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—¿Es aquí?— pregunté en voz baja mientras miraba aquel callejón que teníamos delante.

Natalie había llegado a mi casa diciendo que tenía sospechas claras de que su novio le estaba siendo infiel. Le había encontrado una dirección escrita en un papel arrugado dentro del bolsillo de su pantalón y un mensaje en el móvil del susodicho que ya se me había olvidado.

Me pidió que la acompañara porque, según ella, iba a encontrarse con la "amante" en esa dirección, a la que le había hecho una foto mientras su novio se duchaba. Me negué rotundamente, pero supo cómo convencerme, joder. Lo peor fue escuchar lo que le haría si lo pillaba en el acto. Con Axel llevaba un año de relación; lo conoció en una fiesta clandestina que hacían todos los fines de semana en los barrios bajos y desde entonces se veían a escondidas.

—Sí, es aquí— me dijo Natalie. Yo ladeé la cabeza, apartando la mirada de delante hacia ella; estaba tan confundida como yo.

—¿Estás segura? Es un callejón, no parece un sitio al que Axel llevaría a su amante... si es que tiene una.

Natalie puso los ojos en blanco —No es solo un callejón, Billa— me respondió mientras ponía la mano en la manija y abría la puerta para salir. La miré preocupado.

—¿Qué vas a hacer?

—No he venido a quedarme aquí esperando a que salga— contestó. Cerró la puerta con un leve portazo y rodeó el coche quedándose en medio.

El callejón era tan oscuro como la noche; las dos farolas a cada extremo estaban estropeadas: una iluminaba muy poco y colgaba de un cable, y la otra también fallaba pero echaba chispas. Todo tenía un aire más tétrico. Me sobresalté cuando escuché unos golpes en la ventanilla de mi lado; cuando vi que era Natalie, suspiré aliviado. Bajé el cristal justo cuando ella se inclinó un poco hacia adelante.

—¿Te quedas aquí o vienes?

No hizo falta que le respondiera. No me quedaría ahí dentro del coche y menos entre la oscuridad. La calle donde estábamos parecía habitada por gente de bajos recursos que robaban y hacían cosas horribles como violar a las chicas. Abrí la puerta del coche y salí justo cuando Natalie activaba la alarma de su descapotable. La vi sacar su móvil y encender la linterna.

—Nath, tengo un mal presentimiento— comenté.

—Ahg, ven ya— me cogió de la mano mientras me guiaba hacia no sé dónde; lo impresionante fue encontrar una puerta de metal negra con grafitis blancos que decían "prohibido el paso".

A Natalie pareció no importarle porque empujó la puerta y entró arrastrándome con ella. Nos encontramos en un pasillo iluminado en azul por luces de neón; había grafitis dibujados en las paredes con pintura fluorescente. Pegué un brinco cuando escuché el clic de la puerta al cerrarse. Estaba más asustado de lo normal.

—Tranquilo, Billa— susurró Natalie —estás temblando.

—No sé qué es este lugar— respondí.

—Es un pub.

—¿Qué?

—Sí, haz silencio y escucha...

Cerré la boca en cuanto ella me lo indicó. Al principio no escuchaba nada más que nuestras respiraciones, pero a medida que nos acercábamos, podía distinguir un sonido leve y casi imperceptible. Una canción que nunca había oído.

—¿Qué tipo de pub es este?— pregunté en un susurro.

—Uno clandestino— me respondió justo cuando nos acercábamos a otra puerta de metal negro. Natalie la empujó y, de repente, la canción sonó más clara y menos distorsionada.

𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄 ── .✦ ᵀᴼᴸᴸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora