Parte 2

3 2 0
                                    


El beso entre los dos había sido solo el principio de algo que ninguno de los dos había esperado. Cuando Zuko se apartó ligeramente, sus ojos brillaban con una mezcla de confusión y deseo. Parecía como si todo lo que había luchado por mantener bajo control hubiera explotado en un solo instante. Pero no era una explosión destructiva. Era como un incendio que, en lugar de arrasar con todo, había comenzado a arder lentamente, envolviendo todo a su alrededor con calor y luz.

Zuko respiraba de manera irregular, casi como si no pudiera entender lo que acababa de suceder. Tú tampoco. Sentías que el mundo se había detenido, como si solo existiera el momento en que tus labios se habían tocado con los suyos, pero no podías negar lo que sentías: algo había cambiado entre ustedes.

"El fuego nunca desaparece, ¿verdad?" preguntó Zuko con una voz ronca, su mirada fija en ti. Estaba buscando algo en tus ojos, algo que le diera respuestas a sus propios sentimientos, algo que no sabía cómo expresar.

"No, nunca lo hace", dijiste, respondiendo a su pregunta con una sinceridad que sorprendió incluso a ti misma. "El fuego siempre está ahí. Solo tenemos que aprender a controlarlo."

Zuko dejó escapar una risa baja, pero no era como las de antes, burlonas o cargadas de sarcasmo. Esta vez, la risa era algo más suave, como si fuera una mezcla de alivio y sorpresa por la conexión que acababan de compartir.

Se dio un paso atrás, pero no lo hizo porque quisiera alejarse. En realidad, era como si estuviera organizando sus pensamientos, pensando en lo que acababa de ocurrir, y probablemente no podía creer que por fin había permitido que alguien lo viera de esta manera, más allá de su rol de príncipe o guerrero.

Tú, por otro lado, sentías que no podías dejarlo ir. No sabías cómo habías llegado a ese punto, pero algo dentro de ti te decía que no podías separarte de él, que necesitabas estar a su lado para lo que viniera.

"Zuko..." dijiste con cautela, pero con fuerza en tus palabras. "No tienes que cargar todo el peso del mundo solo. No tienes que hacerlo tú solo. Estoy aquí, no solo como el Avatar o un aliado... sino como alguien que realmente te ve. Que ve a Zuko."

Sus ojos se suavizaron, y por un momento, el joven príncipe de la Nación del Fuego no era nada más que un chico perdido en un mundo lleno de expectativas. No había poder, no había responsabilidades. Solo estaba él y tú.

Zuko dio un paso hacia ti, acercándose de nuevo. Esta vez, su mirada era más suave, más abierta, como si se estuviera permitiendo sentir algo que había bloqueado por tanto tiempo.

"Gracias", murmuró, su voz más baja, sincera. Y aunque esas dos palabras parecían pequeñas, en ese momento significaban todo. Había algo en su tono, algo tan genuino, que hizo que tu corazón se acelerara.

Pero antes de que pudieras responder, el sonido de pasos interrumpió el momento. Era Katara, que se acercaba con una expresión curiosa.

"¿Todo bien?" preguntó, mirando de un lado a otro entre tú y Zuko, con una leve sonrisa en su rostro.

Zuko frunció el ceño y se apartó ligeramente, pero no con la frialdad habitual. Era como si ahora tuviera una razón para ser más abierto. A pesar de la incomodidad de la situación, no te apartó como lo habría hecho antes.

"Sí, todo bien", dijo Zuko con una seguridad que parecía nueva en él.

Katara te miró con una mirada cómplice antes de girarse hacia Zuko. "Deberías descansar. Mañana tenemos un largo día por delante."

Bajo el mismo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora