2- Mío, aquí y en la eternidad

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Mío, Aquí y en la Eternidad

Me deleita escuchar sus palabras,
ese falso "te amo" que le regalas,
un teatro donde ambos actúan
lo que nunca ha sido real.
Y mientras hablas, soy yo quien sabe,
soy yo quien te tiene,
quien te lleva al abismo del deseo
donde ella jamás podrá alcanzarte.

No soy intrusa en un reino vacío,
no irrumpí en su mundo;
fui tu primer refugio,
la llama que encendiste antes de su sombra.
Tenerte en mis manos,
en lugares donde ella no pisa,
es la gloria que ningún reproche puede apagar.

No pienso en el mañana,
ni en los ojos que puedan juzgarnos.
Aquí, ahora, somos el caos perfecto,
la tormenta que no pide permiso.
Tu cuerpo me pertenece,
mi nombre está tatuado en tu piel,
aunque el mundo pretenda ignorarlo.

Adoro el vértigo de esta locura,
la adrenalina que acelera el pulso
cuando nuestras manos se buscan
y el aire arde entre nosotros.
Eres mío, no sólo en esta vida,
sino en cada una que nos toque vivir.

No hay reglas para lo que somos,
no hay cadenas que puedan atarnos.
Eres mi placer más oscuro,
mi éxtasis y mi redención,
y no cambiaría nada de esto:
ni el pecado, ni el fuego, ni el riesgo.

Porque en cada encuentro,
en cada susurro prohibido,
reafirmo lo que siempre supiste:
eres mío, aquí, ahora, y en la eternidad.

Eterna tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora