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La mañana en la escuela paso con tranquilidad yo con mi amiga,Sam,al final me di cuenta que era una chica dulce,y como mi amiga me di cuenta que algo había entre Miguel y Sam se lanzaban miradas si que había chispas.

Las clases terminaron,suspire cansada busque a Sam con la mirada a la hora de la salida quería invitarla a casa a cenar el abuelo quería agradecer a ella y a su familia por prestarme atención mientras el no estaba,pero no la encontré la busque en los pasillos incluido algunas aulas,en cambio al salir de la escuela.

ese auto estacionado frente a la entrada. El brillo del sol reflejándose en la pintura impecable era llamativo, pero no tanto como la figura que reconocí de inmediato. Daniel LaRusso, sentado al volante, con esa postura que gritaba "hombre correcto e incómodo",la llamada de ayer vino a mi mente.

Sonreí para mí misma mientras me acercaba. Podría haber ignorado el auto, pero, ¿dónde estaría la diversión en eso?

—¡Señor LaRusso! —llamé al llegar a su lado, inclinándome un poco para mirar dentro de la ventana abierta.

Él giró la cabeza hacia mí, y lo primero que vi fue su expresión: una mezcla de sorpresa y un toque de nerviosismo que era casi adorable.

—Oh, hola, Livie —respondió, sonriendo como si no supiera bien qué hacer con mis ojos fijos en él.

—¿Qué hace por aquí? —pregunté, apoyándome un poco en el marco de la ventana del auto, jugueteando casualmente con el tirante de mi mochila,sonreí un poco.

Se aclaró la garganta antes de responder.

—Vine a dejar a Sam. Está... castigada, así que me toca llevarla y recogerla de la escuela.

Me lo había dicho Sam,estaba algo molesta por tener de chófer a su padre.

—Vaya… papá estricto, ¿eh?

solté con una risita, inclinándome un poco más hacia la ventana. Mi cabello cayó sobre un lado de mi cara, y me aseguré de que mi blusa se moviera lo justo para que notara el escote, sin ser demasiado obvio.

Su mirada intentó mantenerse fija en mi rostro, pero ese sutil movimiento de sus ojos hacia abajo fue imposible de ocultar. Rápidamente volvió a mirarme, como si hubiera cometido un delito.

—Bueno, a veces hay que serlo… ¿no? —dijo, con esa risita incómoda que parecía usar como defensa.

—Supongo —respondí, alzando una ceja mientras ladeaba la cabeza, fingiendo pensar—. Aunque papá es estricto siempre me lar arreglo.

Pensé en papá el era demasiado estricto y nada cariñoso a comparación del Señor Larusso eso me hizo poner melancólica pero trate de cambiar mi cara rápidamente,que bien padre tenía Sam,Algo de envidia y celos invadía mi ser,ojalá mi padre hubiera ido a recogerme una vez a la escuela,no importaba si eso fuer aun castigo.

Él se rió un poco más relajado, pero aún se veía tenso. Decidí subir la apuesta,tratando de olvidar mis malos pensamientos.

—Espero con ansias el jueves, por cierto —dije, dejando que mi voz bajara un tono, casi un susurro.

Lo vi parpadear, confundido por un momento.

—¿El jueves?

—Claro, la clase de karate. —Sonreí mientras me acercaba aún más, mis brazos cruzados en el borde de la ventana, dejando que el escote quedara justo a la vista.

Se aclaró la garganta de nuevo, mirando rápidamente hacia el frente del auto.

—Oh, sí, claro… la clase —respondió, su tono más nervioso que nunca—. Es… bueno, espero que te guste.

—¿Gustarme? Estoy segura de que me va a encantar —dije, permitiéndome una sonrisa traviesa mientras me enderezaba, dejando que mi mano rozara ligeramente el marco de la ventana antes de retroceder.

Él asintió rápidamente, frotándose la nuca como si eso pudiera aliviar la tensión que claramente sentía.

—Bueno… nos vemos el jueves señor larusso.

—Llamame Daniel,por favor me haces sentir viejo.

El río nerviosamente.
alzó la mirada de inmediato.

Sonreí ligeramente, disfrutando el tono relajado con el que lo dijo.

—Está bien, Daniel —respondí, alargando un poco su nombre, dejando que rodara en mi lengua con un toque de malicia.

Antes de que pudiera decir algo más, recordé el recado del abuelo.

—Ah, por cierto —añadí, cruzándome de brazos mientras me balanceaba ligeramente sobre mis pies—. Mi abuelo me pidió que invitara a tu familia a cenar este fin de semana. Algo sencillo en casa, nada ostentoso.

Su rostro pasó de tenso a sorprendido.

—¿Oh? Bueno, le diré a Amanda y a los chicos. Seguro que podemos organizarnos.

Asentí, disfrutando cómo parecía todavía un poco nervioso.

—Genial. Será divertido.

Me di la vuelta para irme, pero antes de que avanzara más de unos pasos, lo escuché llamarme de nuevo.

—Livie.

Me giré hacia él, levantando una ceja.

—Si necesitas transporte o algo, puedo llevarte a casa. No es problema.

Solté una pequeña risa y negué con la cabeza.

—No, gracias, Daniel. Me gusta caminar. Es relajante.

Vi cómo asentía, aunque parecía un poco descolocado por mi respuesta.

Vi cómo asentía, aunque parecía un poco descolocado por mi respuesta.

—Bueno… nos vemos el jueves.

—Claro —respondí, dejando que una sonrisa traviesa se deslizara en mi rostro mientras me alejaba—. Nos vemos el jueves, Daniel.

Podía sentir su mirada en mi espalda mientras me alejaba, y no pude evitar pensar que había algo en esa mezcla de incomodidad y curiosidad que lo hacía aún más interesante.

Si Johnny Lawrence era el fuego, Daniel LaRusso definitivamente era el hielo. Pero ambos podían derretirse o apagarse si se jugaba bien.

El primer movimiento estaba hecho. El resto sería pura diversión.







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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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𝐁𝐋𝐎𝐍𝐃𝐄 ➳𝐊𝐨𝐛𝐫𝐚 𝐤𝐚𝐢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora