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JiMin sonrió mientras envolvía con cariño el detalle que tenía para su Alfa. Una vez terminado miró la hora y abrió sus ojitos sorprendido al darse cuenta que faltaba poco, así que con prisa subió a su habitación para ducharse y cambiar su ropa. Cinco minutos después salió casi corriendo del baño para cambiarse y peinarse, colocarse algo de loción y por supuesto tomar un neutralizador pues a su Alfa no le gustaba que saliera a la calle y expusiera su aroma ante otros Alfas.

Después de tomar su mochila y el regalo salió del departamento en camino al edificio en que trabajaba el Alfa. Al llegar aparcó el auto y tomó con cuidado la caja, sonriendo emocionado al pensar en la reacción de su Alfa al verlo. Y es que nunca había pisado su lugar de trabajo, era muy tímido para hacerlo, pero hoy era un dia especial pues estaban celebrando su aniversario de dos años.

Al llegar a la recepción se acercó tímido hasta la chica tras el computador, quien de inmediato le sonrió.

- Buen día, ¿en qué puedo ayudarle? - preguntó ella.

- H-Hola, estoy buscando a mi Alfa, é-él trabaja aquí - comentó tímido. - Hoy es nuestro aniversario y quise darle una sorpresa visitándolo por primera vez.

- ¿Quién es tu Alfa? - preguntó la chica, lista para teclear.

- Jeong Yunho - la recepcionista abrió los ojos en grande al oír el nombre.

- Lo siento pero el señor Jeong jamás a declarado tener Omega y que este tenga acceso al edificio - lo miró apenada -, lo que puedo hacer es llamarlo y que él autorice su entrada.

- ¡No! por favor no, es una sorpresa - pidió rebuscando en su bolsillo hasta sacar su celular para mostrarle su fondo de pantalla donde, en efecto, aparecían ambos abrazados.
- De verdad no miento, puedo mostrarle más fotos si gusta.

La chica mordió indecisa su labio, si lo dejaba ingresar y el chico mentía podría perder su trabajo, pero por otro lado el chico parecía decir la verdad y a juzgar por su imagen no lucía como alguien que pudiera dañar a otra persona. - Mira te dejaré pasar, solo muéstrame más fotos que comprueben que es tu alfa.

JiMin de inmediato le mostró más fotografías e incluso le dio la dirección del alfa, donde vivía junto a él. Al final la chica asintió satisfecha y le indicó cómo llegar hasta la oficina del Alfa. El Omega le agradeció con una reverencia y se alejó hasta el elevador, tocando el botón del piso 15 donde se hallaba la oficina del Alfa.

Un vez las puertas se abrieron se dio una última mirada en el espejo del elevador, acomodando su cabello y ropa; con un suspiro nervioso salió y buscó con la mirada la puerta con el nombre de su Alfa que no se hallaba muy lejos.

Caminó hasta pararse frente a ella y con un suspiro giró la manilla.

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Jeon azotó la puerta de su oficina y se dejó caer en la silla frente a su escritorio, su cabeza estaba por estallar pues le habían informado a último momento que uno de los documentos que ocuparía en la junta de más tarde se había perdido, así que había pasado la mitad de la mañana dando órdenes para que se encontrara lo antes posible o rodarían algunas cabezas.

Tecleó en su computadora rebuscando en los correos, tenía la esperanza de hallar el archivo, entonces como un rayo de luz recordó que muy probablemente lo encontraría en el correo de Jeong por lo que se levantó y salió a paso veloz de la oficina, pero al salir se detuvo de golpe.

Fue como si una barrera invisible le hubiera detenido el paso; el aire abandonó sus pulmones y su corazón aumentó su ritmo, tan fuerte que podía escucharlo y lo sentía golpear contra su pecho.

Todo sucedió en cámara lenta, sus ojos recorrieron al hermoso hombre que salía del elevador a paso lento, yendo desde su cabello hasta la punta de sus pies. Con un tono chocolate en su lacio cabello que hacía juego con el lindo color verde de sus ojos, con una pequeña y linda nariz a la par de unas tiernas mejillas rosadas y unos regordetes labios rojizos. Todo eso combiando con el lindo overol y la manga larga amarilla que usaba; todo aquello le daba un aspecto tan angelical y tierno que el Alfa tuvo que tocar su pecho para asegurarse de que su corazón seguía allí.

Sus ojos no se despegaron del precioso ser que caminó hasta la oficina de su colega Jeong. Lo miró girar la perilla, lo miró abrir la puerta, pero también lo vio parar en seco mientras su rostro se transformaba en uno de puro horror y dolor, lo vio soltar un mar de lágrimas en pocos segundos, miró sus pequeñas manos cubrir su boca en un intento de silenciar sus sollozos; también lo vio retroceder con la vista fija en la oficina antes de correr al elevador y desaparecer de su vista.

Saliendo de su estado de shock fue que avanzó hasta la oficina para ver lo que ocurría, y ahí lo comprendió todo. Dentro se hallaba Jeong, con el pantalón abierto y algunos botones de su camisa también y, a su lado, una de las secretarias de marketing con el labial corrido y la blusa por completo abierta mientras intentaba cerrar su falda.

Tocando la puerta fue que ambos se dieron cuenta de su presencia y abrieron sus ojos con terror, dándose una mirada entre ellos.

- Vaya Jeong, no sabía que ahora la oficina pasó a ser motel - cruzó los brazos sobre su pecho. - Has roto una de las reglas más importantes de esta empresa junto a la "señorita" - indicó con sarcasmo -, y si no me equivoco, el chico que acaba de salir de aquí con el corazón hecho pedazos es tu pareja ¿no es así?

- Jeon, y-yo.. puedo explicártelo - rogó, tragando duro - te lo explicaré todo pero por favor déjame ir tras de él, necesito explicarle las cosas, por favor.

Jeon sonrió ladino y se hizo a un lado dándole el paso con su mano. - Adelante, ve tras él - Jeong lo miró asombrado y asintió seguido antes de salir, pero se detuvo en seco al oírlo.
- Pero no regreses.

- ¿Q-Qué? - jadeó viéndolo - Jeon por favor, voy a explicarte todo de verdad, sólo necesito hablar con él y explicarle también que no es lo que cree.

- ¿No? - gruñó molesto - creo que ese chico y yo vimos a un Alfa y una Omega tener sexo en la oficina de trabajo, no creo haber mal interpretado las cosas. Da igual - le restó importancia con un gesto -, puedes ir a mentirle sin problema, claro está que sin volver.

Se giró dispuesto a regresar a su oficina cuando sus pies golpearon algo, era una cajita de regalo, con cuidado la tomó y se encerró en su oficina dejándose caer de nuevo en la silla. Joder, ahora tenía tres asuntos por resolver, a ese paso acabaría muerto por estrés.

Su estómago gruñó cuando sus fosas nasales captaron un delicioso aroma proveniente de la caja de regalo, misma que dejó caer el bonito chico al ver tan grotesca escena.
Con un gruñido molesto ante algunos recuerdos que asaltaron su mente decidió distraerse abriendo la caja.
Sin dañar la envoltura sacó el contenido jadeando levemente al ver nueve galletas perfectamente decoradas y envueltas. Con manos temblorosas que no sabía a qué se debía, sacó una de las galletas y la saboreó lentamente gimiendo gustoso ante el increíble sabor, se recostó en el respaldo mientras sentía su mente despejarse y a su lobo calmarse, era casi como magia.

Luego de relajarse en extremo se comunicó con recursos humanos para darle despido a Jeong y la secretaria, con eso listo fue hasta la oficina de su ex colega para revisar su correo y efectivamente hallar el archivo que necesitaba. Le informó a todos que lo encontró y sin más se dispuso a continuar con los preparativos para la junta de más tarde.

Pero en todo el día, durante y después de la junta, incluso cuando se hallaba en su casa, no pudo sacar de su mente al bonito chico, aún cuando se fue a la cama aquél bonito rostro fue su último pensamiento.

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Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora