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Bufé aburrido.

Estaba en medio de una larga fila de coches casi amontonados; jamás pensé que ese día habría tanto tráfico y yo me moría de hambre. Acababa de salir de mis clases de piano en la academia central de Offenbach y ya se había pasado la hora del almuerzo.

Después de explicarle a Natalie todo lo que quería saber, y tras pensar bien las respuestas, nos quedamos despiertos casi hasta la medianoche; ella aconsejándome y yo escuchándola atentamente. Natalie era la más experimentada en temas de amor, relaciones y rollos; me dijo que el chico de trenzas era guapo y yo se lo confirmé. Es jodidamente sexy. Sin embargo, por lo que vi la mañana anterior, su vida no es nada buena. Natalie aseguraba que ese chico me volvía loco, lo cual traté de negar vanamente. Porque era la verdad y nada más que eso. Y era raro porque no lo conocía de nada.

Entonces ella me sugirió que lo intentara. En nuestro próximo encuentro, si es que había uno, debería intentar tener una charla con él sin pensar en que quizás venga de un barrio complicado y que, para colmo, mis padres jamás lo aceptarían. Y encontrar sus defectos, tal vez así dejaría de verlo en mi futuro. Quizás...

—Joven Kaulitz...

—Sí, Baldrich— respondí bajito sin apartar la mirada de la ventana. Veía los coches de al lado y a la vez nada.

—Esto se va a demorar mucho más de lo que pensé— me comentó. Baldrich era mi conductor y guardaespaldas personal; se encargaba de llevarme a los sitios según mi horario habitual y esperarme allí hasta que saliera. Quería venir solo a mis clases pero él se negó.

No podía rechistar; ese era su trabajo, cuidarme. —¿Cuánto calculas?

—Unas dos horas más...

—Oh, joder...— suspiré desganado en un sollozo. Realmente me sentía un poco débil; solo había desayunado un sándwich y ahora me arrepentía de no haber tomado la avena. —Bal, voy a morirme aquí...

Él rió suavemente. —No se preocupe, por suerte no estamos tan lejos de la academia. Me he dado cuenta de que hay un Starbucks cerca...

—Pero no podrías venir... ¿Cómo sacarías el coche de este embotellamiento?— no había manera... había coches delante y detrás de nosotros, incluso a los lados. Estábamos atrapados en medio del tráfico; cómo los odio. —Es imposible...

—Es verdad— dijo —Pero no queda tan lejos. Si quiere puede ir usted y pedir algo... le acompañaría pero no puedo dejar el coche solo y si la fila avanza yo también tengo que moverme. Veré qué puedo hacer para salir de la fila y le esperaré allí.

Asentí lentamente escuchando cada palabra suya. Cogí mi mochila y abrí la puerta. Los coches permanecían parados; solo se oían los claxons y el ruido del tráfico en sí. Miré a los lados; solo tenía que caminar un poco y realmente esperaba no desmayarme en el camino, hacía demasiado calor y la ropa que llevaba no ayudaba nada así que me quité la chaqueta de cuero y la tiré en los asientos traseros donde antes estaba. Cerré la puerta y Baldrich me habló.

—Ten cuidado, joven... recuerda las instrucciones: si te encuentras en peligro...

—Pido ayuda a quien sea que esté cerca de mí— completé —Ya lo sé, Bal... estaré bien, no te preocupes.

—Bien— asintió él —Estaré contigo en cuanto pueda...

—Claro— sonreí y me alejé de la ventana, a la que me vi obligado a acercarme por el ruido exterior, caminando entre el estrecho espacio entre los coches de la derecha y la izquierda, rogando para que no se movieran, porque si no entraría en pánico. Sabía que Baldrich me observaba por el espejo retrovisor y si algo pasaba, él saldría a por mí, así que traté de tranquilizarme con eso.

𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄 ── .✦ ᵀᴼᴸᴸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora