Cap.12 Pt.02

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Mientras Gabriela avanzaba hacia el Hotel Leonhard con andar seguro, casi desafiante, no podía evitar sonreír de lado. Las manos seguían en los bolsillos de su chaqueta desde que aterrizó, y su mente estaba fija en el pequeño guardián que la escoltaba desde las sombras. 'Kivuli... ese pequeñín es toda una joya, silencioso y con ese camuflaje podría estar volando sobre sus cabezas y ni se enterarían. Es un francotirador con alas. Está equipado con nano-dardos sedantes pueden dejar fuera de combate a cualquiera antes de que sepan lo que los golpeó. Y luego está su cámara... Mariam está viendo todo lo que él ve. Si me meto en problemas, lo sabrá antes que yo.'

Se detuvo un segundo, inclinando la cabeza ligeramente hacia el cielo, como si pudiera verlo en la oscuridad. 'Astuto, leal y listo para lo que venga. Me gusta ese pequeño.'
Y luego retomó el paso, su tono mental se endureció un poco, pero con ese toque relajado que la caracterizaba.
Mariam se inclinó ligeramente hacia su visor mientras seguía los movimientos de Kivuli. Su voz surgió por el canal privado con la calma habitual, aunque teñida de curiosidad.

—¿Qué tramas, Víbora? Sabes que mi telepatía es únicamente con mis búhos… y con esfuerzo, algún otro animal—.

Gabriela dejó escapar una risa breve, un toque burlón en su tono.

—Jaja, tranquila, búho. Lo sé—.

Mariam suspiró al otro lado, su semblante serio en la transmisión compartida.

—Víbora, ¿qué harás?—

Sin detener su andar hacia el Hotel, Gabriela respondió con calma, aunque su voz cargaba una determinación que no dejaba lugar a dudas.
—Según la última actualización de datos, todas las unidades de agentes están movilizándose ahora mismo para desmantelar OZYRIS Corporación—.

Mariam frunció el ceño, sus ojos recorriendo los monitores y los datos que se desplegaban en su visor.
—Por eso es mejor esperar. No podemos arriesgarnos sin un plan más claro —sugirió con firmeza.

Gabriela levantó la mirada hacia el imponente hotel frente a ella, interrumpiendo a Mariam con un tono que destilaba confianza.

—Escúchame, búho. Prepara el piso debajo de ti. ¿Cuál es?—

—El piso 12 —respondió Mariam de inmediato, su postura cambiando a una alerta total—.

—Bien. Asegura el piso 12. Yo capturaré a uno de estos malditos y lo llevaré hasta allá—.

El canal se llenó de un silencio breve pero cargado.

—Asegura el perímetro. No quiero que entre ni salga una mosca sin que lo sepas—.

Mariam asintió. Ambas podían verse a través de las nano-cámaras desplegadas alrededor del hotel.

—Entendido, víbora—.

Gabriela: —ARIA, verifica qué vacantes están disponibles para mujeres en este lugar. Necesito información que me permita acercarme sin levantar sospechas—.

ARIA respondió con prontitud, su tono mecánico pero sereno transmitía la confiabilidad de sus análisis.

—Entendido, agente Víbora. Según los registros públicos del Hotel Leonhard, estas son las vacantes activas:

1. Dama de compañía:
Descripción: Servicio exclusivo para clientes VIP. Las acompañantes tienen acceso a las suites privadas y zonas reservadas del hotel.
Requisito: Envío previo de un currículum, fotografías de cuerpo entero y un video de presentación de un minuto.

2. Bailarina del club nocturno:
Descripción: Entretenimiento en el exclusivo club del primer piso. Las bailarinas tienen acceso limitado a los camerinos y áreas de descanso del personal.
Requisito: Experiencia previa demostrable en espectáculos de baile.

3. Anfitriona de restaurante:
Descripción: Recepción y atención de clientes VIP en el restaurante principal.
Requisito: Fluidez en alemán y experiencia en atención al cliente.—

ARIA añadió un último detalle tras una breve pausa.

—La solicitud para cualquiera de estas posiciones debe hacerse en línea, y el hotel selecciona cuidadosamente a los postulantes antes de convocarlos para entrevistas. El proceso está diseñado para garantizar discreción en sus operaciones—.

Gabriela dejó escapar un leve suspiro mientras procesaba la información.
—Recibido. El acceso como dama de compañía parece prometedor, pero me expone demasiado. Veamos si hay rutas adicionales. ¿Qué dicen las cámaras de Mariam?—

ARIA procesó rápidamente las imágenes enviadas por las nano-cámaras y los búhos desplegados.

—El perímetro muestra dos accesos secundarios al edificio: una entrada trasera para el personal y un acceso de carga que conecta con la cocina. Ambas entradas están vigiladas por personal armado, aunque de manera menos estricta que la entrada principal—.

—Muy bien ARIA, déjamelo a mi ahora—, respondió Gabriela su voz llena de convicción mientras ajustaba el ritmo de sus pasos, completamente enfocada en su nuevo objetivo.

Con un ligero cambio en su postura, dejó que una sonrisa traviesa cruzara su rostro, y con un movimiento fluido activó un personaje completamente distinto al suyo. Cada paso que daba hacia el Hotel se transformaba en un despliegue de confianza y sensualidad, su andar exagerado pero calculado, diseñado para captar cada mirada y sembrar distracción.

Sin detenerse, deslizó los hombros hacia atrás y se quitó la chaqueta, dejándola caer al basurero cercano con una despreocupación magistral. Sus brazos tonificados, pero delicados, quedaron al descubierto, resaltando una figura perfectamente esculpida. Su cinturón siguió el mismo destino, lanzado con un giro que terminó en un rincón oscuro entre los edificios.

Su figura, alta y esbelta, se movía con una gracia natural que irradiaba magnetismo. Las curvas perfectamente delineadas de su cintura y caderas se acentuaban con cada paso, mientras el movimiento de sus largas piernas, firmes y bien torneadas, era casi hipnótico. Su piel de tono trigueño, brillante bajo las luces parpadeantes, parecía esculpida por los dioses mismos, con un aire de perfección que atrapaba incluso a las sombras a su alrededor.

El cabello negro azabache de Gabriela, recogido en una coleta alta, brillaba bajo las luces neón, enmarcando su rostro con precisión. Sus ojos, uno con un iris verde vibrante y el otro rojizo como un rubí, eran cautivadores. Su sonrisa, sutil y provocativa, mientras que la delicada línea de su mandíbula y el contorno de sus pómulos le conferían un aire de autoridad natural.

Cada detalle de su atuendo restante parecía haber sido diseñado para resaltar su figura: un escotado top de cuero negro ajustado que abrazaba sus curvas y dejaba entrever la musculatura definida de su abdomen, combinado con pantalones de cuero que se amoldaban a sus caderas como una segunda piel, mostrando sin reservas el contorno de sus piernas infinitas. Las botas negras de tacón alto que calzaba añadían altura y poder a su presencia.
Mientras avanzaba con ese andar seguro y provocador, llevó las manos a su coleta alta. Con un movimiento fluido, tiró del sujetador, dejando que su cabello cayera en cascada sobre sus hombros.

Desde su posición elevada, Mariam observaba a través de las cámaras y los búhos que mantenían vigilada a su compañera. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios mientras veía a Gabriela deshacerse de la coleta.

—Guapisima, amiga— murmuró Mariam, mientras ajustaba el visor de su rifle. —Si supieran que detrás de esa cara y ese cuerpo perfecto hay una cazadora letal, correrían antes de mirarte dos veces—.












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