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Aprovechando el bug y que me acordé del fic ajajajaja






🇵🇾💓











Ni él mismo se podría explicar la gran emoción que sentía, desde que pisó el césped hasta que el partido acabó. Por primera vez en su vida sintió esa adrenalina de jugar entre jugadores de alto nivel. Claro que haber jugado en el fútbol paraguayo era algo sensacional, pero no podría compararse a lo que era el fútbol en Inglaterra. 
Muchísimas personas habían asistido al partido, e incluso algunos gritaban cuando él tenía el balón y realizaba sus jugadas. En apoyo y aprobación a lo que hizo. 

Esos minutos que estuvo dentro de la cancha le dio esa sensación de estar completo, una felicidad inigualable que no se permitía o quisiera explicar que sentía. Su familia estaba en las gradas mirándolo debutar con su nuevo equipo, incluso de lejos podía verlos cuando se detenía a mirar en zona. 
Una bandera paraguaya flameando en él viento, bajo aquel sol que transmitía un calor distinto de lo que era el calor en su país natal. 
Este día lo recordaría por siempre, y todas las veces que tuviera la oportunidad de engrandecer la bandera y su reputación como futbolista omega, lo haría. 

Cuando el partido acabó se sintió realmente exhausto, él era muy fan de correr detrás de la pelota incluso si había solamente un 5% de probabilidades de que lo gane o alcancé. Igual correría detrás de la pelota, se interpondría entre alfas que le doblan el tamaño por el esférico. 

Su alegría sólo aumentó cuando escuchó esas palabras que le dedicó el técnico una vez que entraron por el túnel rumbo al vestuario. 

— Eres sorprendente, Julio. Me encantó verte en la cancha, sigue así muchacho. — 

No cabía tal felicidad dentro de él mientras entraba al vestuario, sus amigos latinos lo felicitaron en especial Pervis. Quien realmente casi le dio un beso y todo, recibió elogios por parte de los demás. 
Estaba sudoroso por lo cual optó por bañarse antes de ir junto a sus padres que lo esperarían en el estacionamiento según le dijeron algunos de los asistentes que se encargaban de la seguridad de los familiares en el estadio. 
Se dio la ducha más rápida de su vida para luego salir cubierto con una toalla desde la mitad de su cuerpo para abajo. Se puso sus prendas inferiores hasta que empezó a notar la mirada de todos puestos en él. 

— Juli... ¿Ese es tu aroma? — Un balde de agua fría pareció derramarse sobre él cuando por fin lo percibió, se tensó totalmente mientras se apresuraba a ponerse su remera y después la sudadera. 

— Julio, hueles re bien. — Facu se acercó a él con la intención de abrazarlo pero él se apartó. 

— Yo... yo, emh... estaba... — todo lo que decía parecía no formar nada, hasta que Evan lo tomó de los hombros y lo sacudió para calmar su creciente ansiedad. 

— ¡No estás entrando en celo! Solo estás liberando tu aroma de pronto. — el paraguayo no entendió ni un carajo. Pero Evan era alfa, y si lo estaba sacudiendo de ese modo no debería de ser algo malo, ¿no?. 

— No te va a entender. — Mac Allister salió a su rescate, bueno él no sabía lo que decía. Pero le dijo algo de no en algo. 
Debería de tomar en serio sus clases de Inglés. — Julio, te está diciendo que no hiperventiles. Solo estás liberando tu aroma, no estás entrando en celo. — las mejillas del omega se tiñeron de rojo mirando a los demás. — ¿No tomaste tus supresores? — preguntó el mayor en un tono bajo. 

— Está en tratamiento de liberación de su omega de los supresores, definitivamente tiene prohibido tomar supresores hasta que su omega esté recuperado totalmente de los anteriores. — indicó Pervis, dedicándo una sonrisa a Enciso quien agradeció internamente la intervención de los demás. 

— Lo siento si los incomode con mi aroma. — Enciso dijo apenado. 

— Si la incomodidad será oler un agradable y encantador aroma como el tuyo, acepto las disculpas. — el japonés del equipo habló, una sonrisa formándose en su rostro hasta que sus ojos literalmente desaparecieron. 

— Dijo que acepta tus disculpas. — el tono de voz que usó Mac Allister y la manera en que miraba a Mitoma confundió al paraguayo. 

— Pero dejenle a Enci... — Moises literalmente casi lo tumbo cuando se recargo sobre él, rodeándolo con un brazo de manera que lo hizo retroceder unos pasos hasta alejarse de Alexis. 
El alfa argentino no ocultó su disgusto ante la acción del ecuatoriano pero al ver que la cara de incomodidad que hacía rato portaba Enciso cambiaba por uno de tranquilidad y una sonrisa lida dirigida a Moisés, suspiró. 
Él no tenía ese efecto en el omega, por más que quisiera. 
Su alfa gruñó internamente, de la nada los demás estaban cerca de Enciso halagando su aroma y dándole consejos de como cuidarse, incluso los alfas estaban haciendo eso. 

— Chau chicos... — Julio se despidió después de varios minutos, dejando a los que aún seguían conversando ahí entre ellos. 

— Julio... — se detuvo cuando escuchó su nombre, se dio la vuelta para encontrarse al alfa argentino. 

— ¿Si? — preguntó, un escalofrío recorriendo su cuerpo al momento donde el otro se aproximaba a él. — ¿Pasa algo? — pregunto nuevamente. La cercanía del otro causándole pequeños temblores pero no miedo, ni pánico ni muchos menos repulsión. Algo distinto, que lo quería obligar a moverse más cerca del contrario. 

— Estuviste genial durante el partido, me gustó mucho verte jugar. — Alexis dijo esto antes de palmear su hombro y alejarse caminando, dejando un deje de su aroma que lo sacudió. 

"Alfa..." la débil vocecita de su mente saliendo a flote, vio al argentino detenerse por un momento pero después siguió su camino. Enciso suspiró, se estaba volviendo paranoico. 
Camino a la misma dirección donde iba el alfa, no siguiéndolo. Si no que ambos iban al estacionamiento del estadio, sin darse cuenta lo había alcanzado. 

— Gracias... — murmuró, el rubio lo miró por un momento antes de seguir con su camino. 

— Solo dije la verdad, te veías muy bien jugando... lindo... — lo último susurró, aunque por la cercanía de ambos Enciso también lo escuchó. Sus mejillas se tiñeron de rojo mientras seguía caminando al lado del argentino que empezaba a inconscientemente desprender su aroma. Y a Julio le gustaba, quería de una manera diferente apegarse a él y que lo marqué. 

— Entonces... chau. — dijo el omega girándose en la dirección opuesta al argentino. Aunque detuvo sus pasos y se encontró con que el alfa continuaba mirándolo con una sonrisa. 
Ese impulso, ese le hizo caminar hacia él y abrazarlo. 
Por más corto que haya sido el contacto, fue lo suficientemente duradero para que el aroma de ambos se mezcle perfectamente y se pegue en la ropa contraria. 

Ambos se marcaron sin darse cuenta. 

Alexis se quedó sonriendo como un estupido mientras veía como el paraguayo se alejaba a encontrarse con sus padres. 
El dulce aroma del contrario impregnado en su ropa como su propio perfume, ese fue el contacto más cercano que tuvo con él. Y no sabe el motivo, pero sea cual sea la razón por la que Julio lo abrazó, lo hace feliz. Bastante feliz, que si por el fuera correría dando saltitos hasta su auto. Pero se quedó ahí, hasta perder de vista a Julio. 

En contraparte, la madre del omega miraba con el ceño fruncido la prenda de su hijo. Como si cargara veneno encima, uno que ella no puede borrar. 
Julio parecía ajeno a su sentir mientras se acurrucaba en medio de ella y su padre. Pero con la nariz pegada al suéter. 
Disfrutando de un olor fresco que dejó el alfa sobre su ropa, porque parece que se dio cuenta que él lo marcó con su aroma apropósito. 
Sonrió para sí mismo, recordando el extremo cuidado con el que Alexis lo tomó entre sus brazos cuando lo abrazó. Debería hacerlo más seguido, fue cómodo, le gustó abrazarlo. 
Y no parecía tan gruñón, y tampoco muy sobradorsito. 

Sonrió nuevamente. 


— ¿Ndetavymapa? — 

Rápidamente dejó de sonreír, al darse cuenta de que su papá lo miraba con el ceño fruncido. 



¡Dale Kurepa! [Julio Enciso] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora