Obsesión, Locura y Pasado (Dark Daemyra)

Capítulo XIII

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Un mes pasó desde que Daemon comenzó a idear el plan sugerido por Mysaria.

Finalmente tenía todo listo, todo planificado, y venía hablando a Rhaenyra de un importante viaje de negocios que tendría que hacer pronto.

Ella sabía que él se iría por tres días, el plan era que los hombres que había contratado, dijeran a Rhaenyra que su padre había sido el que había engañado a Daemon para que no estuviera ese día, que le había tendido una trampa con falsos negocios.

Mysaria intentaba decirle a Daemon que intentara calmarse, pero él no dejaba de preocuparse por lo que haría Rhaenyra.

Mysaria salió con los niños, y Daemon esperó pacientemente a que su plan se llevara a cabo.

Los hombres hicieron ruido como si derribaran puertas para llamar la atención de Rhaenyra. 

El sonido de la puerta abriéndose sobresaltó a Rhaenyra, quien estaba sentada en el borde de la cama, con las manos juntas sobre su regazo. Levantó la mirada lentamente, su cabello desordenado cayendo en suaves ondas alrededor de su rostro. 

Los meses en ese cuarto cerrado casi habían quebrado su espíritu y la sombra del cansancio se reflejaba en sus ojos.

Tres hombres entraron al lugar, uno de ellos, el líder, se adelantó hacia ella con un gesto que intentaba ser tranquilizador.

- Señorita Targaryen, venimos a sacarla de acá. Su padre nos envió. Él por fin pudo encontrarla- dijo el hombre estirando su mano hacia ella- Es hora de sacarla de este horrible lugar- dijo él intentando que ella tomara su mano.

Rhaenyra parpadeó, como si procesar sus palabras le tomara más tiempo del habitual. Bajó la mirada hacia sus manos, jugando nerviosamente con los bordes de su vestido.

—¿Mi padre? —murmuró, su voz apenas un susurro. Había algo quebradizo en su tono, como si no pudiera permitirse creer en lo que decían—. Él... ¿sabe que estoy aquí?

El hombre asintió con seguridad, intentando aprovechar la oportunidad. Daemon les había pedido que intentaran convencerla, para probarla. Y eso hacían exactamente. 

- Si señorita, nos envió para ponerla a salvo. No tiene por qué temer- dijo él y Rhaenyra sonrió tristemente. 

Rhaenyra levantó la mirada hacia ellos, sus ojos reflejando una mezcla de vulnerabilidad y duda. Por un momento, parecía que iba a levantarse de la cama, pero luego negó suavemente con la cabeza.

- No puedo- dijo ella con su voz temblando un poco- Si mi esposo descubre que me fui, no me lo perdonará- dijo ella y el hombre negó.

- Señorita, su esposo la ha mantenido aquí encerrada. No merece su lealtad, por favor, confíe en nosotros- dijo él y Rhaenyra sintió sus ojos brillar

Rhaenyra apretó las manos con fuerza, sus ojos llenándose de lágrimas que no llegaron a caer. Respiró hondo, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos. Finalmente, negó nuevamente con un leve movimiento de cabeza.

- No puedo traicionarlo otra vez- susurró casi para si misma- No lo haré, lo hice una vez y él sufrió por años una condena que no merecía, si tengo que pagar el resto de mi vida encerrada acá por eos, me quedaré- dijo ella sintiendo sus esperanzas romperse, ella misma había renunciado a su libertad.

- Pero señorita, su padre- intentó decir el sujeto viendo que ella realmente no aceptaría.

- Mi padre lavó mi mente, y me vendió al primer hombre que pudiera salvar su empresa- dijo Rhaenyra refiriéndose a su matrimonio con Laenor- Me quedaré acá, pueden decirle a mi padre que me olvide y que al menos cuide de Helaena, ya que no cuidó de Aegon, Aemond y Daeron.