CAPITULO 8

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<<<<<CASTILLO DE RECLIS>>>>>>>

—¡Llevó semanas sin saber de mi hija y me dicen que aún no ha parecido! ¡Qué clase de ineptos son! ¡Cómo la princesa puede desaparecer, sin dejar ningún rastro!
— Majestad, y no cabe la posibilidad de que la princesa fue secuestrada -da un paso adelante un guardia temeroso enfrente del rey.
— ¿Quién podría intentar hacer tales cosas?
—Los de otros reinos - dijo el mismo soldado.

De pronto otro soldado pasa al frente

— Majestad, y si la princesa huyó, por lo del compromiso, - el soldado lo miró por lo bajo, este soldado era el infiltrado de Lana.

El rey se queda pensando en lo que se habló, cabía la posibilidad de que algunos de los reinos de afuera la tuviera, pero que sacaría, y si fuera algún pueblerino simple, ya estuviera muerto antes de que pase el bosque, y si fuera algún rey que obtendrían con eso, Lana no es tan estúpida para eso, y Esteban no gana nada con eso.

<<<<<EN EL CASTILLO DE LANA>>>>>

Me afecta esto de sobremanera, intento que no me afecte, porque quiero contarle la verdad al fin, pero me siento que estoy traicionando a su madre.

—Necesito distraerme, por unos segundos.
— Mi Reina, el pedido está donde siempre - dice una sirvienta en la puerta.
—Cierra cuando salgas.

Me dirijo hacia una de las habitaciones al fondo, lugar el cual Dhafne no vio por obvias razones. Ese lugar es donde, por así decirlo, se encuentra mi espacio de tortura sexual, el cual nunca ha salido vivo de ahí nadie. No suelo ir mucho, solo cuando mi apetito sexual o mi humor no es muy bueno. Nunca he tenido sexo decente, como le dice la gente de afuera,como hacer el amor. Solo he experimentado, el placer que me da el hacer daño a alguien más.

Entró en la habitación y veo a una joven pueblerina, en el fondo, con manos y pies atados, un saco en su cabeza. La escuchó sollozar, avanzó y entre más lo hago, me exito mucho más. Sé que suena mal, pero me gusta ver sufrir a la gente.

—Por favor, quien sea, no me haga daño - me suplicó la joven.
Le quito el saco y en su cara veo sorpresa.
—Hola, pues, como verás, soy la Reina Lana, y el día de hoy, al parecer, vas a morir, o bueno, vivir para contar, cómo desee y aguante tu cuerpo.
—Por favor, reina, por favor, déjeme ir, no le contaré nada a nadie - súplica más la joven.

Lana la toma por la cuerda que tiene alrededor de sus manos. La arrastra hacia la cama, la cual en sus puntas tiene una especie de cuerdas sujetas a unos tubos de hielo bastante resistente que fue hecho por ella misma. En el medio de la cabecera, una máscara de hierro pesado, con una bola de hielo que, al parecer, no se desase, como todos los otros objetos en esa habitación confeccionados de ese material. La cama tiene, en el centro, una silueta de una mujer, con un poco de nieve alrededor.

Lana le quita las cuerdas a la muchacha y la pone en el centro de la cama, con delicadeza.

—Está frío, déjeme ir, se lo pido.
—Querida, esto, apenas comienza.

La cómoda en el centro, y la ata a cada extremo,sus extremidades, ubica  la cabeza en la máscara rústica. La joven para ese tiempo anduvo en un baño de lágrimas.
Lana se levanta de la cama, y va al vestíbulo y se despoja de su vestido, quedando en un juego de lencería blanco, toma un artilugio que mandó a confeccionar. Era una especie de acné, pero bien rústico, al igual que todos los de su tiempo. Se lo coloca y vuelve hacia la cama.

La chica estaba erizada por el frío, que tenía en ese momento.

—Que comience la diversión - dijo con una sonrisa siniestra en los labios.

Se subió en la cama y se situó entre los pies de la joven, la cual intentaba sacarse. Le rasgó el vestido y puso el objeto entre su entrepierna, introduciéndose de golpe. La joven gritaba, pero no era escuchada.
Lana se exitaba con cada embestida, la joven se estaba volviendo sianotica.
En la cabeza de Lana, ella imaginaba que era Dhafne. Ya las embestidas eran mucho más rápido, arañaba el veinte de la chica y cuando estaba a punto de alcanzar el clímax, la chica no dejó que llegara, ya que no aguantó y murió en el proceso de hipotermia.
Lana, al verla, que no se movía, que no luchaba, se quitó de entre las piernas de esta.

—Maldición, no pudiste aguantar más, casi llegaba - le decía al cuerpo muerto.

Se quitó las cosas, se puso el vestido y sale de la habitación. Afuera estaba la misma sirvienta que le había hablado anteriormente.

— Desate de ella - le dice con rabia en su voz.

***A ESE ALGUIEN QUE ME LEE , POR FAVOR REGÁLAME TU VOTO , NO CREO QUE TE CUESTE MUCHO***

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⏰ Última actualización: Nov 20, 2024 ⏰

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