Capítulo 04: Tigrecito

5 3 0
                                    

—¡Deja de ignorarme y escúchame, maldita sea! —dijo Kazutora, su voz cargada de frustración mientras sus ojos destilaban una mezcla de ira y exasperación.

Himeha lo miró de reojo, sus labios curvándose en una mueca de fastidio que acentuaba su irritación por la insistencia de él.

—No puedo. Tengo que hacer cosas de "princesita mimada" que no pueden esperar —respondió con un sarcasmo punzante, acompañando sus palabras con un sobreactuado gesto de comillas con las manos. Con una calma calculada, terminó de ajustarse los zapatos y, sin dignarse a mirarlo otra vez, comenzó a caminar hacia la salida.

Kazutora apretó los dientes, sus puños cerrándose en un gesto que dejaba claro su creciente frustración. No pensaba rendirse.

—¡Pfff, claro! Debes regresar a la mansión y jugar con tus muñecas y vestidos —comentó, su voz impregnada de burla mientras la seguía de cerca.

Himeha no se detuvo. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro mientras replicaba sin mirar atrás:

—Exactamente.

La provocación sólo logró encender más la chispa de irritación en Kazutora, quien aceleró el paso para mantenerse a su lado.

—Oh, claro. La vida de una princesa mimada es tan difícil, ¿no? Debe ser agotador tener servidumbre que te atienda y satisfaga todos tus caprichos —insistió, su tono cargado de ironía.

—Ni te lo imaginas. Es agotadora... —respondía ella con una calma aparente que contrastaba con la evidente tensión en el aire, claramente disfrutando de la reacción del chico.

Sus pasos los llevaron hasta un elegante edificio de oficinas. Himeha se detuvo frente a la entrada y, girándose hacia él con una expresión divertida, declaró:

—Fue un paseo entretenido, pero no puedo seguir jugando contigo. La vida de princesita no se costea sola.

Kazutora la miró, incrédulo. Su ceño fruncido reflejaba su confusión mientras trataba de procesar sus palabras.

—Espera, ¿cómo que "no se costea sola"? ¿A dónde vas? —preguntó, dando un paso hacia ella.

Himeha se detuvo brevemente, girándose con un rostro que había dejado atrás cualquier rastro de burla.

—Por favor, no me hagas una escena aquí.

Antes de que Kazutora pudiera replicar, una mujer de mediana edad pasó junto a ellos. Su rostro se iluminó al ver a Himeha.

—¡Oh, Hime-chan! ¿Tienes turno esta tarde? —preguntó la mujer, su voz rebosando familiaridad.

Himeha se inclinó levemente en un gesto respetuoso.

—Buenas tardes, Haneda-san. Sí, tengo el turno de media tarde.

Kazutora observaba la escena en completo estado de shock. Las palabras resonaban en su mente como un eco interminable: "Turno... trabajo...". La idea de que la "princesita mimada" tuviera un empleo rompía todas sus expectativas.

—¿Tú... tienes un trabajo? —balbuceó, incrédulo, mientras su cerebro intentaba conectar las piezas de un rompecabezas inesperado.

Haneda-san soltó una risita, interrumpiendo sus pensamientos.

—¡Oh! ¿Tu novio te acompañó hasta aquí~? —preguntó con tono juguetón, ladeando la cabeza mientras sonreía.

Ambos jóvenes se sobresaltaron por la pregunta. Himeha fue la primera en recuperarse, respondiendo con un gesto tranquilo:

—No es mi novio, solo somos compañeros de clase.

—Ahhh... pero él se ve tan preocupado por ti —comentó la mujer con una sonrisa pícara—. Eso es muy tierno~

Kazutora, incapaz de replicar, permaneció en silencio, su rostro reflejando una mezcla de mortificación y confusión. La mujer les dedicó una última sonrisa antes de desaparecer en el interior del edificio.

Himeha lo miró de reojo, una chispa de diversión brillando en sus ojos.

—¿Tú, tierno? —murmuró, dejando escapar una suave risa. Luego, sin esperar respuesta, se giró hacia la entrada—. Tengo que irme. Nos vemos el lunes en clases, Tigrecito.

Kazutora frunció el ceño al escuchar el apodo. Una vena latió en su sien mientras daba un paso hacia adelante.

—¡Hey! No me llames así. Y no creas que he terminado contigo —levantó la voz, alcanzándola de un par de zancadas y agarrándole el brazo para detenerla.

Himeha se detuvo de inmediato. Su expresión se endureció y, con un movimiento brusco, se soltó de su agarre. Sus ojos lo fulminaron con una intensidad que lo dejó helado.

—No vuelvas a tocarme —le dijo con una voz grave, cargada de advertencia.

Kazutora dio un paso atrás, sorprendido por el cambio abrupto en su actitud. Durante unos segundos, fue incapaz de articular palabra alguna. Himeha, sin perder tiempo, se giró y entró al edificio.

Él se quedó parado frente a la entrada, mirándola desaparecer mientras una extraña sensación se apoderaba de él. Había algo en ella, algo en esa mezcla de determinación y misterio, que lo había dejado completamente desconcertado.

Finalmente, tras varios minutos inmóvil, sacudió la cabeza y comenzó a caminar de vuelta, con una sensación de incomodidad que no lograba identificar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 27, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre garras y coronas (Hanemiya Kazutora x Fem OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora