Capítulo 1

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Hades se levantaba agitada y sudando recordando la pesadilla qué había tenido. Miró la hora: Las cinco y media de la mañana. Cómo sabía qué no iba a volverse a dormir, decidió levantarse y encenderse un cigarrillo. Salió al balcón a observar a los coches yendo de un lugar para otro, sabiendo qué era muy pronto para tantos coches.
Entró a la habitación otra vez para vestirse: Un vestido azul marino deshilachado, con unas medias negras y unas converse.
Mirándose al espejo se acordó de qué hoy era su primera visita al psicólogo, al cuál no quería ir, pero sus amigos la habían obligado. Suspiró y se hizo un recogido hasta qué se asustó por el sonido del timbre, se giró y fue a abrir.

—¿Estás lista?—Preguntó el chico qué estaba apoyado en el marco de la puerta.

—¿Seguro qué es buena idea, Milo? Creo qué estáis exagerando...—Contestó la chica con la mirada perdida.

—Es lo mejor...Tener la misma pesadilla todos los días podría ser un trauma del pasado o esas cosas...—Suspiró.

Hades se encendió otro cigarrillo pero Milo se lo quitó—Recuerda qué también vas por esto...

—¡Mi cigarro!- Ella se enfadó—¿Y qué tiene qué ver el psicólogo? Más bien sería una clínica de rehabilitación...

Milo le dió una calada al cigarrillo- Así matamos dos pájaros de un tiro, algo hará...—Se empezó a reír—Además qué sí quieres cantar bien el cigarro no ayuda...

Hades se enfadó, lógicamente Milo tenía razón pero no me gustaba qué la gente le llevase la contraria...Tampoco es qué se enfada se mucho, siempre estaba alegre, pero ese día todos le llevaban la contraria y se había enfadado bastante.

—Quita esa cara qué pareces una gárgola- Milo siguió fumando— Anda, vámonos ya qué llegamos tarde.

Hades sólo suspiró y salió de la entrada cerrando la puerta.

***

—¿Qué tal estará Hades?- Decía una chica pelirroja con el pelo corto—Estoy preocupada por ella...

—Seguro estará bien...—Contestó otro chico-Se moldea a cualquier situación.

—No creas...—Interrumpió otra chica, más delgada qué la otra y más pálida- Es un poco rarita...

—Se las apañará de alguna manera— Dijo el chico.

Los tres jóvenes se sentaban en una mesa redonda en el bar Green Smoke, en el qué siempre quedaban, la chica pelirroja, llamada Lauren, se levantó al escuchar a su jefe:

—¡Lauren! ¿Qué haces ahí sentada? ¡Estamos llenos de clientes!

Ella suspiró, y cogió su libreta de comandas—Lo siento, ya hablaremos—Después de eso se fue a otra mesa.

Los otros dos se quedaron mirando cómo Lauren iba de un lado a otro tomando nota de las comandas.
La otra chica, llamada Liliane, se encendió un cigarrillo y siguió hablando.

—Yo creo qué Hades va a aguantar mucho—Balbuceó en su acento francés.

—¿Por qué lo dices?—Preguntó Sebastian.

—Ya sabes, por lo de su carácter...El pobre psicólogo lo pasará mal escuchando sus quejas...—Siguió fumando mirando de reojo a Sebastian.

—Bueno los psicólogos están preparados para gente así o peor...—Suspiró y se cruzó de brazos—Sí nosotros la aguantamos, él psicólogo también...

***

Milo y Hades se dirigían en coche hacia el psicólogo. Hades bufaba cada vez más mirando a la ventana cruzada de brazos y quejándose de todo.

—Pareces una niña pequeña—Se empezó a reír y la dió de la mano— Sigues igual qué desde el día qué te conocí.

Milo y Hades eran mejores amigos, se conocieron en el instituto cuando Hades entró en el último instituto qué la expulsaron. Desde ese día, son como uña y carne y nunca se separan.

Milo seguía conduciendo, dado de la mano con Hades para qué no fuera tan nerviosa—No te preocupes Charlotte, seguro qué todo está bien.

Hades miró de reojo por cómo la había llamado: Charlotte. Sólo la llamaba así su hermano cuando iba a visitarlo a la cárcel y él, pero casi siempre la llamaba Hades.

—Supongo...—Miró a la ventana apoyando su mano en su cara.

Milo aparcó el coche frente a la clínica, era un edificio bajo y blanco. Miró a Hades y estaba con los brazos cruzados mirando al suelo.
El chico se acercó a ella y la agarró de la mano.

—Vamos...—Caminaron hasta dentro de la clínica y esperaron en la sala de espera.
Hades sacó la caja de los cigarrillos pero Milo se la quitó de las manos.

—¿Qué mierda haces?—Dijo susurrando, enfadado—¿No sabes qué en edificios públicos no se puede fumar?

Se encogió de hombros—Al único sitio público qué voy es al bar y sí dejan fumar.

Él sólo suspiró, se guardó la caja de cigarros y sólo esperó a qué la llamasen.

—Charlotte Dashwood, ya puedes pasar—Avisó una joven rubia con un traje negro y gafas rectangulares pequeñas.

Hades suspiró y se despidió de Milo, para luego levantarse y entrar con la chica a la sala.

***

Sebastian estaba todavía en el bar con Liliane, charlando de otras cosas qué no tenían qué ver con Hades, hasta qué el chico recibió una llamada de Milo:

—¿Qué ha pasado? ¿Ya ha entrado?—Preguntó Sebastian, mientras qué Liliane intentaba escuchar mientras se ponía el abrigo de pelo.

—Ya ha entrado, espero qué sea agradable la chica...

—Seguro qué estará bien, no te preocupes por ella. Además, es una cita con el psicólogo, no es cómo sí la fueran a cortar una pierna, ¿No?

—Ya, lo sé, sólo qué no quiero qué se enfade conmigo, cómo tuve la idea yo...

Sebastian se empezó a reír—Mala suerte...No habernos dicho lo qué ocurría para qué te buscáramos una clínica...

—Te voy a colgar, hablamos luego...

Sebastian escuchó el pitido y se quitó el móvil de la oreja, para luego girar su mirada a Liliane, qué se había cruzado de piernas con una ceja elevada.

—¿Qué te ha dicho?— Preguntó Liliane, interesada por saber qué ocurría.

—Hades ya ha entrado—Contestó con un suspiro—Haber qué tal le va.

***

Hades, ya para entonces dentro de la sala, se sentó en una silla mientras qué la otra chica estaba preparando unos papeles para apuntar.

—Bueno Charlotte...Yo soy Dereida, tú psicóloga—La chica sonreía de oreja a oreja intentando no incomodar a Hades—Dime...¿Qué te ocurre?

—Nada, mis amigos han exagerado esto y ahora estoy aquí...—Contestó cruzándose de piernas y mirando al suelo.

—Bueno...Algo los habrá hecho pensar qué deberías estar aquí, ¿No?— La chica se bajó las gafas y la miró.

Hades no sabía por qué, pero sus pesadillas empezaron a pasar por su cabeza, todo el rato la misma pesadilla: una mujer, en la playa, mirando al mar mientras qué otra, la miraba sin poder decirla qué vuelva.


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