablaban, un hombre de traje negro y gafas de sol. Una cicatriz le cruzaba el ojo derecho y pese a las miradas de todos, no permitía que nada arruinase su día.

Al día siguiente, el jefe estaba sentado en su oficina atendiendo una llamada mientras que su secretario hablaba con el otro secretario en la oficina.

—¡¿Que en la Edad Media solían acostarse con cabras?! P--Pero eso es perturbador, Earth... — El secretario Bright siempre hablaba de temas irrelevantes al trabajo. Y el compañero no era de menos.

—Sí. Por suerte nunca fue una ley aprobada.

—Gracias a Dios que el rey no fue tan cabra. — Bright dice, ordenando documentos. Su compañero comienza a reír.

Alguien toca en la puerta y el jefe culmina la llamada diciéndole a la persona detrás de la puerta que pase. Al abrir la puerta puede jurar que todo se vuelve cámara lenta para él y que, al mirar a esa persona, hay una nostalgia de miles de años.

Una nostalgia que fue una historia y una historia que forjó el pasado que hoy conocemos.

Gulf sonríe tímido. June sonríe parada a su lado. —B--Buenos días, soy el nuevo diseñador gráfico, Gulf Kanaprassi. Mucho gusto en conocerlos a todos.

Bright se le quedó viendo intrigado, pero no más que Mew, quién abrió la boca con un atisbo de sonrisa.

—Mucho gusto, Gulf Kanaprassi y bienvenido.

Ambos sonrieron, teniendo el presentimiento de que se llevarían muy bien.










{Nota de Autorita: Este fue un pequeño extra que siempre quise hacer para la historia. Un futuro en el que todos estarían bien y juntos ❤🥰 Espero que les haya gustado. ¿Notaron que BriBri sigue traumado con las cabras incluso en el futuro? 🤣}

Puer Delicatus| MewGulf 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora