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MARA TENÍA LA MIRADA FIJA en su compañero, sin dejar que ninguna emoción se filtrara en su rostro.
A su alrededor, el ambiente era tenso y cargado de concentración.
Todos escuchaban atentamente mientras el sensei Kreese hablaba con voz firme, caminando por el gimnasio.
—Las segundas oportunidades no son muy comunes. Pero que me parta un rayo si no aprovechamos esta.
Kim Da-Eun avanzó entre los estudiantes, su presencia imponiendo respeto.
—Volveremos a casa con honor —añadió, sus ojos recorriendo a cada uno de ellos.
Al escuchar la orden, tanto Mara como Kwon se pusieron en posición de combate. Los compañeros frente a ellos levantaron las manoplas, listos para recibir las rápidas y certeras patadas y golpes que comenzaron a lanzar.
—Ustedes dos fueron elegidos como mis campeones... —continuó Kreese. En ese momento, el grito de Kwon al lanzar una patada resonó—, porque ambos tienen esa lucha interior. Es hora de dejar que todo salga. Aprovechen su dolor. Enfoquen esa rabia... y apunten a su enemigo. Y entonces... y solo entonces... —hizo una pausa, mientras Yoon y otro compañero levantaban pequeñas tablas de madera frente a ellos—, desaten el infierno.
Mara y Kwon intercambiaron una breve mirada de entendimiento antes de concentrarse nuevamente. Tras un par de movimientos, ambos lanzaron una patada, rompiendo las tablas al unísono.
﹙• • •﹚
La habitación estaba tranquila, y Mara, vestida con un short y una camiseta de color celeste de tirantes que le llegaba por encima del ombligo, se secaba el cabello con calma mientras escuchaba el goteo del agua en el baño.
Finalmente, el sonido de la ducha cesó.
Antes de que pudiera procesarlo, se dio media vuelta y allí estaba Axel. Salía del baño con una toalla envuelta alrededor de su cintura, su cabello chorreando y la piel aún húmeda por el agua.
Mara tragó saliva, incapaz de evitarlo. Se veía increíblemente atractivo, y sus pensamientos iban más allás ahora que sabía lo que había ahí debajo.
Solo para aclarar: Axel Kovacevic no tenía nada de qué avengorzarse.
Axel notó su mirada y sonrió con cierta diversión.
—¿Qué pasa? —preguntó mientras sacudía un poco el cabello con la mano.
—Nada… —respondió ella rápidamente, desviando la mirada y volviendo a secarse el cabello—. Solo estaba pensando en salir un rato a la playa. Necesito despejarme después del entrenamiento de esta mañana.
