Capítulo 2: Segundas oportunidades

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"Esos ojos no llevan brillo, llevan fuego en su alma, ese fuego que te quema pero que hace que ames arder"
-Anónimo.

Han pasado dos semanas desde la última vez que estuve aquí, por lo general vengo todos los días, parece que pasó una eternidad. Luego de estas semanas sin salir de casa, necesitaba un respiro. Repaso cuadro por cuadro, hay distintos tipos de arte aquí, no se enfocan en un solo estilo, me ayuda a imaginar, y experimentar. Me detengo en uno que se me hace conocido, en la punta del lienzo hay una firma, “Ruggero Mascchiavelli” es un eclipse lunar, pero no es uno normal, es como si el eclipse fuera el centro del universo, no el sol. Todos los astros, satélites, planetas, están alrededor del eclipse y está hecho con mucha precisión, es demasiado realista. A lo largo de mi seguimiento por Ruggero me he dado cuenta que tiene una pasión muy grande hacia la luna, es increíble, los colores son muy vivos, muy exactos, se nota cada pincelada que ha dado en él. El eclipse tiene los colores respectivos, las sombras..

—¿Evangeline Wilson? 

Me doy la vuelta sonriente y mi rostro tan alegre, se transforma de manera abrupta, en una mezcla de nerviosismo, pánico.¿Cómo sabe mi nombre? ¿porque suena tan bien que lo diga él? 

—Así que, ¿te llamas Evangeline? —Me mira de arriba abajo con una sonrisa.

Carraspeo y trato de mantener mi compostura.

—Vangie, por favor. —Mi voz sale temblorosa.

—Me gusta Evangeline.

—Gracias —Nos quedamos en silencio hasta que parece reaccionar.

—Se te ha caído el otro día —me estira unos lentes, son los míos.

—¿Los tenías tú? —los agarro.

—No era mi intención quedarmelos, pero cuando quise dártelos, ya no estabas.

¡Ruggero Macchiavelli te reconoce!

¡SABE QUIEN PUTAS ERES!

—Bueno, gracias —trato de disimular él colapso que estoy teniendo internamente. Él se gira y mira por detrás de mí. 

—¿Te gusta? —dice mirando al cuadro, pero yo solo me lo quedo viendo, sobre todo en sus ojos, de verdad que tiene unos ojos muy bellos, nunca lo había visto tan de cerca, desde aquí se ven más bellos todavía, si es que eso es posible, y yo que pensaba que no y resulta que…Su carraspeo me saca de mis ideas.

Te hizo una pregunta, querida.

Oh sí eso.

—Si, esta… bueno.

¿En serio? Es lo único de diras?  

—Me alegra escuchar eso —esboza una sonrisa y mi garganta se seca.

Doy un brinco y suelto un grito agudo, mi corazón estuvo a punto de desprenderse de mi cuerpo cuando un inmenso trueno retumba por todo el lugar.

¿Es en serio? ¿Lluvia? ¿Justo ahora? 

Me muero de la vergüenza, ha visto como me he asustado por un maldito trueno. 

Eres un chiste.

Soy un chiste.  

Él está sonriendo, yo no puedo pensar en otra cosa que no sea mi vergüenza ajena.

—¿Qué? —Reitero con mala gana, me arrepiento enseguida— Lo siento, es solo que —Señalo hacia afuera— No me gustan las tormentas. 

—No te preocupes —sonríe.

Aunque no quiero debo irme de aquí.

—Lo lamento pero, debería irme, antes de que se ponga peor —Tomo distancia, ¿en qué momento nos acercamos tanto? no sé, y no voy a pensarlo ahora, no quiero ponerme roja de nuevo. Estoy cerca de la puerta cuando alguien comienza a acercarse muy rápido en mi dirección.

En mil pedazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora