CUATRO

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El camino hasta la casa de seguridad a las afueras de la ciudad fue en completo silencio, Angélique estaba perdida en sus pensamientos, por un lado seguía sin poder creer que el chico lindo, amable, y atento del que se había enamorado, era en realidad un despiadado asesino. En cuanto el auto se detuvo se apresuró a salir y poner distancia entre ellos, quería huir pero estaban en mitad de la nada, y dudaba que pudiera alejarse lo suficiente antes de que Hoseok la atrapará. 

El salió del auto y caminó hasta la puerta de la cabaña, no dijo nada, no la volteó a ver siquiera, pero sabía que si se daba la vuelta y corría iría tras ella, resignada soltó un suspiró y caminó hasta él. Ambos entraron a la casa y hasta ese momento él se giró y la enfrentó, su rostro tranquilo y sereno no la engañaba.

—¿Por qué? —preguntó simplemente, aunque no sabía muy bien que era lo que quería saber.

—¿Por qué qué ángel?

—¿Por qué me engañaste? ¿Por qué te acercaste a mi y jugaste conmigo si querías matarme? ¿Te gustó burlarte de mí? —le recriminó dolida.

—Cuando acepte el trabajo nunca tuve intención de acercarme a tí, pero cuando te ví algo dentro de mí me impidió disparar, fue como si una fuerza invisible tirará de mi hacia tí, al principio me engañe diciendo que solo lo hice para divertirme antes de matarte, pero lo cierto es que entre más tiempo pasaba a tu lado menos quería hacerte daño, o por lo menos no de una forma tan permanente.

Hoseok dió dos pasos hacia ella y por instinto retrocedió, no sabía que pensar o que sentir, quería odiarlo por querer matarla, pero también sabía que no podía hacerlo, él se había metido dentro de su corazón, tan profundo que pensar en alejarse le dolía.

—¿Aún quieres matarme?

—No, ahora mismo lo único que quiero es protegerte, jamás voy a dejar que nadie te haga daño, el único dolor que quiero causarte es para darte placer.

Sus palabras le causaron un escalofrío, pero no por miedo, en tan poco días se había hecho adicta a su forma de poseerla, le excitaba sobremanera cuando la besaba tan fuerte que la hacía sangrar, o cuando ella misma le encajaba las uñas hasta abrirle la piel, y sabía que él lo disfrutaba igual o más que ella, pero su lado racional le gritaba que no podía volver a permitir que el la tocara, la había traicionado y no podían seguir con eso. 

—Angel se que estás asustada, yo mismo por primera vez tengo miedo, siempre he estado jodido, desde que era un niño supe que había algo mal en mí, nunca sentí empatía por nadie, ni siquiera por mi madre drogadicta, los únicos momentos en que era realmente feliz era cuando lastimaba a la gente, disfrutaba hacerlos sangrar, una vez alguien me dijo que yo no tenía corazón, que era un monstruo y lo creí. Pero cuando te ví por primera vez, cuando ví tus ojos brillar mientras sonreía y escuché tu melodiosa voz, algo se encendió aquí —dijo señalando su pecho —tu eres esa parte que me faltaba para dejar de ser un monstruo.

Sin darse cuenta había comenzado a llorar, estaba jodida, su estúpido corazón latía acelerado emocionado por sus palabras, estaba irremediablemente enamorada de un asesino. No fue hasta que sintió su mano acariciar su mejilla que se percató de su cercanía. Sus ojos negros la miraban como siempre, y ese fue su punto de quiebre, que más daba si quería matarla, si lo hacía por lo menos esperaba que fuera mientras estuviera dentro de ella y lo último que sus ojos vieran fuera a él llegando al climax.

Sin pensarlo más acortó la distancia entre ellos y junto sus labios en un beso hambriento y desesperado, Hoseok correspondió en el acto, tomándola de la cintura y pegándola más a él, como si quisiera fundirla a su propio cuerpo.

—Si me vas a matar follame primero —le dijo entre besos.

Por toda respuesta Hoseok la cargo haciéndola envolver sus piernas alrededor de su cintura, y sin dejar de besarla la llevó hasta el sillón,  la dejó caer suavemente sobre el respaldo de este y comenzó a quitarle la ropa, dejándola solo en bragas y sostén. Luego el mismo se desnudo, antes de tomar una pequeña navaja del bolsillo de su pantalón y abrirla.

La fría hoja de metal brillaba por el filo, un sudor frío recorrió su espalda al verlo acercarla a su centro, y jadeo al sentir la punta sobre su piel, en un rápido movimiento la navaja cortó la fina tela que cubría su intimidad.

—Eres preciosa ángel, tienes el coño más dulce y perfecto que he probado jamás —dijo antes de dejarse caer entre sus piernas y comenzar a devorarla.

Angélique estaba tan perdida en el placer que no vio cuando Hoseok levantó su mano y sin avisar paso la punta de la navaja por su muslo haciéndola gritar en una mezcla de placer y dolor, sus ojos viajaron hacia abajo hacia donde el pelinegro se encontraba paseando su lengua por la pequeña herida antes de volver a lamerle el coño, catapultandola a su liberación.

—Yo también quiero probarte —dijo y se bajó del respaldo.

Se puso de rodillas y tomó la gruesa polla de Hoseok entre sus manos, la masturbo un poco antes de meterla en su boca hasta el fondo, los gemidos y jadeos que salían de su boca le encantaba, saber que ella era la causante de su placer la volvía loca. En un acto osado le arrebató con cuidado la navaja que aún sostenía, quería saber qué era lo que él sentía al probar su sangre, así que no lo pensó, y Hoseok viendo sus intenciones tampoco la detuvo.

El corte fue rápido y preciso, la parte interna de su muslo comenzó a sangrar de inmediato, no era un corte profundo ni demasiado largo, pero al estar tan cerca de su polla que se había puesto aún más dura si es que se podía, hacía que el flujo de sangre fuera aún mayor. 

—Hazlo ángel —la ánimo cuando vio que solo contemplaba el hilo de sangre.

Angélique saco su lengua y como si de un caramelo se tratase la deslizó por la suave carne, el sabor salado y metálico de la sangre explotó en sus papilas, de inmediato volvió a llevarse su polla a la boca, chupando con fuerza, al tiempo que lo masturba, pronto sintió el miembro pulsar y su boca se llenó con su semen, siguió lamiendo hasta que se vacío por completo trago sin dificultad y una vez más volvió a pasar la lengua por la herida.

No sabía que tan enfermo era eso, pero de alguna manera ahora mismo comprendía a Hoseok y su gusto por hacerle lo mismo, era una nueva forma de placer y lo había disfrutado al máximo.

Después de esa breve etapa de perdón y placer y descubrimiento, continuaron follando toda la noche, los dos terminaron exhaustos, pero satisfechos, pronto Angélique dormía sobre su pecho, su teléfono comenzó a sonar y el mensaje que esperaba llegó.

V: Lo tengo, Motel Versalles habitación 36, te encantará saber a quien mandaron por tu chica, diviértete.

Una sonrisa siniestra se formó en su rostro, el hijo de puta del ministro inglés se iba a arrepentir de haber querido hacerle daño a su ángel. Con cuidado de no despertarla salió de la cama, se vistió, le dejó una nota y salió de la habitación, fue hasta el miró falso que había en el salon, tomo sus armas favoritas y salió a cazar.



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Próximo capítulo el final de esta historia.
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Nos leemos bellezas...
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⏰ Última actualización: Nov 23 ⏰

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