Capítulo 2

13 1 0
                                    

Por la mañana, Chiara se levantó cargada de energía. Le solía pasar muy a menudo debido a su hiperactividad, así que decidió colocar su nueva ropa en el armario, ya que el día anterior ni la había sacado de la caja.

Intentó no hacer mucho ruido para no despertar a Salma, pero fracasó estrepitosamente cuando se hizo un lío con las perchas y se le cayeron todas en la cabeza.

—¡Fuck! —gritó dolorida.

Salma se levantó de un salto con la guardia en alto, pero la bajó cuando la vio frotándose la frente en medio de una montaña de perchas que estaban esparcidas por todo el suelo.

—Pero..., ¿se puede saber qué haces? —preguntó la malagueña.

—Pues estaba tirando las perchas al aire, a ver con cuál me escalabraba —ironizó—. ¿Tú qué crees?

—Y yo qué sé —contestó Salma—. Estaba tan tranquila soñando con un subrayador amarillo y, de repente oigo un estruendo como si me hubiesen tirado una bomba atómica al lado.

—Eres una exagerada.

—¿Yo exagerada? Mira, me voy a callar porque como eres pirómana puedo salir perdiendo, pero esto no se va a quedar así.

—Uy, qué miedo. ¿Qué me vas a hacer? ¿Robarme los rotus?

—Eso sí que no, con los subrayadores no —dijo la de Mijas a la vez que se ponía de nuevo en guardia—. Ahora sí que no tienes cárcel pa'correr.

La lucha fue intensa pero corta, ya que la mayor se rindió al ser amenazada con ver sus rotuladores arder como había ardido cierto vecindario hacía no demasiado.

—He ganado —se regodeaba.

—Una batalla, pero no la guerra. Esto no va a quedar así.

Y aunque parecía que la pelea ya había acabado, no fue así. Bajaron al comedor entre burlas y maquinaciones sobre lo que hacer para vengarse de la otra. El lugar estaba tranquilo hasta que llegaron ellas, con varias prisioneras desayunando en silencio en sus mesas.

Al llegar a la cola para recoger la comida, encontraron allí a Naiara.

—Chicas, venid —saludó a las recién llegadas, haciéndolas sitio en la fila—. ¿Cómo estáis? ¿Qué tal has dormido en tu primera noche, Chiara?

—Ha debido dormir mejor que yo, porque a las 8 de la mañana se ha puesto a lanzar perchas por la habitación —contestó Salma por ella.

—Eso es mentira. Estaba intentando colocar la ropa en el armario —replicó Chiara enfadada—. Yo no quería despertarte.

—Pues para no querer molestar parecía que se había metido un elefante en la celda.

—Ya estás exagerando.

—Mentira.

—Verdad.

—Mentira.

—Verdad.

Naiara miraba las contestaciones de las dos como si estuviera en un torneo de ping pong. Se arrepentía de haber preguntado por su noche, habría estado mejor quedarse callada e ignorarlas desde el primer momento, pero ya era tarde para eso, así que optó por cortar la conversación por el bien de sus amigas, ya que estaba deseando matarlas en ese momento.

—¿Escucháis eso? —interrumpió.

Ambas dos dejaron de lado su conversación y callaron para escuchar aquello que decía su amiga. Estuvieron unos segundos calladas, sin entender lo que ocurría porque no escuchaban nada, hasta que Naiara habló de nuevo:

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 4 hours ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La cárcel || KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora