SU0°C: LOYALTY

63 11 15
                                    

El salón de la casa solariega que tenían los Park en Busan estaba a rebozar de personas que Jimin pocas veces había visto en su existencia.

El jardín trasero había sido convertido en un verdadero regalo para la apreciación de la legión de fotógrafos que se encargarían de inmortalizar la unión entre el primogénito de los Park y el actual jefe de la familia Min. 

—Tío Minnie... quiero ser así de guapo el día que me case...

El pequeño Sung Hoon tarareó mientras tomaba entre sus infantiles manos el prendedor con motivos de flores de cerezo que hacía juego con el traje de novio de Jimin.

Lo había diseñado por sí mismo y estaba seguro de que Yoongi iba a poner el grito en el cielo cuando comprobara el color.

Era de blanco hueso con filigranas en escarlata que se confundían en una especie de compleja red, solo para resaltar el complejo entramado de botones con forma de lágrimas escarlatas que lo cerraba desde el cuello hasta la espalda baja.

El chaleco donde estaría colocado el prendedor era solo una  distracción de satén con trabéculas doradas hacia los puños y las solapas.

Una obra de arte en términos de moda que Seok Jin no había dudado en traer a la vida a partir de los dibujos de su hermano menor y actual homenajeado.

Jimin suspiró antes de tomar a su sobrino en brazos. Kim Sung Hoon era una mezcla adorable entre los hoyuelos de Namjoon y los agraciados rasgos de Jin.

—Tu boda será mucho más hermosa que la mía. Tu boda será por amor...

La infantil inocencia de Sung Hoon no podía comprender por qué su tío se mostraba tan triste con esas palabras. Sin embargo, la apreciación del cachorro sí alcanzaba a tocar la superficie del dolor que en las últimas semanas aquejaba a Jimin.

Después de aquella cena familiar en el Imperial Swan Palace, el omega de cabellos color rosa había atravesado algo similar a un viaje por la peor de las montañas rusas.

Cuesta arriba, manejando los trámites entre la embajada de Inglaterra en Seúl, después de haber vivido como un extraño fuera de su familia por al menos ocho años, asistiendo a las interminables reuniones con los planificadores de la boda o tomando los bochornosos consejos de colocarse un implante como método anticonceptivo porque Yoongi no deseaba cachorros tan pronto.

Jimin había aguantado toda aquella vorágine con una fría sonrisa en el rostro, con la alegría despreocupada de un joven omega criado bajo las alas de un mundo irreal y sórdido donde solo se le concedía adornar el ambiente y albergar los deseos carnales de su esposo.

Tragando el nudo en su garganta cuando era necesario y respirando profundo para no escuchar la cantaleta de Jin, quien le recordaba que no podría controlar la dominancia de su omega por muy cogido de los huevos que estuviera por Yoongi.

El de aroma a fresas y cabellos rosáceos lo sabía. Como también dudaba de poder sobrevivir a la noche que se avecinaba sin mostrar su verdadera forma.

—¿Qué es amor, tío Minnie?

Jimin sonrió antes de tirar de las generosas mejillas de su sobrino. La entrada de Park Jurim en la alcoba donde se preparaba lo salvó de inventarse una historia sin pies ni cabeza con la cual preservar la inocencia del niño.

—Jin no entiende que hoy es tu día. Te vas arruinar el maquillaje por andar cargando a Sung Hoon.

La mujer estiró los pálidos brazos para recibir a su nieto. Aún cuando Jin no hubiera salido de su vientre, al ser la segunda esposa de Park Woon Bin, ella había tenido que asumir la crianza de un pre adolescente antes de que Jimin llegara al mundo.

•SEOUL UNDER ZERO•YM/DS¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora