Capítulo 6: Llave plateada y corazón de piedra

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Al fin llegaron al pie de las montañas grises, a un pequeño pueblo, después de una tarde de camino, Scarlett y Noah dejaron el carro en la posada "El Martillo Caído". Era un edificio rústico de piedra y madera ennegrecida por los años, como el resto de casas del pueblo.

La puerta chirrió al abrirse, dejando pasar el eco de voces apagadas y el aroma a guiso caliente y humo de chimenea. Scarlett y Noah, seguidos de la niña, cruzaron el umbral. El ambiente cálido chocó con el frío exterior del atardecer, aliviándolos después de un largo día de viaje.

Scarlett se detuvo por un momento al notar al mismo ogro que había conocido anteriormente, el posadero, hablando con una mujer que vestía un delantal salpicado de harina, debía ser la encargada del local. Ambos parecían absortos en una conversación. Algo en la mirada del ogro le resultó extraño, parecía muy serio hablando con la mujer, pero decidió no darle demasiada importancia.

— Scarlett, hazme un favor.

Dijo Noah mientras retiraba su capa y miraba a la niña, ahora claramente incómoda en el local.

—Voy a arreglar a nuestra pequeña compañera. Y a buscar una habitación. Pregunta a la posadera si alguien ha oído algo sobre los golems o la llave de plata. Pero sutilmente, no queremos levantar sospechas.

Scarlett asintió y caminó hacia la barra, donde la mujer se ocupaba de servir una jarra de cerveza a un cliente.

—Disculpe, estoy investigando leyendas locales. ¿Ha escuchado alguna historia interesante sobre las montañas grises? Tal vez algo relacionado con... objetos antiguos o criaturas como los golems.

Preguntó Scarlett con tono amable.

La posadera se detuvo un momento, el ogro ya se había ido, frunciendo el ceño mientras colocaba una jarra sobre la barra le respondió.

—No soy de contar historias, pero...

Antes de que pudiera continuar, una voz grave interrumpió desde una mesa cercana.

—¿Buscas historias de golems y leyendas, niña?

Un anciano de cabello blanco y rostro surcado por arrugas la observaba desde su asiento junto a la chimenea. Llevaba una capa raída y sus ojos brillaban con astucia. Scarlett asintió, girándose hacia él con interés.

—Sí, señor. No soy de aquí y me gustaría aprender la cultura, cualquier información sería de gran ayuda.

El anciano dio una carcajada corta y tomó un sorbo de su jarra.

— Hay una historia, en las montañas cercanas, hay una llave de plata que abre cualquier puerta de la peor de las mazmorras de Avanor, custodiada por los Golems que dices, te contaré lo que sé... pero a cambio, tráeme un poco de ese estofado que sirve esta posada. Mi viejo cuerpo no se mueve sin algo caliente.

Scarlett sonrió, acostumbrada a los pequeños trueques que los viajeros hacían por información.

—Será un placer. Espere un momento.

Mientras regresaba a la barra para pedir el estofado, echó un vistazo a Noah y Devra. Él estaba peinando el cabello de la niña con esmero, hablando en voz baja para calmarla. Parecía haberse ganado su confianza, un alivio para Scarlett, quien ya sentía una especie de responsabilidad hacia ella.

Con el plato humeante en las manos, Scarlett regresó al anciano, quien aceptó la comida con un gruñido de agradecimiento. Después de un bocado, comenzó a hablar:

— En estas montañas, los golems no son solo criaturas de piedra. Son guardianes. Y lo que guardan, niña, no es algo que cualquiera debería buscar. La llave de plata es útil, pero encontrarla será tan peligroso como usarla.

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